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La progresiva radicalización del  activismo climático

08/12/2022

Escritor Español Petrusvil

Poeta, escritor, divulgador y analista.
Tiempo de lectura 6 minutos.

La progresiva radicalización del activismo climático
Wouter Mouton,pegadoal vidrio de seguridad” de una obra de Van Eyck

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La progresiva radicalización del  activismo climático

El Cambio Climático es la ideología dominante de las élites mundiales

El movimiento climático es extraño. . . . han tomado el control de todas estas instituciones de élite. La ideología del movimiento es la religión oficial del gobierno británico, incluido el Partido Conservador Británico. Es la religión oficial de las Naciones Unidas. Es la religión oficial del Foro Económico Mundial. Los activistas climáticos han hecho el gran reinicio, que se trata fundamentalmente de una transición a las energías renovables para supuestamente «salvar la tierra». El Cambio Climático es la ideología dominante de las élites mundiales. . . . Los grandes medios de comunicación y las élites globales son básicamente arte y parte de este culto. La idea de que el mundo está llegando a su fin es usual entre los periodistas.

A medida que las voces del extremismo climático se han vuelto más dominantes en la plaza pública, sus demandas se han vuelto cada vez más desquiciadas:

Estamos viendo mucha más retórica extremista y mucha gente participando en una desobediencia civil extremadamente perturbadora atacando obras de arte. Eso es lo nuevo de Just Stop Oil. Su acusación es, ¿por qué la gente está molesta por atacar obras de arte, en lugar de estar molesta por el planeta? . . . Definitivamente hay un aspecto de culto idolátrico. Lo ves en todo lo que exigen y como lo exigen.

La moda de pegarse o manchar los cuadros en los Museos

Este otoño, en toda Europa, se han producido acciones vandálicas de ‘activistas climáticos’. En la National Gallery de Londres, dos mujeres arrojaron sopa sobre un cuadro de Vincent Van Gogh. En un museo alemán otros activistas untaron con puré de patata un cuadro de Claude Monet. (La progresiva radicalización del  activismo climático)

Y, por supuesto, el activista reincidente belga Wouter Mouton, que este verano en Brujas, se “pegó al vidrio de seguridad” de una obra de Van Eyck. Y en La Haya, donde pegó su cabeza en la obra maestra de Vermeer, “La joven de la perla”. En Bélgica se salvó con una multa de 1.000€, pero en Holanda recibió una pena de cárcel ¡¡de un mes!!. En respuesta a esto último, Extinction Rebellion, uno de los grupos de acción climática, amenazó con una “ola de acciones”. 

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Wouter Mouton pega su cabeza en la obra maestra de Vermeer, “La joven de la perla”. 

El pasado 3 de noviembre, dos activistas pegaron sus manos a los marcos de los cuadros de La maja desnuda y de La maja vestida de Francisco de Goya expuestos en el Museo Nacional del Prado, en Madrid, en señal de protesta por la emergencia climática. Las “niñatas climaxticas” pertenecen a la asociación ambiental Futuro Vegetal que, de seguro, recibe cuantiosas subvenciones del estado español.

La progresiva radicalización del activismo climático

Los activistas afirman no usar la violencia, pero manchar o deteriorar una obra de arte, aunque sea detrás de un vidrio, es vandalismo. Estos enajenados pseudomártires de la inopia climática ignoran las consecuencias de sus actos pero se creen héroes. 

A raiz de entonces, en una declaración conjunta, docenas de directores de los principales museos del mundo, incluidos el Louvre en París, el Prado en Madrid, el Guggenheim en Nueva York y los Uffizi en Florencia, pidieron a los vándalos climáticos que detuvieran sus agresiones. Afirman que están “profundamente conmocionado por las acciones arriesgadas que ponen en peligro el arte” y agregan que “los activistas subestiman la fragilidad de estos objetos insustituibles”.

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Apoyo de Greenpeace, de los medios y de la clase política

A pesar de todo esto, la acción climática sigue contando con el apoyo de algunos medios de comunicación. En Alemania, la emisora ​​alemana financiada por el gobierno WDR incluso enumeró los pros y los contras de destrozar el arte. ¡La lista de beneficios es el doble de larga!

