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La nueva normalidad: El capitalismo-totalitario benefactor

25/11/2021

Escritor Español Petrusvil

Poeta, escritor, divulgador y analista.
Tiempo de lectura 9 minutos.
La nueva normalidad: El capitalismo-totalitario benefactor

Tabla de contenidos

La esencia del totalitarismo — independientemente de la ideología de la que provenga— es un deseo omnímodo de controlar; completamente la sociedad, cada aspecto de lo social e individual, cada comportamiento y forma de pensar. Todo sistema totalitario, ya sea una nación – nacionalismo-, una pequeña secta o cualquier otra forma que tome, evoluciona hacia esta meta última de control utópico. La transformación ideológica total y el control de cada elemento de la sociedad; la búsqueda fanática del control globalizado, de la uniformidad absoluta en el pensar – pensamiento único-;y la eliminación de todo disenso, es lo que caracteriza intrínsecamente al totalitarismo. ( La nueva normalidad: El capitalismo-totalitario benefactor )

Si la primera mitad del siglo XX fue el era de los ingenieros técnicos, la segunda mitad bien puede ser la era de los ingenieros sociales y el siglo xxi, supongo, será la era de los Controladores Mundiales, la casta científica sistema y Un Mundo Feliz.

Aldous Huxley

La nueva normalidad: El capitalismo-totalitario benefactor

En qué se diferencia de los totalitarismos del s. XX: En que no tiene ideología

Para contrastar, más propiamente ubicar en lo propio u original, esta nueva forma de totalitarismo, necesitamos entender cómo se asemeja;o difiere de los sistemas totalitarios precedentes.

Las similitudes son bastante claras porque siempre se repiten monótonamente: la suspensión de los derechos constitucionales, el gobierno institucionalizado por la via de decretos,;el aprovechamiento de las debilidades en las leyes de la democracia, la propaganda oficial – en modo goebbelsiano puro-,;los rituales de lealtad pública, la proscripción de la oposición política, la censura, la segregación social,;los “escuadrones” violentos que amenazan y aterrorizan al público, etc.

Pero ahora, en llegados a las diferencias, estas no son tan obvias, pero se pueden resumir en un solo y crucial punto: El nuevo totalitarismo;– que he dado en llamar eufemísticamente “benefactor”- difiere fundamentalmente de los totalitarismos que emergieron en el s. XX en que carece de ideología; si bien bebe o integra en su seno todas las ideologias preexistentes y las de corte más moderno (legetebeismo, generismo, wokismo, … en general todas las nuevas fórmulas neocomunistas de clase victimada, o los neocomunismos hispanoamericanos, Chino e, incluso, el islamismo como Estado Teocrático; como veremos más adelante). El capitalismo totalitario benefactor convive y se superpone a todos ellos para usarlos a conveniencia.

Mientras que el totalitarismo del siglo precedente era más bien nacionalsocialista o comunista y abiertamente “político” con la funesta intención de cambiar el mundo,;el Nuevo totalitarismo benefactor también lo quiere cambiar pero es de corte supranacional, y su “ideología” es mucho más sutil. La Nueva Normalidad no es el nazismo o el estalinismo, es totalitarismo capitalista global o metacapitalismo,;y este capitalismo global no tiene una ideología propiamente dicha sino la dominación “real” per se sin base ideológica, o, más bien,;su ideología es ‘encumbrarse sobre la realidad del mercado’ como élites dominantes y dinásticas. Esta ha sido la evolución del capitalismo triunfante en el mundo entero hacia una suerte de totalitarismo de mercado en manos de unos pocos.

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La política del bien común ha transmutado en el bien común de los políticos

La diferencia más significativa entre el totalitarismo del siglo veinte y este naciente monstruo global es cómo oculta sus, estas sí, intenciones políticas de dominación,;haciéndolas invisibles – y, por lo tanto, inmunes a la oposición política- mediante el argumento omnisciente de que actúan por el bien de la sociedad y que esta,;en el momento presente, necesita de un gobierno global que haga frente a supuestos problemas irresolubles e incluso hecatómbicos;– más propiamente, inventados- : La pandemia Covid, El Cambio Climático, El hambre, La desigualdad, …, es decir, todos aquellos que aparecen desglosados en la Agenda 2030 o en el Forodavismo.

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Al situar el bien como vórtice de su motivación travisten sus intenciones bajo un manto moral, “cuasi religioso”,;lbajo el que evita la crítica y la oposición política al situar su acción “por encima del bien y del mal”,;como dogmas de fe irrebatibles sujetos, eso sí, a una “realidad habilmente construida” incuestionable. Y dado que el asunto se torna religioso, creencial, cualquier actitud disidente será tachada de hereje sin necesidad de debatir sobre ella. Es decir, el fin de la afamada democracia como tal. Aquí no interviene ni la ciencia ni la política sino la creencia;en “lo mejor para el mundo” como fe real e inmutable que se sitúa por encima de todo.

