
La resiliencia – fortaleza o dureza psicológica- es la capacidad de recuperarse rápidamente ante una situación difícil. La resiliencia es la suma de varias piezas o pilares que conforman la fortaleza ante los embates de la vida. Los componentes de la resiliencia son también las herramientas que, convertidas en hábitos por simple repetición, te ayudan a superar los momentos difíciles.
Conocer y practicar los ocho pilares de la resiliencia pueden ayudarle a convertir la adversidad en una oportunidad de crecimiento. Para empezar haga una lista de los ocho pilares;y dedique dos veces al día un breve tiempo a repetirselos a sí mismo: Voy a ser perseverante, voy a ser optimista, etc. Por otro lado, cuando hablo de practicar es muy sencillo. Como en todo en la vida, ir paso a paso. Empezar con objetivos sencillos sobre estos pilares – debe ponérselos Ud.- y paulatinamente irlos complicando. Evidentemente la vida le pondrá sus propios retos delante, entonces podrá comprobar como le va. Al margen de ello no ceje en el empeño, con simples tareas repetitivas irá consiguiendo convertir las ocho actitudes de fortaleza psicológica en un hábito; que es de lo que se trata finalmente.
Los ocho pilares de la resiliencia
- La perseverancia; No abandonar cuando las cosas se ponen difíciles es un componente clave de la resiliencia,;ya sea algo tan sencillo como seguir tocando la guitarra aunque te duelan las puntas de los dedos; o simplemente seguir hacendo algo que no le gusta; hasta algo tan abrumador como seguir trabajando en lo previsto a pesar de un gran dolor o una enfermedad. Los japoneses tienen un proverbio: «Cae siete veces, levántate ocho». La perseverancia se practica aprendiendo a no rendirte, primero en cosas sencillas;y luego elevando poco a poco el listón por eso es bueno enseñarla a nuestros hijos pues ya tendrán parte del camino andado.
- El optimismo: Saber que las cosas saldrán bien incluso cuando las cartas vienen mal dadas. Es positivo pensar que un tropiezo es sólo eso, sin darle más importancia que la de esmerarse en evitarlo la próxima vez. Y que la pérdida de una batalla no conduce necesariamente a la pérdida de la guerra sino a un nuevo recomienzo para ganarla. Hay que encontrar los errores para salvarlos en la próxima ocasión; hay que mirarlos con atención e, incluso agradecerlos por lo que de instructivo suelen tener. En el “mañana será otro día” se anticipa lo bueno por venir mañana y se desecha lo malo de hoy que ya es inevitable. Es importante ver el vaso medio lleno en vez de medio vacío. Esa actitud psicológica positiva se practica a través del hábito,;como en todos los puntos que tratamos aquí, sea consciente que pensar;que las cosas van a salir mal provoca que su estado de ánimo lo predisponga a que salga mal. Siempre es mejor ir hacia el problema o la actividad prevista con optimismo y,;si alguna vez no sale bien, olvidarlo rápido y, sobre todo, no ser muy duro consigo mismo.
- La gratitud. Personalmente, durante algunos de esos días oscuros o tristes,;descubrí que estar agradecido por lo que no iba mal, apreciar a la gente que me rodea y reconocer los pequeños milagros de mi vida:es lo que me hizo y me sigue haciendo salir adelante. Hay que llevar bien la contabilidad,;no olvidándose de las cosas buenas que nos pasan aunque haya habido un día con más cosas malas que buenas. Agradecer y saborear lo poco bueno ayuda a superar lo mucho malo. El acto diario de dar gracias al acabar el día por lo bueno,;obliga a repasar el día y este no pasa como si nada hubiera pasado; o como si todo hubiera sido malo porque nos obligamos a recordar la bueno. Los cristianos en esto llevamos ventaja por dar gracias a Dios al acostarnos;y otra vez al levantarnos por amanecer a un nuevo y espléndido día, y así cada uno de los días de nuestra vida. Con los demás haga lo mismo, sea agradecido.
Los ocho pilares de la resiliencia
- La confianza en que puedes manejar los momentos difíciles, incluso cuando estás en medio de ellos. iLa confianza en tus capacidades para afrontarlos significa que, en última instancia, serás capaz de los superarlos. La confianza es también un hábito se adquiere y evoluciona a mejor subiendo la cuesta de la vida escalón a escalón de manera que uno va adquiriendo cada vez más seguridad en sí mismo y no pasa nada porque se suba sólo un escalón y se bajen dos de golpe, hay que seguir perseverando en subir la escalera vital. Sobre todo no mire hacia atrás.
