
Históricamente se considera que el discurso del presidente John F. Kennedy pronunciado en la graduación de la Universidad Americana, en junio de 1963 fue el más importante de su presidencia. Fue ocho meses después del despliegue de misiles nucleares rusos en Cuba y cinco meses antes de morir asesinado. La crisis de los misiles en Cuba se vería más tarde como un momento decisivo en las relaciones entre Estados Unidos y Rusia. Fue el punto álgido de una posible confrontación nuclear en la Guerra Fría. ( De la disuasión pacífica a tensar al límite | Kennedy vs Biden)
De la disuasión pacífica a tensar al límite | Kennedy vs Biden
Una vez pasada la crisis, Kennedy dedicó tiempo a elucubrar cómo evitar una situación límite como esa y en cómo dos grandes potencias nucleares podrían lograr una manera de vivir, en paz, juntas. E hizo algo más, lo hilvanó en un discurso público que fue el más importante de su vida política. En su discurso, Kennedy abogó por conversaciones entre Estados Unidos y Rusia para prohibir las futuras pruebas de armas nucleares y mostró la posibilidad de una coexistencia pacífica en adelante. El discurso fue alabado entonces y hoy en día por la fluidez retórica de Kennedy y por la valiente iniciativa que tomó. Pero hay una frase que es especialmente relevante hoy cuando lo contrastamos con la guerra que se desarrolla en Ucrania:
“Las potencias nucleares deben evitar las confrontaciones que llevan a un adversario a elegir entre una retirada humillante o una guerra nuclear. Adoptar ese tipo de curso en la era nuclear sería evidencia solo de la bancarrota de nuestra política, o de un deseo colectivo de muerte para el mundo”.
J.F. Kennedy
Kennedy acababa de establecer el principio político de la no proliferación de armas nucleares, seguido del desarme mutuo y la cooperación. Sin embargo el discurso no sentó nada bien al Pentágono y a la industria de armamento, de hecho 5 meses despuës fue asesinado.
Hoy, sin embargo, no se toman sus palabras como una máxima para guiar la política estadounidense hacia Rusia
El presidente Biden refuta diariamente a Kennedy. Su equipo de política exterior sostendría que Kennedy planteó una falsa dicotomía, y que no hay sólo dos únicas alternativas en un conflicto nuclear: O sea una “retirada humillante” o una guerra nuclear.
Lo cierto es que Biden y sus straussistas, han puesto en marcha un peligroso juego, el de tensar la cuerda y a ver hasta donde llega la paciencia rusa – esta ya agotó parte de la que le quedaba cuando decidió intervenir en Ucrania-.
Es decir, la administración Biden ha planteado una respuesta vigorosa y pretendidamente calibrada dentro de un rango de opciones de política antes de acercarse a un enfrentamiento nuclear. Este es el alocado juego que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN están jugando ahora con Rusia. Es un juego en el que la tensión es elevadamente peligrosa y está siendo mantenida continuamente desde un lado.
De la disuasión pacífica a tensar al límite | Kennedy vs Biden
“Ucrania nunca será una victoria para Rusia. Nunca”, dijo el presidente Biden en Polonia el 21 de febrero de ese año. El discurso es de confrontación y está muy alejado del espíritu del discurso de Kennedy. Y muestra que Washington está dispuesto a arriesgarse a una confrontación militar directa con Rusia. Los halcones de la política actual le dicen cada día a Kennedy que entendió mal el papel de evitar humillar a otra potencia nuclear, y que el juego de humillar – que dura desde la caída de la URSS incumpliendo consistentemente los acuerdos entre partes- es una buena estrategia.
Biden y sus amigos de la guerra utilizan la humillación como arma política contra Rusia. Eso se debe en parte a la sensación de indignación enloquecida e injustificada de Occidente por el comportamiento poco beligerante de Rusia con occidente y en parte a un cálculo deliberado. Humillar a Rusia forma parte de la lógica de la respuesta militar de una OTAN que perdió su razón de ser con la caída del muro de Berlín y busca su continuidad en su brutal expansión y en una guerra en la que usa a los ucranianos como carne de cañón.
La OTAN pretende mantener durante mucho tiempo al ejército ucraniano en pie y luchando. Sus movimientos escalonados y las sanciones de sus países miembros a Rusia han tenido como objetivo aumentar los costos que Rusia debe pagar mientras se le niegan ganancias tangibles. Los medios occidentales forman parte de la guerra como medios fieles a la propaganda otanera.
La lucha en Ucrania continúa pero ni Estados Unidos ni sus aliados han hecho una declaración explícita sobre sus objetivos bélicos. De hecho, no existen objetivos de guerra concretos, aparte de la noción abstracta de la victoria final en sí misma y de fecha impredecible. Puesto que todo se reduce a un control en el campo de batalla del avance militar ruso, usando para ello una combinación de armamento de la OTAN y “mano de obra ucraniana”.
De la disuasión pacífica a tensar al límite | Kennedy vs Biden
La única lógica de las maniobras de la OTAN en el campo de batalla equivale a la búsqueda de una “retirada humillante” de Rusia o un “cambio de régimen”. Ambos objetivos, a estas alturas, parecen estar descartados.
La advertencia de Kennedy de no humillar a otra potencia con armas nucleares en una disputa no equivale exactamente a que Estados Unidos y sus aliados encuentren una «vía de salida» para Rusia. La expresión “vía de salida” sólo aparece cuando se habla de Ucrania – porque no está nada claro que tenga posibilidades de triunfar, nunca las ha tenido-. El error de la OTAN es que Rusia no está buscando una salida, ni espera disciplencia de Occidente. Rusia sabe perfectamente lo que quiere y no cejará hasta que lo consiga. Asegurará y protegerá la zona rusófila y derritará a Ucrania para convertirla en un Estado neutral o favorable.
La intención de Kennedy era muy distinta, poniendo todo el énfasis en un comportamiento dialogante americano para evitar que surgiera una crisis. Y no simplemente en ayudar creativamente a nuestro oponente, después de crearla, para encontrar una salida digna durante el fragor de la misma. Kennedy quiso decir que la moderación debería ser la guía para la formulación de políticas. Y no simplemente un recurso para calmar una tensión previamente creada.
Biden y Obama han hecho exactamente lo contrario en Ucrania. Mirando la cadena de eventos en el período previo a la guerra. No se ve moderación alguna en el apoyo incondicional de Estados Unidos a la expansión audaz de la OTAN hasta la frontera rusa. Tampoco es evidente moderación ninguna en el juego de guerra que ha planteado “por poderes” a través de una «nación de paja».
Si el lector quiere sacar algo de este triste estado de cosas, que se consuele un poco con la idea de que la Divina Providencia ordenó que ninguno de los ardorosos practicantes de la actual política estadounidense contra Rusia estuviera sentado en la sala del gabinete de la Casa Blanca. cuando John Kennedy redactó sus respuestas a Nikita Khrushchev hace sesenta y un años. Si no, todo hubiera acabado en octubre de 1962 y seríamos un planeta muerto.
O puede ser que, tristemente, Kennedy lo único que hubiera logrado fuera aplazar lo inevitable. Por causa de la beligerante naturaleza de algunos humanos que deberían haber empezado por disolver la OTAN en 1991.
(FiN) De la disuasión pacífica a tensar al límite | Kennedy vs Biden
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