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El legado del socialismo es la inmoralidad

26/11/2022

Escritor Español Petrusvil

Poeta, escritor, divulgador y analista.
Tiempo de lectura 6 minutos.
El legado del socialismo es la inmoralidad

Que el capitalismo crea más riqueza que el socialismo es una obviedad ¿pero es moral? (El legado del socialismo es la inmoralidad)

El legado del socialismo es la inmoralidad

El capitalismo

Parece que sí. El capitalismo tiene aspectos voluntarios y socialmente beneficiosos, es equitativo y justo en la satisfacción de las necesidades humanas y en la generación de riqueza. De ahí las contínuas mejoras en los niveles y en la calidad de vida en todo el mundo durante los últimos 200 años. El comercio, el libre intercambio de bienes e ideas, beneficia a todos. A los países ricos y a los pobres, a los desarrollados y a los que están en vías de desarrollo. Y esto es así, como cualquier economista sabe, porque cada país se dedica a aquellas cosas que mejor sabe hacer (menor coste de oportunidad) con lo que puede acceder a los bienes – que no produce en mejores condiciones económicas- al comerciar con otros países.

También tiene defectos:

Para ganar dinero, los capitalistas necesitan realizar tareas o producir bienes que otras personas quieren.

Sí, hay excepciones. Los capitalistas protegidos de las fuerzas del mercado por funcionarios públicos corruptos, por ejemplo, obtienen rentas monopolísticas a las que no tienen derecho. Eso es lo que significa la frase «capitalismo de amigos». También a las fuertes tendencias que se crean entre grandes empresas para crear oligopolios, colusionando en los precios o en las cantidades a producir en detrimento de los consumidores: “Capitalismo de colusión”.

De manera similar, las transacciones entre capitalistas y consumidores suelen ser voluntarias. Los capitalistas no pueden obligar a sus clientes a comprar bienes y servicios del sector privado.

Nuevamente, hay excepciones. Bajo Obamacare, por ejemplo, el gobierno de EE. UU. podía obligar a las personas a comprar un seguro de salud del sector privado.

Defender el capitalismo como un sistema económico moralmente sólido es sin duda importante. Sobre todo porque en la medida en que el capitalismo es solo la última iteración de una estructura económica basada en el comercio, la propiedad privada y la obtención de ganancias, ha habido siempre – y hoy más que nunca- quienes encontraron o encuentran esos tres pilares [moralmente] desagradables o detestables. El socialismo sin ir más lejos.

El legado del socialismo es la inmoralidad

El socialismo

El socialismo a menudo se supone que es moral. No sólo eso, es que los socialistas se creen moralmente superiores. Se arrogan una altura moral que contínuamente demuestran que no tienen. De todas maneras  voy a intentar constestar esta pregunta: ¿está justificada esa suposición engreída del socialismo?

El socialismo no es más que es un ideal utópico supuestamente destinado a resolver todos los problemas de la humanidad. Y sobre todos ellos: La pobreza y la desigualdad. Theoria y praxis, por desgracia, han tendido a estar muy en desacuerdo entre sí.

Aplicar las ideas socialistas en la práctica ha resultado, en modo reiterado, ser mucho más problemático por no decir imposible y, en general, contraproducente. Una de las deficiencias más obvias del socialismo en la vida real es su tendencia a conducir hacia la dictadura. Esta relación, claramente visible en la Venezuela de hoy, fue identificada por primera vez por el economista ganador del Premio Nobel Friedrich Hayek en “Camino de servidumbre”.

En 1944 Hayek señaló que los crímenes de los nacionalsocialistas alemanes y los comunistas soviéticos eran, en gran parte, el resultado del creciente control estatal sobre la economía. Como explicó, la creciente interferencia estatal en la economía conduce a ineficiencias masivas, a desabastecimiento generalizado y a largas colas frente a las tiendas vacías. El socialismo se instala entonces en un estado de crisis económica perpetua que conduce entonces a intensificar la planificación centralizada. Y así, como en un devastador ciclo perpetuo de empobrecimiento de la población mientras la élite gobernante se enriquece. (Constatado tanto en Corea de Norte como en Cuba y Venezuela)

Pero la planificación económica es la antítesis de la libertad y su mayor enemiga. En una sociedad libre no hay un acuerdo de un plan único sino una diversidad de planes de los individuos libres que genera un enriquecedor “orden espontáneo” según palabras de Hayek.  Así, como no puede haber acuerdo de plan único en una sociedad libre para buscar la igualdad y el reparto de riqueza, la toma de decisiones económicas bajo el socialismo además de ser centralizada debe ir acompañada de la centralización del poder político en manos de una pequeña élite. Cuando, al final, el fracaso de la planificación central se vuelve innegable, los regímenes totalitarios tienden a silenciar a los disidentes, comúnmente mediante asesinatos en masa.

