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La Iglesia ante el caballo de Troya de la herejía

06/11/2022

Escritor Español Petrusvil

Poeta, escritor, divulgador y analista.
Tiempo de lectura 8 minutos.
La Iglesia ante el caballo de Troya de la herejía

Tabla de contenidos

El nuevo documento del Sínodo del Vaticano anula radicalmente la enseñanza cristiana. El ‘Documento de Trabajo para la Etapa Continental‘ del Camino Sinodal ha de ser calificado como el caballo de Troya de la herejía. (La Iglesia ante el caballo de Troya de la herejía)


“Todo lo que necesito es una hoja de papel y algo para escribir, y luego puedo poner el mundo patas arriba”,

Nietzsche.

Extractos del documento: Entre los temas centrales, destacan la acogida de las personas LGBT […] El segundo capítulo, titulado “A la escucha de las Escrituras”, presenta un icono bíblico (la imagen de la tienda con la que inicia el capítulo 54 del libro de Isaías) […] “¡Ensancha el espacio de tu tienda!”. Plantean que la tienda es un espacio de comunión […] Los frutos se estructuran en torno a cinco “tensiones creativas” interrelacionadas: la escucha, como apertura a la acogida a partir de un deseo de inclusión radical
[…] Muchos en la Iglesia se sienten excluidosSobre algunos temas como el aborto, la anticoncepción, la ordenación de mujeres, los sacerdotes casados, el celibato, el divorcio, las segundas nupcias, la homosexualidad y las personas LGBTQIA+ se pide una respuesta por parte de la Iglesia (n. 51).


La Iglesia ante el caballo de Troya de la herejía

Las guerras culturales son enemigas de los valores católicos. Han bebido a morro de Nietzsche su adoración del “poder”, la dominación como principal fuerza motriz y “valor supremo”. La voluntad de poder nietzschiana que es la ambición del hombre en lograr sus deseos.

Los nietzschianos de nuestra época están decididos a lograr un cambio en los valores y en la influencia católicas. La forma en que se han propuesto hacerlo es trucar las palabras. La estratagema es muy simple. Se propone el uso de una palabra que a primera vista parece muy inocua y atractiva pero que contiene un giro. Una intención oculta, de modo que termina significando algo diferente, puede que incluso lo contrario.

“Diversidad”, “inclusión” e “igualdad” son algunas de esas palabras. De estas y de muchas otras, en este análisis, nos interesa descifrar la “inclusión”, porque ha sido usada por los autores de un documento que pretende informar el camino sinodal, denominado “Documento de Trabajo para la Etapa Continental”. (DCS)

El documento fue aportado el jueves 27 de octubre de 2022 en la Conferencia de Prensa del Vaticano. Con solo 45 páginas, se propone poner patas arriba a la Iglesia católica (utilizando de manera turbia y encubierta a Nietzsche como modelo).

La Iglesia ante el caballo de Troya de la herejía

La «tienda» se presenta como un lugar de “inclusión radical” donde nadie es excluido

El documento se llama “Ensancha el espacio de tu tienda” tomado de (de Isaías 54.2.) La idea rectora que el documento propone implementar es la de “inclusión radical”. La “carpa” se presenta como un lugar de “inclusión radical” del que nadie es excluido, y sirve como clave hermenéutica para interpretar todo el documento. La inclusión radical ensancha la tienda admitiendo a todos.

El truco de estas palabras se explica fácilmente. Se interpreta “ser excluido” como “no ser amado”. El ardid argumental es el siguiente. Dado que Dios es amor, obviamente no quiere que nadie experimente el no ser amado y, por lo tanto, ser excluido. Ergo Dios, que es Amor, debe estar a favor de la inclusión radical.

En consecuencia, el lenguaje del infierno y el juicio en el Nuevo Testamento debe ser tenido como una hipérbole aberrante que no debe ser tomada en serio. Porque la idea de Dios como amor inclusivo tiene prioridad sobre todo lo demás. Y dado que estos dos conceptos “justicia” y “inclusión” son mutuamente contradictorios, uno de los dos tiene que volatilizarse. La inclusión se queda, el juicio y el infierno se van: Solo queda el cielo y este es para todos. Que es otra forma sibilina de decir “Jesús se va y Marx se queda”: Igualdad.

Sobre este pilar argumental se aplica el falso modelo de “amor es inclusión” para derribar toda la enseñanza dogmática y ética de la Iglesia.

Inclusión quiere decir que: Las mujeres ya no serán excluidas de la ordenación, las relaciones LGBT serán reconocidas como matrimonio; y luego la extensión real de la ambición progresista sale a la luz cuando se sugiere que los polígamos, los divorciados, las abortantes, los pederastas son atraídos y atraídos «dentro de la tienda de la Iglesia».

La Iglesia ante el caballo de Troya de la herejía

Reemplazan las categorías de “santidad y pecado” por “inclusión y alienación”.

Sería un gravísimo error no darse cuenta de que la mentalidad liberal progresista quiere cambiar la ética de la fe reemplazando las categorías de “santidad y pecado” por “inclusión y alienación”. El origen del uso del término alienación se encuentra, por supuesto, en Marx. Pero a medida que nuestra sociedad ha ido sintonizado más con el lenguaje de la angustia existencial, la alienación se ha convertido en el nuevo terror (el nuevo infierno), la nueva consigna. Pecar y separarse de Dios no son tan alarmantes como la alienación, la angustia y la separación de la sociedad.

Para entendernos: Lo sobrenatural es reemplazado por lo político. Y lo político trata del aborto, la anticoncepción, la ordenación de mujeres, los sacerdotes casados, el celibato, el divorcio, las segundas nupcias, la homosexualidad y las personas LGBTQIA+, etc. En el documento se pide una respuesta por parte de la Iglesia a estos asuntos. 

