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Covid – Un proceso totalitario de formación de masas

Escritor Español Petrusvil

Poeta, escritor, divulgador y analista.
18/12/2021
Tiempo de lectura 19 minutos.
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Covid – Un proceso totalitario de formación de masas

Tabla de contenidos

El fenómeno totalitario Covid no ha sido más que un proceso de formación de masas que se basa en una forma de hipnosis colectiva impuesta por la clase dirigente a la multitud. (Covid – Un proceso totalitario de formación de masas )

Covid – Un proceso totalitario de formación de masas

Gustave Le Bon y el proceso de formación de masas

El proceso de “formación de masas’” es un término utilizado por primera vez por Gustave Le Bon, el filósofo francés que hace más de un siglo (1895) en The Psychology of Crowds,; fue el primero en estudiar sistemáticamente en qué se diferencia la psicología del rebaño de la del individuo. Le Bon observó que la conciencia de la pertenencia a una multitud puede ser transformadora, ya que posee a los miembros individuales ubicándoles;en `”una especie de mente colectiva que los hace sentir, pensar y actuar de una manera muy diferente a la que cada individuo sentiría”.

En la masa cada individuo piensa y actúa fuera sí mismo en un estado de aislamiento personal en cuanto que se ha gregarizado’. Dentro de la “’multitud psicológica”, la personalidad individual desaparece, la actividad cerebral es reemplazada por una actividad refleja: una minoración de la inteligencia, provocando una transformación completa de los sentimientos, que colectivamente pueden manifestarse distintos que los de los miembros individuales constituyentes de la multitud. Una multitud puede volverse heroica o criminal con la misma facilidad, pero generalmente está dispuesta a la destrucción.

Covid – Un proceso totalitario de formación de masas

«El predominio de las multitudes«, escribió Le Bon, «indica la agonía de una civilización«. El ascenso hacia la civilización es un proceso intelectual impulsado por individuos en el que la suma de las individualidades aporta el valor civilizatorio empero el descenso es propiamente una manada en estampida. No hay ninguna utilidad en la masa, las multitudes solo son útiles como mecanismos de autodestrucción.

En su tiempo, a finales del siglo XIX, Le Bon percibió un cambio en la naturaleza de la reflexión y la atención humanas. De una manera extraña, sus palabras nos parecen ahora como cuasi contemporáneas:;“La época actual es uno de esos momentos críticos en los que el pensamiento humano está experimentando;un proceso de transformación por medio de dos factores fundamentales. El primero es la destrucción de las creencias religiosas, políticas y sociales en las que se arraigan todos los elementos de nuestra civilización. El segundo es la creación de condiciones de existencia y pensamiento completamente nuevas debido a los descubrimientos científicos e industriales modernos». Se trata de un proceso de desconexión histórica y negación plausible.

Las sociedades que anhelan el cambio por sí mismo son especialmente vulnerables a este proceso. Una sociedad adicta a los cambios, como la de ahora, está lista para la sumisión y la destrucción. La multitud siempre buscará justificar lo que se le ha dicho que es bueno y demonizará lo que se le ha advertido que evite.

«Las masas nunca han tenido sed de la verdad«, escribió Le Bon. “Se apartan de las pruebas que no son de su gusto, prefiriendo deificar el error, si el error los seduce. Quien pueda proporcionarles ilusiones es fácilmente su amo; quien intenta destruir sus ilusiones es siempre su enemigo. Un individuo en una multitud es una espiga de trigo en medio de otras espigas de trigo, que el viento agita a voluntad. El proceso de formación de masas es una forma de hipnosis impuesta a una multitud y hablamos de una hipnosis literal,;con todos los posibles efectos y síntomas de la misma”.

Los hechos no son nada para las multitudes, que funcionan a través de una especie de imaginación colectivizada, que opera a partir de las imágenes y las consignas que las evocan más que en la racionalidad y la mentalidad crítica. «Una multitud», explica Le Bon, «piensa en imágenes, y la imagen misma evoca una serie de otras imágenes, sin ninguna conexión lógica entre ellas. . . . Una multitud apenas distingue entre lo subjetivo y lo objetivo. Acepta como reales las imágenes invocadas en su mente, aunque la mayoría de las veces tienen una relación muy distante con los hechos observados ».