Item más, estas élites autoencumbradas se sienten legitimadas por su estatus benefactor;a hacer cualquier cosa para lograr sus objetivos de dominación “cuasireligiosa” y dinástica por el “bien común”;– su bien común- sin que les tiemble la mano ni les asome la duda porque están “moralmente” legitimados permanentemente por su bienintencionada bondad autoadjudicada. La política del bien común ha transmutado en el bien común de la política.

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La Covid como catalizador del cambio de paradigma

Mientras que el totalitarismo del s. XX llevaba su política en la manga, el Nuevo totalitarismo benefactor ha presentado sus credenciales como una reacción no ideológica,;es decir, suprapolítica y supranacional a una supuesta emergencia de salud pública global. No podemos saber si se ha limitado a aprovechar la Covid para promover sus “soluciones”;o si esta enfermedad “asimilada a las dramáticas epidemias del medievo para aterrorizar al pueblo” ha sido convenientemente;provocada para actuar como catalizador del cambio de paradigma. De hecho esta contingencia mundial ya había sido analizada como posible en los años previos al SarS-CoV-II.

Hemos visto pues como este totalitarismo ha sabido usar las características del totalitarismo clásico — por ejemplo, la revocación de los derechos y libertades básicos,;la centralización del poder, el gobierno por decreto, la vigilancia policial opresiva de la población, la satanización y persecución del disidente,;la figura del «chivo expiatorio» en el invacunado, la censura, la propaganda, etc. — no se nos ocultan,;porque son imposibles de ocultar, sino que se recontextualizan en una narrativa oficial benefactora.

Los Untermenschen (el «subhumano» del nazismo) se convierten en «los No Vacunados». «Los pins de esvástica” se convierten en “mascarillas” o pins de la Agenda 2030. Los documentos de identidad arios se convierten en «pases de vacunación» o “pasaportes covid”, cuyo próximo paso, ya anunciado,;es que estarán sujeto a caducidad y renovación – el control absoluto por via administrativa de salud pública, ya ven-. «Las restricciones sociales» irrefutablemente sin sentido y los rituales obligatorios de obediencia pública se convierten en «bloqueos», «distanciamiento social», «saludos con el codo» y así sucesivamente.

La primera prueba que se hizo de perder libertad a cambio de seguridad pública –;cuando el terrorismo de Al-Queda- mostró a la clase política que se aceptaba por la población tal grado de restricción; con lo cual ha sido fácil volver a instrumentalizar el método de volver a pedir perder libertad;– esta vez sin disimulo y a lo bestia- a cambio de salud pública.

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Funciona como un sistema de creencias, colocado hábilmente sobre una «realidad objetivada»

El mundo está unido en una guerra total goebbelsiana, no contra un enemigo externo;(es decir, un enemigo nacional, racial o político) propio de los totalitarismos del s. XX, sino contra un enemigo interno y patologizado: Nosotros mismos y nuestra libertad individual,;ya que somos nosotros mismos, en el uso de nuestra libertad, los causantes últimos de las desgracias y cataclismos que nos asolan – según ellos-.

Esta narrativa oficial benefactora es más poderosa (e insidiosa) que cualquier ideología,;ya que funciona, como un sistema de creencias o ethos, colocado hábilmente sobre una «realidad objetivada», es decir, fabricada por ellos. «No se puede discutir ni oponerse» a su realidad. «La realidad» no tiene oponentes políticos. Y hacer frente a la «realidad» totalitariamente objetivada por ellos no admite crítica; ni la habrá por parte del común de los mortales porque o bien está aterrado o bien ha sido convenientemente «concienciado» o, más propiamente, abducido por la narrativa benefactora.

Aquellos que desafían la «realidad » son «locos», es decir, «teóricos de la conspiración», «anti-vaxxers»,;«negacionistas de la covid», del «cambio climático, de la sostenibilidad», etc. Y, por lo tanto, la Nueva narrativa normal-benefactora destruye a sus oponentes políticos,; despojándolos simultáneamente de legitimidad política y proyectando su propia violencia sobre ellos.

El totalitarismo del siglo XX también culpó de su violencia a sus chivos expiatorios (es decir, a judíos, gitanos, socialistas, contrarrevolucionarios, etc.);pero no intentó borrar su violencia. Por el contrario, la exhibió abiertamente, con el fin de aterrorizar a las masas. El Nuevo totalitarismo benefactor no puede hacer esto. La aterrorización de las masas se lleva a cabo, entonces, por elementos externos hábilmente construidos o exagerados como la «pandemia Covid» o «la emergencia climática global». Vemos pues que la culpa es de raiz externa pero, también, tiene su componente interno patologizado en ese «culpable» modo libre de obrar del individuo, como he explicado antes,

El nuevo totalitarismo benefactor no puede ser abiertamente totalitario, porque proviniendo o surgiendo del capitalismo, estando este enfrentado al comunismo, ambos, son ideológicamente contradictorios o excluyentes.

