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El hombre moderno: Ese servil ser manadil e inofensivo

12/03/2023

Escritor Español Petrusvil

Poeta, escritor, divulgador y analista.
Tiempo de lectura 7 minutos.
El hombre moderno: Ese servil ser manadil e inofensivo

La mayor parte de los individuos se han vuelto mentalmente inofensivos por la eliminación de la individualidad. “Libertad significa estar libre de fuerzas y circunstancias que convertirían al hombre en una cosa [manejable]. Que le impondrían la pasividad y la previsibilidad de la materia. Según esta prueba, el poder absoluto es la manifestación más enemiga de la singularidad humana. El poder absoluto quiere convertir a las personas en arcilla maleable”. (El hombre moderno: Ese servil ser manadil e inofensivo)

“Cuando el Estado inventó el “bien común” se atribuyó una supremacía ética, propiamente el poder se endiosó y la libertad del hombre feneció”.

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El hombre moderno: Ese servil ser manadil e inofensivo

Muchos se preguntan por qué individuos únicos y soberanos se reúnen en o se identifican con grandes grupos, en masa, (como uno solo). Por qué buscan y adoptan la mentalidad de rebaño. Y por qué exigen un gobierno dominante que les diga lo que deben de hacer. Todo ello cuando este comportamiento sólo puede conducir a una pérdida de identidad y una eliminación de todo pensamiento crítico.

No sucede semejante dejadez por falta de intelecto, no sucede por ningún deseo intencional del individuo de destruir su propio libre albedrío, sino que es el resultado de una planificación deliberada a lo largo de los tiempos por parte de la clase dominante que incentiva y propende a la aceptación voluntaria de la dependencia por parte de las masas. Un asunto que ya vislumbró en 1548, y lo describió, con tan solo 18 años, Étienne de La Boétie en su obra “El Discurso de la servidumbre voluntaria”: «Toda servidumbre es voluntaria y procede exclusivamente del consentimiento de aquellos sobre quienes se ejerce el poder».

Esta técnica es, en esencia, el uso de personas como bienes muebles, poco diferenciado de los animales, por parte de unos pocos elegidos en la sociedad cuyo objetivo es controlar a todos los demás. Son los humanos que usan y abusan de los humanos como una cuestión de política. La población acepta el servilismo postrado a cambio de seguridad económica, emocional y vital.

Nada de esto, como se mencionó anteriormente, fue o es accidental en ningún sentido, ya que permitir que la población en general siga siendo autosuficiente, emprendedora, y completamente alfabetizada, es anatema para el bloque autoritario de la sociedad, y es considerado por las poderosas ‘élites’ un arma mortal contra su gobierno y dominación.

Lo cierto es que, como pensaba Étienne de La Boétie, la vía de salida es esta: «decidíos [···] a dejar de servir, y seréis libres». Unos pocos no pueden someter a muchos salvo que los sometidos se dejen. Resulta muy exigente ejercer la libertad y esta tiene un precio a pagar en la aceptación de las consecuencias de las decisiones tomadas libremente. Por eso es muy fácil caer en la servidumbre que tiene “todas las reglas escritas” y “los caminos señalados”.

El hombre moderno: Ese servil ser manadil e inofensivo

La eliminación del individuo en favor de esa mentira que es el ‘bien común‘. El embrutecimiento y adoctrinamiento de cada generación de niños desde la infancia hasta la edad adulta por el desarme intelectual estructurado, la propaganda y la instauración de una actitud generalmente pasiva que ofrece una inexistente ‘igualdad’ y multitud de derechos manejados y ofrecidos por la clase política. Todo este “carril encerrado entre dos vallados” conduce directamente a la manada a dependender de las “limosnas del Estado”.

Examinar nuestro pasado distante es caminar en un mundo que es completamente opuesto a este infierno totalitario que es Occidente hoy. Un Occidente que se ha entregado voluntariamente a unos pocos por la vía aparentemente libre y provechosa de la Democracia y la economía de mercado. Pero lo cierto es que el contrato social llevaba en su interior la semilla del ansia de poder y la codicia de los designados para cumplirlo, impulsada por la dejadez de los gobernados y el capitalismo llevaba en su interior similar ansia de dominación y la codicia pérfida de llegar al beneficio sin pasar por el riesgo de la incertidumbre que lo justifica.

La servidumbre se debe a un colapso total de la individualidad en la sociedad, la enriquecedora singularidad de cada ser humano es reemplazada por engranajes en una máquina de almas asustadas. Almas que han perdido la habilidad única de pensar, dependientes de su amo, conformadas con lo poco que tienen, condicionadas por las “recompensas” que reciben a modo de mascotas, perdidas en un laberinto entretenidamente ilusorio, escondidas en el monótono interior de una masa colectiva de personas que andan sin propósito envueltas en la confusión.  Aturdidos por el consumismo, el hedonismo y el entretenimiento gastan sus vidas para enriquecer a sus representantes políticos y a las grandes corporaciones. Esto que describo no es el futuro ¡ya está aquí!