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Los síntomas de la fomación de masas en la Covid

Dicho esto, no podemos olvidar que estamos en la era de la imagen no en la era de los textos impresos de Gutemberg; y eso nos sitúa de lleno en la aceptación sin rechistar de la imagen y las consignas que las acompañan frecuentemente. Ya Huxley hablaba de las técnicas de control mental: Televisión, hipnosis y ondas alfa.

Estos síntomas se están manifestando con la Covid, quizás como nunca antes en el mundo occidental, una vez libre, en un proceso que se asemeja principalmemte a una “hipnosis masiva”, como una respuesta psicológica colectiva a la implacable campaña de terror a la que todos hemos sido sometidos durante más de año y medio. Ahora los hipnotizadores tienen a su disposición tecnología y técnicas que en la época de Le Bon eran inimaginables. Usando medios visuales digitales, es infinitamente más fácil transformar al individuo en una mentalidad colectiva. La potencia manipuladora de los medios de comunicación y el advenimiento de las redes sociales con la globalización de la información; siendo esta tan sesgada han propiciado que la situación actual no solo sea posible, sino que se haya hecho inevitable.

Explica muchos aspectos de lo que venimos presenciando, incluido el extraño fenómeno de la aparente indiferencia de las personas ante sus propias privaciones,;heridas y daños ocasionados por los encierros de los últimos 18 meses: pérdida de libertades, pérdida de trabajo, de ingresos, retracción educativa,;desaparición del contacto humano, limitación de la movilidad y del ocio, etc.

Durante la formación masiva, describe, hay “un estrechamiento del campo de atención“, lo que permite a los miembros constituyentes de la multitud cerrar u omitir todo, menos lo que el hipnotizador les dice que es importante, lo que resulta en insensibilidad a las pérdidas personales y a las limitaciones de voluntad. Sacrificar todo – educación, trabajos, hogares, romances, salud – y hacer caso omiso de las pérdidas y el dolor de los demás. Al ofrecer una estrategia para hacer frente a las angustias impuestas por la crisis,;los aspirantes a totalitarios son capaces de crear una falsa solidaridad en una sociedad que ha destruido la verdadera solidaridad.

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Cuatro condiciones, los expertos y un medio de divulgación globalizado para conseguir la formación de masas

Hay cuatro condiciones que deben existir para permitir que ocurra un fenómeno de formación de masas en una sociedad.

  • El primero es la presencia de un gran número de personas atomizadas y socialmente aisladas. Los lazos sociales entre las personas deben haberse debilitado. Las grandes ciudades e internet y los smartphones han contribuido a ello. Estamos todos en el mismo sitio pero nuestro contacto personal directo y socializado ha disminuido. Ésta es la más importante y las demás condiciones se derivan de ella.
  • En segundo lugar, habrá un gran número de personas que experimentarán una falta de sentido en sus vidas y en su trabajo, personas que sienten que sus trabajos no tienen sentido, no tienen sentido. Personas sin un propósito elevado en sus vidas salvo trabajar y consumir, es decir, alienadas.
  • En tercer lugar, se requiere que haya «mucha ansiedad flotante», es decir, ansiedad que no está conectada con una representación mental, que no está relacionada con una causa concreta. Una sensación de vacío existencial de modo que el “paciente” no sepa por qué está ansioso y asustado.
  • Y en cuarto lugar, es necesario que haya mucho «descontento psicológico flotante«: ira y frustración, de nuevo, por nada en particular, en concreto.
  • Un exceso de expertos especialistas legitimados por el sistema que nos digan no solo lo que es mejor para nosotros,;sino lo que en realidad estamos haciendo y pensando incorrectamente, y por qué, y lo que supuestamente debemos hacer. Algunos de esos expertos hacen de divulgadores del relato y de las “políticas antiansiedad”. Como es el caso de los funcionarios de salud con la Covid.
  • Y también se necesita como sistema expansor y divulgador a los medios de comunicación de masas, un medio globalizado de divulgación sobre todo en la televisión, sin los cuales la formación de masas sería imposible. Y es esencial que estos medios sean accesibles para los gobernantes para propalar los mensajes hipnotizadores y que sean fácilmente corruptibles.
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Esas condiciones ya existían antes de la Covid

