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Poder y sociopatía

11/01/2022

Escritor Español Petrusvil

Poeta, escritor, divulgador y analista.
Tiempo de lectura 8 minutos.
Poder y sociopatía

Tabla de contenidos

Recordemos qué es un sociópata: Es una persona no demuestra discernimiento entre bien y mal e ignora los derechos y sentimientos de los demás. Las personas con trastorno de personalidad antisocial tienden a hostigar, manipular o tratar a los demás con crueldad o indiferencia. No muestran culpa ni remordimiento por su conducta. ( Poder y sociopatía )

Poder y sociopatía

El poder

Al rey el poder le toca de lotería familiar, incluso aunque no lo quiera ha de aceptarlo como una obligación, una carga real: “Nobleza obliga”. Puede abdicar aunque generalmente no lo hace. Se le prepara toda una vida para aceptar su misión de una manera natural y ejercerla: Gobierna para sus súbditos no para él. Reyes así ha habido y mágníficos pero también reyes absolutistas.

El político el poder lo ha de ganar. Así que, también, se prepara durante toda una vida pero porque lo quiere, lo desea más que otra cosa. Se prepara para acceder al poder cuanto antes y, más aun, para no soltarlo cuando lo ha obtenido o que le dure lo máximo posible.

Los gobernantes buscan gobernar. Los gobernados, sin embargo, una y otra vez, buscan nuevos líderes, imaginando que a esta irá la vencida. Es como el que juega a la lotería pensando que esta vez le tocará pero nunca le toca. El anhelo del súbdito está en que «este político o este nuevo partido será mejor, nos representará y cumplirá lo prometido». Esto daría para otro análisis sobre el gobernado y su idiocia recurrente que le conduce inexorablemente a la sumisión escéptica perpetua porque sigue votando una y otra vez , aunque “no le toque”; pero eso lo dejaremos para otro día.

Al súbdito le podía tocar o no un rey autocrático pero al ciudadano siempre le toca, al final, un autócrata.

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La autocracia siempre es creciente

Así es, el tan alabado sistema democrático – el menos malo dicen- no funciona muy bien que se diga. Se supone que la idea o la regla del juego es que si los inveterados líderes que se prolongan en sus mandatos se exceden pueden surgir nuevos candidatos que prometan una reversión de la autocracia del anterior, y los elegimos para echar al recalcitrante autócrata. Entonces, el nuevo procederá a poner en práctica esa reversión hacia horizontes más libres.

Ocurre que lo primero siempre se cumple – el caciquismo creciente- pero lo segundo es rarísimo que se cumpla porque el nuevo no suele cambiar nada de lo engendrado por el antiguo y, en un plazo muy corto de tiempo, empieza a caer paulatinamente en el abuso de poder: “El poder democrático también corrompe”.

Además de no cumplir las promesas que hizo el sustituto empieza a adolecer de lo que llamo “la hipoacusia unilateral del gobernante”. Con el paso del tiempo, un año a veces basta, el nuevo gobernante deja de escuchar al pueblo que le votó y sólo se escucha a sí mismo. No gobierna para todos sino para sí mismo.

Todas las decisiones que toma son para proteger y mantener el poder por el que ha luchado desde que decidió dedicarse a la política – desengáñense ya no quedan políticos de vocación sino de profesión-.Y así “en democracia” – frasecita que te sueltan muy ufanos cada dos por tres- vuelve a surgir el modo autoritario. El proceso se lleva a cabo repetidas veces y cada nuevo político – y su partido- asume un poder mayor que el anterior, el país va decayendo lentamente, hasta que finalmente se llega al estado de tiranía.

Pero, ¿qué hay en el fondo de este cáustico proceso de totalitarismo creciente? ¿Por qué parece que nunca ocurre que los nuevos líderes disminuyan realmente su poder y actúen como – y se conviertan en- verdaderos representantes de quienes los eligieron? Seguramente, de vez en cuando deben surgir buenos líderes pero, es como con los genios, hay muy pocos y se hacen de rogar en aparecer. Son eventos raros.

