
La mente se ha hecho cargo del timón de nuestro barco vital y nos está alejando cada vez más de nuestra verdadera naturaleza. Estamos en manos del timonel equivocado. De la feliz pareja que dirigía nuestras vidas, el cuerpo y el alma, sólo nos hemos quedado con una, el cuerpo con su mente. Mientras hemos diluido el alma en meras emociones, siendo que la emoción no es más que un grado minorado, animalizado, del sentimiento. La emoción es la parte hormonal, o sea un modo de recompensa o de alarma puramente física, la parte más animalizada del cerebro del hombre. Mientras que los sentimientos forman parte del alma y son característicos de cada persona. Cada persona tiene su grado o calidad de sentimiento distinto ante una misma situación. (Un hombre sin alma)
Un hombre sin alma
Al buen hombre eterniza
El corazón del hombre By Escritor Español Petrusvil
el corazón que le adorna.
Latir transciende su vida.
Lúcido vive, no razona.
Su mundo agranda e ilumina
y así en la pena no zozobra.
En su amplio mirar se fascina
y le enseña a amar sus obras.
Se entrega entero, no limita
su desprendido amor personal
Muestra lo bello que anida
en el vasto mundo que mora.
Lugares ignotos transita
que la sierva razón ignora.
El alma explica la clarividencia, la intuición, la corazonada… Ocurre que el ser humano rehuye de sus intuiciones o de sus corazonadas por miedo, por inexplicables, porque está más cómodo en el reino de la razón donde todo es explicable y puedes acomodar la realidad a sus deseos de tenerlo todo controlado. Es fácil autoconvencernos por la mente del por qué tomamos decisiones presentándonoslas como correctas o adecuadas cuando en realidad sólo las hemos ‘racionalizado’.
Evitamos los pálpitos, las visiones, y otros más como la perspicacia, la sagacidad, el presentimiento y el pálpito. Son peligrosos porque no tienen explicación racional. Y es ciertamente así porque esas son cualidades del alma. Perdemos así una ayuda que el alma entrega generosa a nuestras vidas, esas en las que decidimos que haremos o no algo según nos dicta el corazón o la conciencia. Cuantas veces se decía: he hecho esto porque ‘he tenido una corazonada’.
El alma nos la ha dado Dios – somos hechos a su imagen y semejanza- y en ella está contenido el Logos (Razón, principio racional del universo) es el producto de la mente trascendente, es decir el alma. Si Udes. no son creyentes, al menos, admitan la capacidad humana para transcender y sepan que esa cualidad no proviene de la razón porque, en sí, es una creencia.
Un hombre sin alma
La cultura occidental tiene un problema: deja que la mente, la razón, domine todos los aspectos de nuestra vida y eso tiene graves consecuencias. La mente, con su pensamiento lógico y frío – marmóreo- , es una herramienta útil – nada más que eso- que solo se apresta a ayudarnos a lidiar con la vida. Nada más, y nada menos a fuer de ser justos. Pero, de alguna manera, sin embargo, logró ascender al rango de «regente». La mente con su pensamiento ahora domina nuestra vida, lo que significa una reducción de la complejísima realidad del mundo y de las personas a meras conexiones lógicas. Qué patética simplificación, qué paso atrás, pero que nuestras mentes celebran ruidosamente como «progreso».
La ciencia como producto de la razón, aunque portentosa creación del hombre, es coja. Se limita a interpretar la realidad con modelos por lo que no obtiene una aprehensión completa de la misma. No hay teorías científicas verdaderas – la verdad es cosa que atañe a la filosofía y al alma siendo cosa pues al alcance de cada hombre, no solo del filósofo- decía que no hay teorías científicas verdaderas sino no refutadas todavía porque, aún en su magnificencia, la ciencia sólo es una incompleta representación del hombre y del cosmos y siempre lo será. Y su hija putativa, la tecnología, se ha convertido en una diosa a la que se somete el hombre.
Existe una relación evidente entre la quiebra del orden moral que acontece si se diluye la espiritualidad; y la quiebra de la civilización, cuando esta se desvincula de los órdenes morales.
Salvar al hombre de la tecnología requiere recuperar su espiritualidad by Escrtitor Español Petrusvil
Se podría decir que cuanta más ciencia – y tecnología – posea una cultura, tanta más religión necesita; porque si no el exceso científico y tecnológico se pondría por delante del hombre. Dicho de otro modo, este no tendrá asidero que embride a ese caballo desbocado por el que está siendo dominado. Si no asentamos con una mayor espiritualidad los avances tecnológicos y los situamos en el lugar que les corresponde; como magníficos medios y no como fines absolutos, estos doblegarán nuestra voluntad a través de una falsa exhuberancia vital. Nos mantendrán entretenidos mientras se nos pasa la vida. Al hombre espiritual la vida no se le pasa, la vive en plenitud.