Estas condiciones, ya existían en las sociedades occidentales mucho antes de la crisis de Covid. Habiendo habido antes una epidemia previa de agotamiento existencial». Entre el 40 y el 70 por ciento de las personas en las sociedades modernas consideran que sus trabajos no tienen sentido. También, la población tiene acceso y usa cada vez en mayor grado medicamentos psicofármacos para tratar la ansiedad y la depresión. Y naturalmente las drogas duras y las blandas (alcohol, tabaco, marihuana,…) El ser humano en la era moderna está permanentemente insatisfecho, ha perdido los puntos de referencia y es poco más que un animalillo que consume y vive una vida hedonista; y eso le lleva a un gran estado de ansiedad y a la depresión permanente.

El mecanismo de raíz clave del fenómeno de la formación de masas es una insidiosa ansiedad flotante y permanente que es el fenómeno psicológico más doloroso que puede experimentar un ser humano. Se refiere a ansiedades que no tienen una causa definita ni un enfoque claro. Básicamente el “paciente” no sabe por qué se siente ansioso. La ansiedad flotante es de una gravedad extrema pues lleva al pánico.

Cuando una sociedad está saturada de ella, quienes la padecen están desesperados por conectarla a una representación, y si alguien presenta una narrativa en los grandes medios que ofrece un objeto de ansiedad sustitutivo, y al mismo tiempo presenta una estrategia para derrotar esa ansiedad, estará creando un estado de dominación sobre los individuos que pueden cambiar su ansiedad no explicada por otra explicada y que es vencible; generando en la masa una gran disposición a seguir la estrategia que se les propone.

Los que orquestan la formación de masas son capaces de apropiarse de estas ansiedades variadas e inexplicadas y dirigirlas en su totalidad a un enfoque único, en este caso un virus, un coronavirus. Al ofrecer una estrategia comunal – de la masa- para lidiar con la crisis del virus, el proceso de formación de masas también ofrece a los “pacientes” un alivio a sus ansiedades. Lo mismo sucede con la frustración y la agresión, todas las cuales, en cierto sentido, se amontonaron en la cesta de la manipulación de la Covid.

El totalitarismo en su forma completa, entonces, es algo que viene después, pero ¿después de qué? Viene después de una larga ‘preparación’, no necesariamente planeada con intenciones malignas, en la que los seres humanos se vuelven aislados, atomizados, alienados y solitarios, condiciones para las cuales el totalitario tiene soluciones preparadas en la promulgación de comunidades falsas y lazos imaginarios de odios mutuos. El trasfondo negativo de estos procesos sugiere alguna forma de error previo, y esto bien puede haber estado presente, quizás en la búsqueda de la codicia o la explotación, pero esto ya no es admisible.

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El estrechamiento del campo de atención

Aquí es donde aparece un fenómeno que tiene que ver con la hipnosis: el «estrechamiento del campo de atención». Los miembros de la masa hipnotizada dejan de ver todo, menos lo que el hipnotizador les dice que es lo importante. Es como si miraran através de unos binoculares que les impiden ver toda la visión de la vista humana y se centre sólo en un ángulo de visión estrecho y cerrado.

Adquieren, con esto, no solo indiferencia hacia las pérdidas de los demás, sino también una insensibilidad hacia las pérdidas propias. Se vuelven dispuestos a sacrificar todo bajo el mandato colectivo, en este caso, inicialmente el mandato fue el proyecto de «salvar vidas». La gente no ve las consecuencias del confinamiento ni siente empatía por las víctimas. Su alivio al ser liberados de sus ansiedades flotantes es suficiente para que se unan a la mafia recién formada. Si, claro, salen a los balcones a aplaudir a los “heroicos” sanitarios ya que ellos forman parte sustancial del proyecto nuclear de “salvar vidas. Es similar a una persona que está bajo hipnosis: es posible usar la hipnosis como anestésico para esa persona agreda a otros e incluso se automutile sin sentir ningún dolor.

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Un nuevo “propósito vital”: Vencer al virus

En estas circunstancias, los hipnotizados logran un significado y un propósito en sus vidas de los que antes adolecían. En una sociedad en la que la solidaridad ya ha sido destruida, se forma una nueva solidaridad falsa bajo un prisma distorsionado. Una vez que se ofrece la solución como una estrategia creíble, «la gente comienza una batalla colectiva y heroica contra este nuevo objeto de ansiedad«. Esto da como resultado una «intoxicación mental» y es esto lo que hace que la formación de masas sea indistinguible de la hipnosis: No hay más que coronavirus, el enemigo a batir, el resto de la vida no existe.

