Los autos eléctricos y las «vacunas» son similares en el sentido de que ambos tienen defensores delirantes: creyentes que son inmunes a la razón; hostiles hacia los hechos que les desacreditan, que se aferran a sus creencias con una devoción que es un culto inveterado. (Los que creen en los coches eléctricos y las vacunas ARNm son el mismo tipo de creyentes)
No importa, por ejemplo, que las “vacunas” –como se les denomina– no hagan lo único que hasta ahora siempre ha sido lo que ha definido una vacuna; que es provocar una respuesta inmunitaria en las personas que las toman y protegerlas de la infección.
A las personas que defienden los vehículos eléctricos no les importa que no sean, objetivamente «limpios», si con ese término uno quiere decir que su fabricación y uso dan como resultado la emanación al medio ambiente de algo menos de lo que algunos afirman ser responsable del «cambio climático» inminente y catastrófico.
Observe la notable similitud de ambas actitudes, el mismo catastrofismo anunciado, la misma exageración y tergiversación del supuesto problema de fondo, para justificar la «cura» o resolución del problema mediante una creencia, más que una realidad en sí.
Las personas fueron aterrorizadas abusivamente por un «virus» que resultó ser una amenaza muchísimo menor de lo que dijeron, con una certeza que decían científica. La amenaza se exageró implacablemente, mediante informes cada hora de recuentos de «casos», que quienes los informaron sabían que no eran indicativos de la amenaza real.
Los que creen en los coches eléctricos y las vacunas ARNm son el mismo tipo de creyentes
De una pieza similar es el informe terrorífico de la «catástrofe climática», que millones de personas ahora se creen que es real, al igual que a millones se les hizo creer que había una «pandemia», a la que la OMS le cambió el nombre para que colara.
Cuando se les señala a los creyentes – en las “vacunas” – que estas no “funcionan”, en el sentido de que no inmunizan a la persona que las toma – el creyente simplemente cambiará de prespectiva y hablará del supuesto efecto paliativo que las “vacunas” tienen; es decir, que quienes los toman tienen menos probabilidades -supuestamente- de enfermarse gravemente .
Observe que no hay reconocimiento por parte del alocado creyente de que lo que se afirmó al principio, que las «vacunas» inmunizarán, ha resultado ser una afirmación completamente falsa. Observe que este hecho de perogrullo no cambia su creencia ni un ápice.
De manera similar, el creyente de los vehículos eléctricos eludirá las observaciones fácticas sobre el hecho de que una carga «rápida» significa esperar al menos seis veces más (es decir, unos 30 minutos) para lograr lo que se puede hacer rápidamente (cinco minutos o menos) cuando se trata de un automóvil convencional. Comenzarán a hablar sobre «cargar durante la noche», y cuando les preguntes, ¿qué sucede si necesitas llegar a algún lugar ahora mismo? – comenzarán a hablar del sexo de los ángeles disimuladamente o de cualquier otra cosa.
Los que creen en los coches eléctricos y las vacunas ARNm son el mismo tipo de creyentes
Los creyentes en las “vacunas” no quieren escuchar sobre sus peligros conocidos a corto plazo o desconocidos a largo plazo, ni el hecho de que estos peligros han sido omitidos deliberadamente, por las mismas personas que se benefician, tanto financiera como políticamente, de las “vacunas”. No les molesta en absoluto. Más bien, les molesta cuando se señalan los hechos incontestables.
Del mismo modo, los hechos sobre los peligros de los coches eléctricos, incluido el peligro mucho mayor de que se incendien, ya sea como resultado de las fuerzas de impacto en un choque o como consecuencia del sobrecalentamiento durante una carga. O sobre dónde irán a parar las contaminadoras baterías desgastadas o el CO2 que emiten en su fabricación o el CO2 que emite la generación de la electricidad que consumen. Estos hechos les molestarían si los coches en cuestión no fueran eléctricos, pero como son eléctricos tienen derecho de pernada.
En ambos casos, los vehículos eléctricos y las «vacunas», a los creyentes no les preocupa que se estén forrando las farmacéuticas o los fabricantes de coches como resultado de las intervenciones gubernamentales. Ese dinero se está haciendo a través de la coerción en lugar del convencimiento: ¡Que hay un gran motivo de ganancias detrás del impulso para que todos quieran tener un vehículo eléctrico o quieran vacunarse una y otra vez, compulsivamente!
Los creyentes de los vehículos eléctricos no quieren escuchar sobre el costo de reemplazar las baterías de los autos eléctricos, o el costo de los propios vehículos eléctricos. Insistirán en que el costo está bajando, a pesar de que no hay evidencia de que lo esté, o que lo haga alguna vez.
Los creyentes de las “vacunas” no quieren oír hablar del costo de casi eliminar la responsabilidad civil de los cárteles de la bigfarma que ganan miles de millones a través de la inyección forzada de cientos de millones con sus “vacunas”. Estas mismas personas probablemente nunca comprarían un automóvil eléctrico que viniera sin garantía o protección de responsabilidad.
Pero la razón es un contraataque ineficaz contra la creencia. También podrías haber tratado de razonar con un miembro de la Iglesia de la Cienciología o de cualquier secta antes de beber su brebaje. Y eso estaría bien, si no quisieran que tú también te lo bebieras.
Crean, crean. El mundo está rebosante de creyentes. Los que creen en las vacunas ARNm, en el Cambio Climático, en los coches eléctricos, en el generismo, en los LGTBI, en lo Trans y en lo Woke ¡Jamás hubo tanta sinrazón imperante! ¡Jamás el hombre fue tan irracional y se creyó tan racional!
FiN
Los que creen en los coches eléctricos y las vacunas ARNm son el mismo tipo de creyentes
Un artículo de Science sugiere que las vacunas son inútiles y hasta dañinas