En los primeros capítulos de Génesis se expone que nuestra alienación más profunda no es entre nosotros, es decir social o política. Es un síntoma de algo más fundamental y causal: nuestra alienación de Dios (el pecado original) no nuestra alienación en el mundo. En otras palabras, lo sobrenatural y metafísico tiene prioridad sobre lo político que son las decisiones del mundo.

El entrenamiento espiritual contenido en las Leyes de Dios y en los Profetas utiliza la división para distinguir lo que es de Dios y lo que es del mundo (lo sagrado y lo secular), y la separación de Dios como el pecado (la muerte), y ambos, “división” y “separación”, como conceptos esenciales en nuestro camino hacia la santidad.

La experiencia de los judíos como pueblo experimental de Dios fue aprender a distinguir entre lo santo y lo profano, entre lo sagrado y lo secular. La división estaba en todas partes como un medio para distinguir entre la santidad de Dios y la materia y las alianzas no dedicadas a Él. Cualquier cosa separada de Él estaba desprovista de vida. Se demostró que la ruptura del cordón umbilical de la santidad, que era el remedio del pecado, era fatal. Y así, toda la vida del judío estaba atrapada en una división entre lo que se entendía como sagrado en el servicio de Dios y lo que no lo era.

La Iglesia ante el caballo de Troya de la herejía

Los conceptos de la división (lo sagrado y lo secular, con Dios o sin Dios) y la distinción (distinguir el bien del mal)

Jesús llevó a cabo un asalto y repudió todo lo que era malo. San Juan sitúa el drama del Evangelio en la clarísima delimitación entre las tinieblas y la luz, el bien y el mal. No hay zonas grisáceas en el mensaje de Jesús. No existen ni el tercio de bien ni el cuarto de mal. Hay que discriminar el bien del mal.

La narrativa general de la cristiandad es la tarea de discriminar entre el bien y el mal. Todo se basa en el don del libre albedrío. Nos dignificamos con el regalo aterrador de la libertad. Al hombre se le da la capacidad de escapar de los confines de la sumisión programada o la muerte en vida para experimentar el Amor de Dios, que se convierte en adoración y alabanza de Dios.

Pero el don y la responsabilidad del libre albedrío es lo que permite la entrada del mal en nuestro mundo. Ejercer la libertad de elegir contra Dios es lo que incita a la rebelión y luego el desorden en nuestra experiencia intelectual, física y espiritual.

Aprender a discernir, dividir, distinguir el bien del mal, ser pro-Dios en vez de anti-dios, está en el corazón de nuestro viaje a la casa de Dios, un viaje iluminado y hecho posible por Jesús.

Jesús mismo trata con la división (lo sagrado y lo secular, con Dios o sin Dios) y la distinción (distinguir el bien del mal) a lo largo de Su ministerio y culmina con la separación de las ovejas y las cabras al final de los tiempos cuando el Hijo del Hombre venga a juzgar.

La Iglesia ante el caballo de Troya de la herejía

Dios no sólo es amor, también es justicia

Dios a menudo se presenta errónea y parcialmente de manera bastante vaga como amor; pero también es justicia. El mal debe rendir cuentas, lo mal hecho debe subsanarse y el bien debe ser reconocido. Esta es una cuestión que atañe a la justicia tanto como al amor. La justicia y la realidad también lo exigen. Por lo tanto, la división y la distinción son fundamentales para el proyecto que comenzó con el libre albedrío y terminó con el perdón, la carga de nuestros pecados y la liberación del infierno al ser bienvenidos al cielo.

Por lo tanto, la práctica de la discriminación entre el bien y el mal es esencial para el ejercicio de la elección moral y, por lo tanto, para la integridad de nuestra humanidad.

La ilegalización social y cultural de la discriminación y la división que ha puesto en marcha la izquierda progresista y política tiene consecuencias terribles. No es solo un proyecto para reemplazar lo espiritual con lo político. También tiene la terrible consecuencia de oscurecer la crítica tarea humana cotidiana de diferenciar entre el bien y el mal.

Lo que se disfraza de bondad (buenismo, propiamente dicho), la invitación incondicional a todos a la Iglesia ignora fatalmente la única condición al perdón que imponen los Evangelios: el arrepentimiento. Y elimina, también, el propósito de enmienda. Si, por poner un ejemplo, ud. ha abortado no tendrá que arrepentirse, ni proponerse no volver a hacerlo porque ud. será incluida en el «ensanchado espacio de la tienda».

La eliminación del arrepentimiento es la señal de que se está orquestando una religión que no tiene nada que ver con lo precedente. Si no hay arrepentimiento, no hay mal ni bien, nada de lo que arrepentirse ya que todo es válido. Hemos decidido políticamente que todos serán incluídos en la casa de Dios sin culpa y sin arrepentimiento.  Es una religión facilonga que está constituida por una mezcla de perogrulladas terapéuticas populares y tropos políticos populistas.

La Iglesia necesita ser lo suficientemente astuta para darse cuenta de que cada vez que se agrede el concepto de discriminación entre el bien y el mal, cada vez que lo sustituye por la inclusión, la diversidad y la igualdad, se está promoviendo otra religión. No es catolicismo. No es cristianismo.

El ‘Documento de Trabajo para la Etapa Continental’ (DCS) del Camino Sinodal debe ser llamado por su verdadero nombre: el caballo de Troya de la herejía.

(FiN) La Iglesia ante el caballo de Troya de la herejía

FiN

El Vaticano está dilapidando su autoridad divina