A partir de esta combinación de factores, las personas adquieren un intenso interés en creer en la narrativa dominante. ‘No importa si la narrativa es incorrecta. Se trata de que no quieren volver a este doloroso estado de ansiedad flotante previo al advenimiento de la nueva ansiedad colectiva que es batible entre todos si seguimos las reglas». «Cuanto más absurda es una narración, mejor funciona como ritual». «No importa si la narración es correcta o incorrecta».

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Los políticos que habían perdido el control “vuelven a sentirse líderes”

Como parte del mismo proceso los políticos que estaban empezando a perder el control sobre la gente, ahora tienen, repentinamente, una forma de volver a convertirse en «verdaderos líderes». Existe, por tanto, en esta etapa del proceso totalitario, una simbiosis de motivación entre los líderes y los dirigidos; o, más correctamente, los gobernantes y los gobernados.

Los hipnotizados no quieren volver a la “vieja normalidad”

Todas estas circunstancias se combinan para garantizar que las personas no quieran volver a la «vieja normalidad». Esto es importante : muchos de los hipnotizados no quieren recuperar sus vidas anteriores sin sentido. Se debe evitar dar a las personas la impresión de que queremos que vuelvan a la antigua normalidad. En cambio, necesitamos ‘mostrarles que hay otras formas de cambiar esta «vieja normalidad». Necesitamos decirle a la gente que no necesitamos una crisis como esta para crear un nuevo vínculo social .

En tal crisol de sensaciones explosivas y presagios, pronto se hacen visibles algunas dinámicas inquietantes, entre otras cosas por las divisiones y confrontamientos que generan y que adoptan la forma de mecanismos excluyentes . Las personas comienzan a considerarse amigos o enemigos. Los «amigos» deben ser apreciados y unidos; los enemigos deben ser vilipendiados y, cuando sea posible o necesario, desterrados o destruidos.

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Los tres grupos que se forman en las masas

Hay, en situaciones de formación de masas, tres grupos distintos que se manifiestan. Solo el 30% está realmente hipnotizado y no se les puede recuperar ninguna manera. Es el grupo más importante de todos porque sobre el se sustenta el fenómeno. Además, sin embargo, hay alrededor del 40% que suele seguir al grupo hipnotizado predominante, y desde el principio se adhieren a él formando el 70% total de creyentes, unos completamente ganados para la causa y los otros que la siguen aunque les queda algo de percepción de la realidad. Finalmente, hay otra cohorte de alrededor del 30% que no está hipnotizada y percibe la realidad, que intenta hablar y resistir. Este grupo es extremadamente heterogéneo y desunido. Si estas personas pudieran unirse podrían poner fin a todo rápidamente, pero esto rara vez resulta posible.

La razón por la que algunas personas parecen ser inmunes al poder hipnoidal de la formación de masas, dice, tiene que ver con una perspectiva ideológica subyacente en esas personas, son personas que han mantenido sus creencias, su razón de existir con un propósito y que, por lo tanto, carecen de esa “ansiedad flotante” que hace presas fáciles al grupo “hipnotizado” predominante.

Esencialmente, los objetores son personas con aversión a esta forma antinatural de ver a la persona humana. Esta es una teoría interesante y puede ayudar a explicar por qué tantas personas de mentalidad religiosa se oponen a los cierres, al aislamiento de la familias y los amigos, a las imposiciones de las máscaras y a las vacunas experimentales, etc.

Muchos de ellos, habiendo tenido una inculcación más profunda en entendimientos antropológicos fundamentales, instintiva o razonablemente objetan las dimensiones incognoscibles y antinaturales de lo que se propone

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La Agenda Transhumanista

En esta situación instalada el destino final del totalitarismo, posiblemente sea lograr la aquiescencia total de la población global en un proyecto transhumanista en el que, en sustancia y efecto, el hombre será absorbido por el mundo de la tecnología. La agenda transhumanista ya es visible como el punto de destino distante, con sus significados ya saturando el área de juego en el contexto de las vacunas obligatorias, la identificación biométrica, los esquemas de crédito social. y los regímenes de vigilancia, restricciones, sanciones, etcétera que lo acompañan.