«No tendréis nada y seréis felices»

WEF

El hombre moderno: Ese servil ser manadil e inofensivo

Esta antigua sociedad de hombres libres e independientes ha permitido que otros controlen sus vidas, en lugar de aceptarse a sí mismos. Y seguir la vida como un individuo seguro de sí mismo, dispuesto a luchar ante las adversidades. Esto ha sucedido porque la mayoría ha entregado a sus hijos a un sistema educativo que iguala el rasero por los más incapaces. Que se empeña en destruir su empuje, sus talentos individuales y sus genuinas habilidades únicas para vivir, crecer, prosperar y elegir su propio camino. Así se destruye la resistencia ante esta autoridad ilegítima, malformando a los infantes y convirtiéndoles en seres dependientes y “analfabetos funcionales”.

 “Aquellos a los que se les confió el poder, con el tiempo y mediante operaciones lentas, lo han pervertido en tiranía; y se cree que el medio más eficaz para prevenir esto sería iluminar, en la medida de lo posible, las mentes de la gente en general”.

Thomas Jefferson declaró ya esto en la década de 1770

En el pasado, la alfabetización básica era solo el comienzo, ya que lo común obtener un gran conocimiento, tener la capacidad de comunicarse con otros de manera inteligente en una conversación y poder escribir y presentar pensamientos e información con éxito. Incluso con esta sociedad avanzada de la época, se requería mucho más para permanecer libre y próspero. Ese era el espíritu independiente del individuo, el impulso empresarial, la autosuficiencia y un alto grado de confianza.

Muchos deseaban trabajar para sí mismos, ser dueños de sus propios negocios, e incluso si uno comenzó a trabajar como aprendiz o no, quería usar todo el conocimiento y los activos adquiridos para pronto trabajar por sí mismo. La mayoría de las empresas eran pequeñas y privadas no hace mucho tiempo. Hoy cada vez quedan menos autónomos y pequeñas empresas que son perseguidos extractivamente por el fisco y la gran cantidad de pequeñas granjas, incluso las grandes, que existían se están viendo asoladas por políticas ambientalistas que desplazarán sus producciones a naciones con menos remilgos cambioclimáticos  (Ejemplo: España vs Marruecos)

. No hace muchos años rara vez se consideraba el interés en trabajar para otra persona, ahora casi toda la población es asalariada o funcionarial.

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El horrendo corporativismo de los Estados Occidentales y las grandes corporaciones cambió todo eso. Y para que tuviera éxito para los magnates de la clase corporativa y los gobiernos mastodónticos, era necesario embrutecer a la sociedad. ¿Y qué solución más perfecta podría haber para adoctrinar a toda una sociedad que una existencia similar a una prisión y un lavado de cerebro. Junto con centros de entrenamiento en la obediencia llamados escuelas ‘públicas’ (gubernamentales)?

Ahora la alfabetización adquirió un significado completamente nuevo, ya que un alto porcentaje seguiría siendo ‘alfabetizado’ (sabía leer), pero solo lo suficiente como para poder entender las órdenes. No para estar intelectualmente despierto y capaz de discutir los asuntos importantes de una sociedad disidente. Simplemente un gran cuerpo de esclavos haciendo el trabajo para sus amos en lugar de trabajar para ellos mismos. Esto es el occidente de hoy, una sociedad débil y, conformista, que rinde culto al Estado; todos viviendo bajo la tiranía. En lugar de ser una sociedad formada por ciudadanos inteligentes, con reglas morales de decisión, felices, con ambición empresarial, pensadores críticos y disidentes.

Mientras la gente continúe esperando que el gobierno les dé cosas a expensas de otros, mientras piensen en el «bienestar» que les promete el gobierno como un derecho – pronto ni eso-, mientras esperen ser protegidos o enriquecidos por las leyes y políticas gubernamentales, mientras miren al rebaño colectivo en lugar de a sí mismas, mientras esta sumisa población continúe ‘votando’ y aceptando a sus amos políticos, y mientras las personas no se conviertan en individuos totalmente independientes y responsables de sí mismos, el Estado gobernará autocráticamente vistiéndose de democracia, y el pueblo será condenado a la esclavitud.

La negación o eliminación total del Estado, junto con sus atroces e innumerables entes e instituciones, – una cuasi acracia, salvo la acequia minimalista que le corresponda- contribuiría en gran medida a permitir que las personas vuelvan a abrazar la idea del individuo, el pensamiento crítico, la autodeterminación, la existencia independiente y recuperen la libertad que han perdido.

Pero ninguna reforma a gran escala funcionará para reparar a nuestros niños, minusválidos de educación y nuestra sociedad minusválida de libertad y de emancipación hasta que volvamos a incluir a la familia en la «escuela» como el motor principal de la educación, desechando la intromisión del corrupto e ideologizante Estado. Separar, en la educación, a los niños de los padres y destruir la propiedad y la familia están siendo los grandes arietes que usan las élites contra nosotros, El Pueblo.

(FiN) El hombre moderno: Ese servil ser manadil e inofensivo

FiN

Un hombre sin alma