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Buscan obtener el poder e incrementarlo

Para responder a la pregunta anterior, volvamos al principio: “Los gobernantes buscan gobernar”. Gobernar no es una cuestión menor o secundaria; no es un subproducto de lo que buscan, es lo que buscan. Es su propósito inherente. Es la razón por la que se presentaron a las elecciones: Obtener el poder.

Pero entonces, ¿por qué no se presenta gente mejor, más sana y menos obsesionada con el poder, que quieran hacer lo mejor por sus gobernados? ¿Es que ya no hay políticos que se den por y para el pueblo?

Bueno, ocasionalmente los hay, sobre todo en los políticos jóvenes que conservan algo de su virginidad y en niveles más bajos de los cargos públicos, pero pronto descubren que la política es un negocio desagradable y que sus compañeros políticos los detestan por su integridad; y que para subir hay que pisar cabezas. En efecto, se encuentran aislados y estigmatizados, como el policía neoyorquino Frank Serpico de la famosa película, un cordero entre depredadores. En un entorno así, es poco probable que un «buen tipo» dure mucho tiempo. Por el contrario, los que tienen más probabilidades de llegar a un cargo público y de permanecer y medrar en él son los que con más ahínco desean gobernar.

Entonces, si seguimos este razonamiento, ¿qué tipo de seres son esos que más desean el poder, y gobernar? Pues, usualmente, son los que más obsesivos en su deseo de controlar a los demás. Más aún si poseen este deseo en un grado superlativo, incluso patológico.

Cuanto más grande sea el país, mayor abundancia de estos seres y mayor será la probabilidad de que los patológicos no sólo se presenten, sino que harán lo que sea necesario para tener éxito. Por tanto, sus probabilidades de éxito inicial y continuado son mucho mayores que las de los candidatos «buenos».

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Las características del político moderno: Narcisismo y sociopatía

Si la lógica anterior es correcta, deberemos encontrar nuestras legislaturas llenas de gente patológica. Sociópatas.

En un país grande, casi todos los candidatos, en todos los partidos, podrían responder a esta descripción, lo que garantizaría que los puestos más altos estarían ocupados por aquellos que son más patológicos. (Se estima que aproximadamente el 6,2% de cualquier población es susceptible de ser narcisista y el 4% son sociópatas). Veamos una lista de rasgos de carácter de cada una de estas psicopatías y preguntémonos si las descripciones se ajustan a alguno (o a todos) de los gobernantes de su nación.

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Narcisismo

Sentido grandioso de autoimportancia y autocomplacencia
Ocupado y preocupado por fantasías de éxito y poder ilimitados
Requiere ser admirado en exceso
Tiene un marcado sentido del derecho
Es un explotador de los demás
Carece de empatía
Demuestra un comportamiento arrogante y altivo

Sociopatía

Encanto superficial y gran inteligencia
jFalta de fiabilidad
Falta de veracidad y de sinceridad (Son profundamente falsos y mentirosos)
lFalta de remordimiento y de vergüenza ajena
Falta de juicio y falta de aprendizaje basado en la experiencia
Egocentrismo patológico e incapacidad de amar

Rasgos políticos conductuales

Al examinar los rasgos anteriores y compararlos con los que observamos en nuestros líderes políticos, ya no nos preguntamos por qué nuestros líderes no son más veraces, más fiables, más representativos, menos arrogantes, etc. De hecho, en cualquier situación, podemos esperar que los líderes se extralimiten en cada una de las siguientes categorías:

  • Un supuesto derecho a ejercer el poder (tanto sobre el electorado como sobre otros estados soberanos)
  • Ausencia extrema de preocupación por la verdad o la integridad (la realidad se convierte en lo que el líder decide que es)
  • Falta de verdadera preocupación por el electorado a cualquier nivel (aunque la «preocupación» puede muy bien fingirse)
  • Incongruencia y falta de fiabilidad en las acciones y la formulación de políticas. (Cambios de opinión y criterio según conveniencia política, sin importarle que se note)
  • Fascinación por las oportunidades de conflicto armado (tanto nacional como internacional)
  • Desdén por el sacrificio de las vidas de otros en situaciones de emergencia, catástrofes o de combate o (la emergencia, la catástrofe o el conflicto armado es un juego interesante del que sacar tajada, más que un infortunio)