En un estado totalitario, una gran parte de la población cree en la narrativa y está psicológicamente convencida de que el objeto de ansiedad ofrecido es la causa de todas sus preocupaciones. Estas creencias, dice, están relacionadas con los efectos penetrantes de los medios de comunicación, pero también con la imagen del hombre como una máquina, en parte como consecuencia de la industrialización y la tecnología y, en parte debido a una `”obsesión por la ciencia» y el papel clave de la ideología como nutriente del totalitarismo.

La inteligencia no necesariamente garantía de resistencia al ataque hipnoide. En la formación de masas, las personas muy inteligentes y muy educadas se vuelven exactamente tan inteligentes como todos los demás en la masa; todo el mundo se vuelve igualmente “poco” inteligente, lo que literalmente significa extremadamente estúpido, en las masas». Al comienzo del encierro, mucha gente le dijo: ‘Sí, es terrible, pero podemos aguantar la situación por un tiempo’. Se trataba principalmente de los acomodados, que tenían menos preocupaciones sobre la destrucción económica amenazada por los cierres.

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Pensamiento Totalitario vs Régimen Totalitario

Hay una distinción entre «pensamiento totalitario» y «régimen totalitario». El pensamiento totalitario se caracteriza por una argumentación absurda e ilógica, que parece extremadamente persuasiva y «impulsa a una sociedad a cruzar todas las fronteras éticas». Eventualmente, al atravesar los desperdicios de la insensatez, la sociedad desarrolla un régimen totalitario que usa el pensamiento totalitario para gobernar.

En este momento parece que estamos en una etapa avanzada del pensamiento totalitario. “Consideran al ser humano como un organismo biológico que debe ser manipulado y controlado por medios biológicos. Esa es la ideología por la que comienzan instituciones como la OMS y personas como Bill Gates. Es tentador decir que estas personas son sociópatas o incluso psicópatas, pero no lo son, son creyentes en sus ideas. Son personas ideológicamente ciegas. Esa es su principal característica ‘.

En los líderes de masas la hipnosis es aún más profunda que en las propias masas. Están más convencidos de la ideología que la población. Tienen la sensación de que al final cuando hayan remodelado la sociedad según su imagen ideal, terminarán en un paraíso tecnológico transhumanista, casi sin sufrimiento humano, y por eso sienten que está justificado infligir mucho daño y mucho sufrimiento, porque al final el resultado de esta revolución será tan maravilloso que justifica todo lo que hacen ahora ”. Están más convencidos de la ideología que de la población.

No parece que la tesis de la «psicopatía» del totalitarismo, con especial referencia a los despotismos de Covid de las élites se sustente. Y esto es porque las personas que organizan e imponen esta tiranía a menudo no creen en las cosas que dicen, pero realmente creen en la ideología que promueven, y realmente creen que la mejor manera de organizar la sociedad es tratar a la gente como ganado en una gran finca. Realmente creen en esta ideología mecanicista, materialista, biológica y reduccionista ”. No son psicopáticos sino auténticos creyentes.

Todo fenómeno totalitario no es el resultado de estrategia o plan de los perpetradores. El totalitarismo hace metástasis. Las cosas que parecen ser intencionales son a menudo resultados espontáneos de los procesos y los líderes forman parte de la masa y están tan hipnotizados como ellos.

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Violencia y ataque al discrepante. Autodestrucción

Ahora podemos estar en la fase más difícil del proceso de pensamiento totalitario o acercándonos a ella: cuando la turba, como un perro de ataque, espera la instrucción de ir a por su enemigo designado. Las masas sólo existen si tienen un enemigo. Al principio, el «enemigo» era el virus; ahora son los que no están esclavizados ni temen al virus, los que cuestionan su gravedad y desafían la legitimidad de la respuesta global oficial, los que se niegan a aceptar la narrativa oficial.

Esto hace que la mayoría se vincule de una manera nueva contra el nuevo objeto de ansiedad, habiendo formado un nuevo ‘vínculo social’ contra el grupo disidente, dotándose de un nuevo sentido a la vida. Esto da lugar a una ‘intoxicación mental’. Bajo la formación de masas, la gente se vuelve «radicalmente intolerante con las voces disonantes», mientras que al mismo tiempo es «radicalmente tolerante» con sus líderes mentirosos.