La disidencia política bajo el socialismo es difícil, porque el estado es el único empleador. Para  citar a Trotsky, “En un país donde el único empleador es el Estado, la oposición significa la muerte por inanición lenta. El antiguo principio: quien no trabaja, no come, ha sido reemplazado por uno nuevo: quien no obedece, no come”. Una economía libre, en otras palabras, es una  condición necesaria , aunque no suficiente, para la libertad política. 

El legado del socialismo es la inmoralidad

La corrupción y la inmoralidad bajo el socialismo

Obviamente, no todos sienten que la dictadura y el asesinato en masa sean aborrecibles o un precio demasiado alto para pagar por la igualdad. A Eric Hobsbawm, el historiador marxista británico, por ejemplo, se  le preguntó una vez  si, si el comunismo había logrado sus objetivos, pero a costa de, digamos, 15 a 20 millones de personas ¿Lo habría apoyado? Su respuesta fue una sola palabra: Sí. – Constatar que en Rusia y China fueron exterminadas más de 100 millones de personas ¡por esa utópica lucha por la igualdad! –. Incluso hoy en día, muchas personas, entre ellas el primer ministro canadiense, Justin Trudeau,  adulan  a la dictadura cubana, debido a su aportación de una salud y educación “supuestamente” gratuitas a las masas.

Y he dicho bien  “supuestamente”, porque bajo el socialismo, los desvios de fondos a manos de los políticos de la élite dirigente y los sobornos (pagos en efectivo o en especie) entre la población son omnipresentes. La corrupción campa a sus anchas. Los médicos, que sienten que el estado no les paga lo suficiente, exigen sobornos para cuidar a sus pacientes. Los docentes, que sienten lo mismo, promocionan a los hijos de médicos para que acceder mejor a su salud. Este proceso recorre toda la cadena social y económica. 

A menudo, el soborno y el robo van de la mano. En los países socialistas, el estado es dueño de todas las instalaciones de producción, como fábricas, tiendas y granjas. Así, para tener algo que comerciar entre sí y no pasar hambre, la gente primero tiene que “robar” al estado. Un carnicero, por ejemplo, roba carne para cambiarla por verduras que también robó el verdulero y así sucesivamente. 

Bajo el socialismo, los favores también se pueden obtener de otras formas, como delatores o espías. En Alemania Oriental, por ejemplo, la gente espiaba  y denunciaba a sus  vecinos  e, incluso, a sus cónyuges. Los empleados a tiempo completo de la policía secreta – la terrorífica Stasi y sus colaboradores no oficiales ascendían a alrededor del 2% de la población total. Una vez que se contabilizan los informantes ocasionales, uno de cada seis alemanes orientales estuvo en algún momento involucrado en espiar y denunciar a sus conciudadanos. 

El socialismo, en otras palabras, no solo se sustenta en la fuerza omnímoda del Estado, sino que también  corrompe moralmente. 

Mentir, robar y espiar es el habitual “modus operandi”  y desaparece la confianza entre las personas. Como consecuencia, y lejos de fomentar la fraternidad entre las personas, el socialismo convierte a todos sus sufridores en seres suspicaces y resentidos. 

Vemos pues que el mayor daño que causó el socialismo no fue sólo económico, sino un daño espiritual, un daño moral. Muchos de los países que abandonaron el socialismo en términos económicos, sobrados ejemplos ha habido, reconstruyeron sus economías y se volvieron prósperos. No se puede decir lo mismo de sus instituciones, como el estado de derecho, y del comportamiento de sus ciudadanos, como la prevalencia de la corrupción (Véase la China actual). 

El verdadero legado del socialismo, en otras palabras, no es la igualdad, sino la inmoralidad. Los socialismos en cualquiera de sus variantes significan quitar en mayor o menor medida la libertad de las personas por parte del monopolio de la fuerza que llamamos gobierno. No tiene sentido alguno hablar de moral cuando no hay libertad.

La prosperidad es una consecuencia de la eliminación de las barreras al intercambio entre personas libres. Pero, ¿cómo hacer que una sociedad sea menos corrupta y más respetuosa de la ley?  Hay en la actualidad países democráticos y capitalistas en los que el socialismo se ha integrado y adaptado como una rémora, que son corruptos, donde se manipula, se miente, se roba y se espía. Sin ir más lejos fíjense en España o la misma EE.UU. que tanto presume de su Constitución y su democracia.

(FiN) El legado del socialismo es la inmoralidad

FiN

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