Mientras escuchamos a nuestra mente y creemos en sus indicaciones, caminamos por un mundo desencantado y despojado de sus riquezas naturales y espirituales. Hemos heredado un vacío emocional interior que amortigua las intensas vibraciones de la vida y deja frío el corazón y el alma, lo que se traduce en aislamiento, soledad y depresión, entre otras muchas cosas.
Un hombre sin alma

Sin embargo, con su pensamiento progresista forjado sobre la voluntad de poder del hombre, la cultura occidental no sólo se ha distanciado de la Verdad Suprema sino también del alma humana. Hemos olvidado el alma porque hemos olvidado la dimensión divina. Lo Divino trasciende nuestro entendimiento, así que lo hemos reducido, lo hemos empaquetado en escrituras y en conceptos teológicos.
Lo que hicimos con Dios, eliminándolo de nuestras vidas, lamentablemente también lo hicimos con nuestra alma. Debido a que la pureza original del alma en forma de conciencia rechaza nuestro orgullo y egoísmo y el hombre de hoy adolece de esas “virtudes centrinas”, también la hemos reducido y arrastrado – escondido- hasta el nivel de la psique. El daño que hicieron las teorías de Freud al alma todavía no ha concluido su destructora tarea. De esta manera, el alma fue despojada de su verdadera cualidad: la capacidad de sentir, la percepción cálida y amorosa. Siendo así que el sentimiento es una de las formas superiores incardinadas en el alma.
Lógicamente, anhelamos el calor del corazón y los sentimientos intensos. Mientras tanto, llamamos alma a la psique, pero no es nuestra alma real, es un constructo de la mente. Por desgracia, hemos olvidado el alma real porque va más allá de nuestra mente limitada. Todo nos lo ponemos muy fácil: en lugar de desarrollarnos hacia reinos superiores de conciencia, reducimos la realidad a un nivel que nos resulte soportable. Ahora estamos atascados con nuestra conciencia en este nivel psíquico, de insatisfacción, deseos, miedos, caos emocional y problemas de relación. Si consideramos que la psique es el alma real, entonces haremos lo que ella nos diga. Y la psique no es más que la parte animal que ronrronea por nuestra mente.
Desafortunadamente, la mente tiene miedo de cualquier cosa más allá de su pequeñez y sus limitaciones. La Vida, Dios, la Verdad Suprema, el Alma, el Amor Verdadero… están mucho más allá de nuestra comprensión sin la intervención de la fe o la verdad revelada. Pero debido a que la mente no puede soportar esto, trata de crear un mundo de tamaño manejablemente humano en su lugar.

Un hombre sin alma
Un mundo de viabilidad, cálculo, avance tecnológico y rentabilidad. Sin embargo, este mundo artificial no tiene corazón, es frío y sin sentimientos. Por eso buscamos la emoción en nuestras vidas, como pobre sustituto del sentimiento siendo este de una calidad muy superior. Es por eso que necesitamos drogas, alcohol, películas de acción, agendas ocupadas y viajes para darnos la ilusión de que estamos al menos un poco vivos o peligros con emociones fuertes que disparen nuestras hormonas y de alguna manera todavía podamos sentir algo aunque sólo sean sensaciónes hormonadas. El deporte cotidiano con ser una fuente de salud también se convierte en una adicción no sólo por el narcisismo de nuestra era sino porque inunda el cuerpo de hormonas. La dopamina (neurotransmisor del placer), la serotonina (sensaciones de bienestar, relajación y satisfacción) y la endorfina (que estimula las zonas del cerebro donde se generan las emociones placenteras).
Otras culturas son menos «progresistas» que la nuestra, pero son bendecidas con un corazón cálido, con más sentimiento y con el alma llena de vida. Secretamente los llamamos «primitivos», aunque por mor de lo políticamente correcto nos esforzamos mucho por no usar esa palabra. Nuestra arrogancia occidental secretamente se siente así, porque estamos fascinados por nuestro propio progreso tecnológico y digital. En nuestro pensamiento progresista no podemos percibir y experimentar la riqueza natural de estas culturas. Porque estamos limitados al pensamiento lógico y la mente que es tan sagrada para nosotros. ¡Qué pobreza vital y espiritual, pero ello lo consideramos progreso!
Pero, ¿cómo salimos de este estancamiento vital? Desarrollándonos hacia arriba, para salir de este reptar sobre la tierra. Volviendo nuestro enfoque a la esencia de la vida. Durante demasiado tiempo, la atención se centró en lo que era importante para nosotros personalmente: reputación, dinero y éxito. ¡El enfoque estaba en nuestro ego! Esto nos ha alejado de la esencia de la vida. Y seguimos postergando el camino de regreso. Hemos pospuesto el reenfoque por su complejidad y su dolor inmanente hasta que hayamos olvidado lo que realmente importa, la esencia de la vida. Sea lo que sea, cuídala, cuídala y escúchala, y encontrarás una riqueza que la razón no puede ni comprender ni alcanzar.
(FiN) Un hombre sin alma
FiN
La advertencia huxleyana: La tecnología tiene ideología