Ahora, al luchar contra el nuevo objeto de ansiedad, su estado negativo se vuelve positivo. El aislamiento social es reemplazado por la experiencia de un fuerte vínculo social, ‘que es la razón por la que la gente sigue creyendo en la narrativa dominante, incluso cuando es descaradamente errónea y absolutamente absurda. . . . No creen en la narrativa porque sea correcta, sino porque conduce a esta nueva solidaridad, a este nuevo tipo de vínculo social, a esta intoxicación mental del sentimiento.

Por lo general, esto solo se detiene después de mucha destrucción. Las multitudes son siempre intrínsecamente autodestructivas. La única manera positiva en que esto llega a su fin es si las personas pueden descubrir las verdaderas razones de su insatisfacción y [encontrar] un nuevo significado. Pero una vez que surge una masa, es difícil hacer que la gente busque las verdaderas razones de su ansiedad.

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Psicología de las masas modernas

La sociedad se estaba preparando para tal narrativa durante mucho tiempo. Durante siglos, la visión dominante del hombre ha sido una visión mecanicista-materialista: el hombre es una máquina, una pequeña parte de la máquina más grande del universo: Esa es la ideología que ha preparado al mundo para la formación de masas y para conectar todos, en nuestra ansiedad, por un organismo materialista mecanicista como un virus.

La principal característica de las masas modernas, según Hannah Arendt, es que “no creen en nada visible, en la realidad de su propia experiencia; no confían en sus ojos y oídos, sino sólo en su imaginación, que puede ser captada por cualquier cosa que sea a la vez universal y coherente en sí misma. Lo que convence a las masas no son los hechos, ni siquiera los hechos inventados, sino sólo la coherencia del sistema del que presuntamente forman parte. La repetición, algo sobrevalorada en importancia debido a la creencia común en la capacidad inferior de las masas para captar y recordar, es importante solo porque las convence de la coherencia del relato en el tiempo.

La imaginación, nuevamente, es la clave: el proceso de comprometerse con la realidad a través de un velo de fantasía. Es importante que comprendamos esto: en la víctima promedio de la propaganda de Covid, no estamos tratando con la misma persona de la forma en que la hemos conocido hasta ahora. Nos encontramos con alguien que ha sido alimentado y tragado con una visión de la realidad grotescamente distorsionada.

Esa nueva persona no ve lo que vemos, ni sabe lo que sabemos. Y, al detectar esta disonancia, se vuelve, como ha sido programada para revolverse, muy alerta y sospecha intensamente. Nuestra incredulidad en las cosas a las que se aferra está conectada en su mente con un peligro para ella misma. No debemos subestimar los peligros de esto, o su potencial para conducir rápidamente al enfrentamiento e incluso a la violencia. No estamos tratando con personas que se controlan a sí mismas; ni siquiera estamos tratando con personas que siguen siendo ellas mismas. La palabra «hipnosis» debe tratarse aquí con el mayor respeto y literalismo.

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La misión del 30% no hipnotizado

Nos enfrentamos a fuerzas extraordinariamente poderosas y en gran medida desenfrenadas. No debemos acercarnos a nuestros compañeros en esta condición con la mentalidad de que podríamos cambiar de opinión. Eso es realmente una locura. En cambio, debemos esperar, observar, elegir nuestros momentos y atacar con delicadeza y precisión.

Lo más importante es que el 30% no hipnotizado siga hablando, siga insistiendo en no estar de acuerdo con la narrativa dominante, se trata de interrumpir el flujo constante de mentiras (propaganda) con la verdad. Esto altera la hipnosis, provocando que los hipnotizados se vuelvan a dormir y no actúen.

Tenemos que seguir compartiendo contra-argumentos racionales, con la esperanza de romper el vínculo de la ansiedad flotante con el virus, que es como una especie de junta soldada creada al más alto nivel de ansiedad. Advertir a la gente de los peligros de un estado totalitario – en sí mismo un posible nuevo objeto de ansiedad – podría hacer que esta articulación se rompa y se forme una nueva.