Decir que Greenpeace apoya abiertamente todas estas las acciones, paga las facturas de los abogados después y también proporciona espacio, materiales y conocimientos para llevarlas a cabo. El financiamiento directo proviene del Fondo de Emergencia Climática ( CEF ) con sede en EE.UU. Que ya ha gastado $5 millones en estas estrafalarias actividades este año.

Las acciones también gozan de apoyo a nivel político. El alarmismo climático ha penetrado profundamente en los niveles políticos más altos de Europa. Por ejemplo, el jefe de gabinete del comisario europeo responsable de la política climática, Frans Timmermans, proviene de las cuadras de Greenpeace. El diputado UE, Diederik Samsom, según él mismo admitió, fue arrestado 10 veces por la policía en el pasado por su activismo climático, algo de lo que no se ha arrepentido.

La ministra de Energía belga, Tinne Van der Straeten, también concedió una entrevista particularmente alarmista desde Egipto. La muy histérica declaró : “Estamos en la última década para hacer algo sobre el cambio climático. Estamos en el infierno climático, y no deberíamos decírselo a la gente durante las dos semanas de la conferencia climática”. 

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Pero también están cruzando la fina línea de la violencia

Mientras tanto, la línea de la violencia ya se ha cruzado. En Portugal, fanáticos del clima irrumpieron en un edificio del gobierno, pidiendo a gritos la renuncia del ministro de economía que tuvo que huir del edificio. 

En los medios alemanes, el extremista climático de extrema izquierda Tadzio Müller declaró abiertamente que es “nuestro maldito deber” volar oleoductos, defendiendo el terrorismo verde, aunque dijo que el asesinato era “políticamente contraproducente”. Su alma gemela sueca, Andreas Malm, destacado profesor de la Universidad de Lund, aunque en ‘ecología humana’, incluso redactó un manual titulado Cómo volar oleoductos ., que prescribe: “Dañar y destruir nuevos dispositivos que emitan CO₂. Póngalos fuera de servicio, desmóntelos, quítelos, vuélvalos a volar. Que los capitalistas que siguen invirtiendo en fuego sepan que sus propiedades serán destruidas”. Malm no está solo. Luisa Neubauer, el equivalente alemán de Greta Thunberg, publicó recientemente en Instagram cómo ella y sus aliados planeaban “volar oleoductos”.  

Como resultado de una acción de un manifestante de Just Stop Oil – otro de los grupos notorios de notable beligerancia climática- un camión provocó un accidente en una autopista del Reino Unido, hiriendo a un policía. Esto fue poco después de que un accidente en el Reino Unido – debido a un atasco de tráfico causado por ‘bloqueos climáticos’— se cobrara la vida de dos mujeres. 

La progresiva radicalización del  activismo climático

Quizás la explosión de este activismo y de la exagerada verborrea política sea para contrarrestar el desinterés de la población por hartura

Aparte del hecho de que este tipo de histeria climática es probablemente bastante contraproducente para la causa de los activistas climáticos y los científicos climateros, quienes ya afirmaron en 2007 que quedan “diez años para evitar la catástrofe”. Ahora, los informes oficiales ya no afirman que todo eso sea urgente. 

El profesor Gerard Govers, vicerrector del departamento de ciencias de la Universidad KU Leuven, dice : «Los escenarios del fin del mundo climático ahora se están abandonando en masa«, refiriéndose a las nuevas proyecciones sobre el calentamiento global del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Agencia Internacional de Energía. 

Según el renombrado investigador danés Bjorn Lomborg – a pesar de comulgar con el cambio climático admitiendo que es ciertamente un desafío- la histeria no está justificada. el dice: “Incesantemente nos hablan de desastres, ya sea la última ola de calor, inundaciones, incendios forestales o tormentas. Sin embargo, los datos muestran de manera abrumadora que durante el último siglo, las personas se han vuelto mucho más seguras frente a todos estos fenómenos meteorológicos”.

Por eso gobernantes han elevado el tono hablando de “Emergencia, crisis, infierno o catástrofe Climática”, o declarando el Estado de Emergencia Climática” como el gobierno español del sanchócrata.

Quizás el frío invernal y las hinchadas facturas de energía que sufriremos podrían enfriar los ánimos de depredación de cuadros de activistas climáticos sobrecalentados y de sus secuaces a nivel político cuando la gente se les rebele.

(FiN) La progresiva radicalización del ‘activismo climático’

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