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Declaración de derechos y política

Escritor Español Petrusvil

Poeta, escritor, divulgador y analista.
06/05/2021
Tiempo de lectura 2 minutos.
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Declaración de derechos y política

La declaración de derechos es un contrato de naturaleza política que excluye como derecho todo aquel que no esté declarado. Y otorga al político la función exclusiva de inventar u ofrecer, sin limitación alguna, otros nuevos. Cuando un derecho humano se escribe en un papel y se aprueba en el ámbito político se convierte en una concesión otorgada por ellos, y deja de serlo de facto.

Queda regulado, constreñido, sujeto a lo escrito; y a todo lo que el regulador, siempre limitado y mediocre en la comprensión de lo humano, imagine sobre su verdadera naturaleza. Al ser declarado derecho se convierte en política, cuando lo propiamente dicho es que es una condición natural del hombre, de su dignidad como persona. Los derechos los tiene el hombre sólo por el hecho de ser hombre. Están ahí, existen per se, sin necesidad de formalizarlo en un papel.

Lo terrorífico de este asunto es que siendo una concesión política esta puede ser arrebatada cuando lo consideren conveniente a sus intereses. Propiamente este acto declarativo conduce a que el derecho que se nos otorga políticamente nos pueda ser arrebatado por los mismos que nos lo concedieron perdiéndose el carácter inalienable que otorgaba el derecho natural que los elevaba a alturas superiores a la política protegiéndonos de los posibles abusos de poder de la oligarquía dominante de turno. Hay que recordar que el derecho natural propugnaba la existencia de un conjunto de derechos universales, anteriores, superiores e independientes al derecho escrito, al derecho positivo y al derecho consuetudinario.

Nos sólo nos conduce a la usurpación de nuestros derechos, ya grave de por sí en lo que a nuestra libertad atañe, también arbitrario y alienante es el «invento de derechos» que más miseria moral aun si cabe traerá a la humanidad. Nuevas hornadas de artificiales concesiones, de derechos imaginarios, sodomizan la voluntad de los individuos. Atrapadas sus mentes en el goce de una nueva lujuria de merecimientos no ganados, ansían la felicidad estéril del que no se obliga.  

Un negocio muy lucrativo

«No hay negocio más lucrativo que luchar por derechos que ya se tienen, en nombre de opresiones que no existen, con el dinero de aquellos a los que se califica de opresores.»

Thomas Sowell

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Sufrir, luchar, esforzarse, sentir dolor, amar a sabiendas de la renuncia que a uno mismo conlleva. Entender que mis elecciones son mi responsabilidad y asumir sus consecuencias. Ser infeliz y superarlo. Llorar, sentirse impotente y renovar los ímpetus. Buscar con ahínco la excelencia y gozar del trabajo bien hecho,  es decir, amarlo.

Todo esto ya no es humano. Ya no se estila porque nuestros derechos están escritos, inventados, modificados a conveniencia de un constructo endulzado con miles de derechos. Una sutil obra de deconstrucción sobre las ruinas del hombre que con mayúsculas pregonaba su grandeza. Ese que éramos y estamos dejando de ser sometidos a una lenta pero, acaso, definitiva alienación.  

Acaso el más absurdo de estos derechos de nuevo cuño laicista: El derecho a la felicidad, es el mas peligroso y dañino de todos.

Antaño, muchas veces el hombre se perdió, olvidó su verdadera naturaleza, pero siempre supo reencontrarse. No tendrá felicidad ahora que se ha perdido, por ley, de sí mismo. Sí, tendrá una felicidad falsa, virtual,  autoengañada… una nueva «religión»  sin esperanza.    

Y es que para ser feliz hace falta muy poco. Desde luego la felicidad no estriba en que me la concedan sino asumir la condición humana, vivirla dignamente y lanzarse a la vida con amor.

Declaración de derechos y política

(Escrito el 25 de abril de 2015 | Actualizado el 6/5/2021)

FiN

Política, economía y corrupción

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