La presencia de voces alternativas discordantes también sirve para frenar la crueldad de los gobernantes y restringe a la mafia en sus excesos. Las voces alternativas no logran despertar a las masas, pero si el mismo grupo continúa hablando y contando una historia diferente, y se asegura de que haya una voz distinta en el espacio público, entonces las masas podrían no volverse crueles.

‘Tenemos que apuntar a mantener un camino para el grupo pequeño que no quiere ajustarse a la narrativa convencional. Tenemos que seguir hablando y establecer una sociedad paralela que produzca sus propios alimentos, sus propias clínicas y hospitales y que pueda proporcionar los medios para sobrevivir fuera de la sociedad en general.

‘La formación de masas se profundiza a medida que la narrativa se repite y otras narrativas desaparecen. La única forma de evitar que se vuelva más profundo e intenso es asegurarse de que haya otra narrativa que lleve a una cierta disonancia cognitiva que al menos signifique que la gente estará un poco confundida al seguir la narrativa convencional ‘.

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¿Cuándo y cómo acabará esto?

Cuando preguntas a la gente hasta dónde creen que debería llegar la tiranía, responden: «Hasta el final del peligro [Covid]«.

Y, sí, el panorama a corto y mediano plazo es sombrío. Cuando una sociedad llega al punto de transgredir todos los límites éticos, ya no hay garantías. No debemos tener ninguna duda sobre la sugestión de nuestros vecinos. Si dudamos de que pueda llegar mucho más lejos, advierte, deberíamos considerar qué tan lejos ha llegado ya. Irónicamente, pide a las personas que están preparadas para vacunar a los niños, que obliguen a las mujeres embarazadas a usar máscaras faciales, que permitan que las personas mayores mueran solas: ‘¿Por qué no pasamos al siguiente paso y construimos campos de concentración para las personas que dan positivo en la prueba de Covid? ? ‘ ¿Su respuesta? – ‘¿Por qué no?’ Bueno, eso ya se ha hecho en Australia.

No hay límites para el totalitarismo mientras no se venza al enemigo, la covid en este caso. Y si se le vence, simplemente se buscan otro.

Este totalitarismo será, por un lado, igual que el totalitarismo de la primera mitad del siglo XX, pero también será radicalmente diferente, porque será un sistema totalitario mundial. No tendrá enemigos externos; solo tendrá enemigos internos, y tratará a estos enemigos internos de manera diferente, como se trató a los enemigos externos.

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Esto es algo que es esencial para la lógica de los sistemas totalitarios: los sistemas totalitarios necesitan un enemigo; sin un enemigo se derrumban. Es posible que haya una buena posibilidad de que los nuevos sistemas totalitarios toleren la existencia de los enemigos, pero los marginarán, los empujarán fuera de la sociedad en general ”. Lo cual, hasta cierto punto, se adaptará a los disidentes, que nunca han querido mucho más que simplemente que los dejen tranquilos.

A pesar de estos sombríos pronósticos, nada optimistas. Debemos recordar que el totalitarismo y la formación de masas siempre terminan por destruirse a sí mismos. Todo lo que tenemos que hacer es asegurarnos de que nuestra historia sobreviva y que sobrevivamos fuera del sistema durante unos años. Puede que tengamos que esperar unos años pero este modelo de totalitarismo se destruirá a sí mismo mucho más rápidamente que los del siglo XX, porque ninguno de esos sistemas se inmiscuyó en la vida personal de la gente en la medida en que éste tiene ‘de una manera tan sistemática y sencilla’.

Las vacunas son un ejemplo cardinal de esta forma de intrusión en la libertad de las personas y puede ser el punto débil del totalitarismo covid. Si la campaña de vacunación termina en un desastre o si cualquier variante más infectiva y mucho menos grave logra inmunizar a la población general, el virus, razón de ser de este totalitarismo covid se volverá inocuo y, con él, desaparecerá el enemigo y sucumbirá la hipnosis.

¿Y qué podría pasar entonces? Si como consecuencia de lo anterior, las masas se despiertan, comienzan a darse cuenta de lo que ha sucedido. Y, entonces, matarán a sus líderes. El grupo de los disidentes habrá sobrevivido y jugará un papel muy importante en la reconstrucción de una sociedad según principios más humanos y más éticos.

Nota del autor: He preferido dar al final un pequeño mensaje de esperanza.

(FiN) Covid – Un proceso totalitario de formación de masas

FiN

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