- Rodearse de personas que le quieren y le dan un fuerte apoyo moral es una pieza enorme del ajedrez de la resiliencia. Saber que tienes personas en tu vida que te cubren las espaldas cuando las cosas son difíciles puede darte el ánimo para seguir adelante. Compartir los problemas con esas personas que te apoyan o, sencillamente, te quieren, es una fuente de resistencia añadida, de más optimismo, de gratitud y de una mayor confianza. Expresar verbalmente el problema o el sentimiento a una persona de confianza hará que vea el problema desde otra perspectiva y no que se quede rumiándolo sin conseguir salir de él o sin solucionarlo. Le permitirá ver aspectos que ud., por sí sólo, no consideraría. Por otro lado la expresión de los sentimientos y las emociones a alguien cercano es una descarga emocional que ayuda a sobrellevarlos.
- La flexibilidad: Ser capaz de ver las cosas en tonos grises, en lugar de en blanco y negro, todo muy malo o todo muy bueno, o de dar un paso atrás y ver la situación desde un punto de vista diferente, requiere flexibilidad. Cuando se atasque en un problema o algo le parezca insalvable o se sienta impotente o simplemente triste, a veces basta con dejar de pensar en ello y dedicar la mente a otra cosa – a mí me es muy útil pensar o hacer algo agradable que me guste- para al volver a retomarlo hallar la solución o ver que no era para tanto. A veces uno se va a dormir olvidándose de todo lo que le aflige y, al día siguiente, o en medio de la noche, se despierta con la solución que antes no veía presentándose, de repente, clara y diáfana ante su mente.
- El humor: Cuando tu vida se desmorona a tu alrededor, ser capaz de poner un poco de humor en todo el lío mantiene las cosas en perspectiva y alivia la tensión. Está claro que hay momentos en los que el humor no es apropiado, pero son circunstancialmente raros. Se puede sacar punta a todo, incluso a la pena, viéndola desde el lado humorístico con sólo sacarlo de contexto o exagerándolo todo. Pruebe a reírse de sí mismo, de su enfermedad, de su discapacidad, de sus errores; incluso coméntelos a sus conocidos desde un lado alegre y chistoso. El humor quita importancia a las penas y presta ánimos a seguir adelante a pesar de las contingencias de la vida.
Los ocho pilares de la resiliencia
- La amabilidad y la empatía: Tus palabras amables tienen la capacidad de cambiar todo el día de alguien para mejor. Hay que admitir que puede ser muy difícil alegrarse por alguien que acaba de conseguir el trabajo de sus sueños justo cuando te han despedido recientemente. Sin embargo, la realidad es que su felicidad no empeora tu situación, a no ser que quieras entrar en la amarga madriguera de las comparaciones y la envidia. Compartir la felicidad de quien aprecias es parte importante de la tuya propia. Es muy posible que decir algo amable o alegrarse de verdad por la buena suerte de otra persona te haga sentir mejor. Ponerse en el lugar del otro – la empatía- en una circunstancia dura para otra persona hará que aprenda a modificar su propio comportamiento para afrontarlo de forma más positiva cuando le toque a Ud. pues será algo por lo que ya habrá pasado aunque no haya sido en carne propia.
Todos conocemos a personas que nos inspiran admiración por su capacidad de vivir plenamente a pesar de las grandes dificultades, en ellas debemos mirarnos como modelos de resiliencia. En pocas palabras, es la diferencia entre sobreponerse y quedarse estancado u lamentándose, que de nada le sirve. Llámese resiliencia o resistencia psicológica, la capacidad de lidiar, recuperarse y tal vez incluso aprender algunas lecciones de los momentos difíciles de la vida es la forma de superarlos e incluso de salir fortalecido. Sobre todo, hay que construir el hábito de afrontar los problemas y las penas – pasando paulatinamente de los más pequeños a los más grandes- de manera que le serán más fáciles de afrontar o superar la próxima vez, porque, no se engañe, siempre los habrá.
Los ocho pilares de la resiliencia
FiN
Una sencilla vía de salida del Nihilismo