La nueva normalidad: El capitalismo-totalitario benefactor

«Una dictadura perfecta tendría la apariencia de una democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros en la que los presos ni siquiera soñarían con escapar. Sería esencialmente un sistema de esclavitud, en el que gracias al consumo y el entretenimiento, los esclavos amarían su servidumbre.»

Aldous Huxley (Un Mundo Feliz (1932))

Simulación de Democracia y libertades «básicas de mercado»

El capitalismo global benefactor no funcionaría como una ideología oficial en una sociedad abiertamente totalitaria. Necesita de una suerte de simulación de la «democracia» o, al menos, una simulación de la «libertad basada en el mercado». Una sociedad puede ser intensamente autoritaria,;pero, para funcionar en el sistema capitalista global-benefactor, debe permitir a su pueblo la «libertad básica» que el capitalismo ofrece a todos los consumidores,;el derecho/obligación de participar en la supuesta «democracia» y en el mercado, de consumir, de poseer e intercambiar bienes, etc.

Esta «libertad» puede ser condicional o extremadamente restringida, pero debe existir hasta cierto punto. Arabia Saudita y China son dos ejemplos de sociedades globalcapitalistas abiertamente autoritarias que,;sin embargo, no son totalmente totalitarias, porque no pueden serlo y, a la vez, seguir siendo parte del sistema global-benefactor. Sus ideologías oficiales anunciadas (es decir, el fundamentalismo islámico y el comunismo) básicamente funcionan como superposiciones superficiales;sobre el capitalismo global-benefactor que dicta la «realidad» en la que todos vivimos. Estas ideologías «superpuestas» existen, no son falsas, pero cuando entran en conflicto con el capitalismo global-benefactor, adivinen quien gana en el envite. Tan sólo Irán y Corea del Norte parecen escapar a este nuevo totalitarismo pero es que ya tienen bastante con el suyo propio.

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Me parece que la naturaleza de la última revolución con la que ahora nos enfrentamos es precisamente esto: Que estamos en el proceso de desarrollar toda una serie de técnicas que permitirán a la oligarquía dominante, que siempre han existido y siempre existirá, conseguir que la gente ame su servidumbre.

Aldous Huxley. (Berkeley -1962)

Promete la igualdad comunista a la par que el bienestar capitalista

Lo cierto es que la nueva normalidad del capitalismo totalitario benefactor no puede mostrarse como totalitarismo, o incluso como autoritarismo. No puede reconocer su naturaleza política. Para existir, no debe existir. Observarán udes. que toda esta construcción del capitalismo totalitario benefactor se ha realizado fuera de los ámbitos ideológicos y políticos por entidades como el Foro de Davos y la Agenda 2030 auspiciados por el Club Bilderberg, aunque, claro es, apoyados en modo personalista por jefes de Estado, políticos y entes supranacionales. De otro modo no verían Udes. al rey de España y a relevantes políticos españoles – empezando por nuestro presidente Sánchez y seguido por el «jefe de la oposición», Casado-, luciendo pomposamente en su solapa el pin de la Agenda 2030

Por encima de todo, debe borrar toda forma de violencia (la violencia a la que toda política se reduce en última instancia);y aparecer ante nosotros como una respuesta esencialmente benéfica a una legítima «crisis de salud global»; o a una «crisis del cambio climático»; o a una «crisis del racismo»,;y cualquier otra «crisis global falazmente construida» con la que crean que aterrorizarán, concienciarán o seducirán a las masas hasta convertirlas en manadas humanas manejables.

Todo el aparato capitalista global benefactor (es decir, las corporaciones, los Estados, los gobiernos,;los organismos supranacionales, los entes corporativos y estatales, los mass media, las big tech, las universidades, etc.);se ha puesto manos a la obra para lograr su objetivo de dominación benefactora.

Lo único que nos puede salvar es que el ser humano, antes o después, es capaz de reconocer la intrusión en su libertad. Pero esta que se nos presenta es particularmente complicada de salvar; porque promete, a la par que la promesa de la igualdad comunista, la del bienestar capitalista a cambio de tu completa sumisión. Y estas dos jugosas golosinas ofrecidas a la vez son difíciles de rechazar por el humano común que anhela el retorno al paraíso.

Quizás las fuerzas que ahora amenazan la libertad son demasiado fuertes para ser resistidas durante mucho tiempo. Todavía estamos a tiempo, es nuestro deber hacer lo que podamos para resistirlas.

Aldous Huxley

(FiN) La nueva normalidad: El capitalismo-totalitario benefactor

FiN


El plan para un «Nuevo orden mundial» totalitario