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Aplique las tres listas anteriores a sus gobernantes

Sea cual sea el país de residencia del lector, podría ejercitar la relectura de los puntos anteriores, mientras se imagina a cada uno de los últimos líderes que ha tenido su país, y preguntarse si estos rasgos se aplican a ellos. (Una vez más, cuanto más grande sea el país, más probable será que se marquen más casillas, con respecto a cada líder, independientemente del partido político). Item más, si el lector decide ampliar la comparativa con los que se encuentran en el segundo y tercer nivel de poder (viceprimer ministro, vicepresidente, ministro de Hacienda, ministro de Exteriores, etc., dependiendo del cargo), mi modesta opinión es que estas personas de segundo grado de poder también encajarían bastante bien en los perfiles narcisistas y sociopáticos.

Esté en el país que esté, Ud. ya está en una tiranía o va camino de ella

Podemos conjeturar que, tanto si un Estado soberano se fundó como una república libre (por ejemplo, la antigua Roma o Estados Unidos), como si se fundó desde el principio como un Estado opresor (por ejemplo, Francia o la Unión Soviética o China tras sus respectivas revoluciones de 1799, 1917 y 1949), es seguro que los individuos patológicos serán los que más desesperadamente busquen el cargo de poder máximo dentro de esas naciones. Esto significa entonces que, con el tiempo, el nuevo Estado – inicialmente libre – progresará invariablemente hacia la tiranía, y el inicialmente opresor aumentará su ya existente tiranía hacia extremos inimaginables, y todo prosigue in crecendo hasta que se acabe con el sistema – una nueva revolución o un alzamiento popular- y se vuelva a comenzar de nuevo.

Lo que esto significa es que el lector podría evaluar el punto al que ha llegado su país en su decadencia democrática y considerar si ha alcanzado el punto en el que comienza la disminución de sus propias libertades, de su libertad personal para vivir su vida como le venga en gana.

Poder y sociopatía

Si vive en España

Aplique a Sánchez las tres listas que le he dado ¿verdad que es un narcisista sociopático? ¿Verdad que cumple todos los puntos de la lista de rasgos políticos conductuales que le he dado? Excepto uno: jamás se meterá en un conflicto armado por su cobardía. Ahora aplique los mismo a su presidente de Comunidad Autónoma. ¿Es Feijóo otro sociópata? ¿Hay alguno más?

En España, por ejemplo, llevamos muchos años de pérdidas de libertad personal, de hiperregulaciones y leyes cada vez más asfixiantes y complejas, con un sistema impositivo cada vez más extractivo, con una deuda pública que no ha dejado de crecer, una corrupción galopante y bajo tiranías democráticas alternantes que han ido aumentando progresivamente su grado de control y avasallamiento de los ciudadanos sin corregir o enmendar ninguna de las sucesivas leyes injustas o sectarias que se han ido aprobando. Con el agravante de la dispersión, reparto y amplificación del poder tiránico con las caciquiles taifas de las Comunidades Autónomas.

Pregúntese cuanto tiempo hace que Ud., realmente, no hace lo que le viene en gana o qué cosas de las que hacía antes echa de menos. Esto es una buena manera de percatarse de la pérdida de libetad que ha sufrido Ud. realmente no se percata porque la retirada de libertades las llevan a cabo «calentando muy suavemente el agua del caldero donde ud. está».

La buena noticia es que, en cualquier momento de la historia, existen países que se encuentran en diferentes etapas de decadencia, y Ud. tiene opciones en cuanto a dónde podría irse a residir, trabajar e invertir, si desea seguirlas o está ya hasta las gónadas. ¡Si no están dispuestos a sublevarse, vayan pensando donde quieren irse para mandar al carajo a estos sociópatas del poder!

(FiN) Poder y sociopatía

FiN

¿Quién mueve los hilos del mundo?