Para la Covid no había otro plan que este, era vacunar a cuantos más mejor por las buenas o por la malas. Y vacunarse muchas veces; y se ha seguido escrupulosamente durante los últimos tres años. De hecho aun no ha terminado.
Covid: El plan era vacunar a cuantos más mejor
El debate sobre si, cuándo y en qué medida se dijeron mentiras sobre las vacunas contra la COVID que previenen la transmisión pasa por alto un punto central: sin importar lo que mostraran los datos del ensayo, las vacunas SIEMPRE iban a ser impulsadas a poblaciones enteras, por las buenas o por las malas. .
Muy pronto, la respuesta a la COVID se encerró en una narrativa específica. El mundo se cerraría y se mantendría a salvo, mientras los valientes científicos trabajaban en una vacuna… Puede recordar que, en los primeros meses de COVID, se habló mucho sobre si alguna vez habría una vacuna.
Todo esto era una tontería… Nuestras autoridades no habrían adoptado la estrategia de bloqueo hasta la vacuna a menos que estuvieran seguros de que se podía y se fabricaría una vacuna…sirviera o no.
El propósito de sembrar el miedo de que nunca hubiera una vacuna era aumentar la gratitud y el entusiasmo cuando llegara una. De hecho, cada parte de la respuesta temprana a la COVID puede entenderse (en parte) como una comercialización previa al lanzamiento de la vacuna… Marketing de ensalzación de la vacuna.
Es por eso que los riesgos de COVID para los jóvenes se amplificaron enormemente. Es por eso que hubo una confusión interminable sobre el papel central de la inmunidad conferida por infección tanto para proteger a las personas como para poner fin a la pandemia. El objeto de tanta confusión era denostar la inmunidad natural y cambiarla por la inmunidad vacunal.
El plan era que la vacuna la encontraría una población perfectamente preparada y sumisa: inmunológicamente ingenua. Desesperada por liberarse de los confinamientos, aterrorizada por la COVID. Y, sobre todo, ansiosa por hacer lo correcto, es decir, proteger a los demás a través de las inyecciones. Se revistió el acto vacunero de un intrínseco y elevado valor moral que superaba cualquier duda razonable que pudiera plantear la «vacuna». Y elevaba al vacunado a los altares de la ejemplar civilidad.
Una vez que se había dedicado tanto esfuerzo a la preparación de la sociedad para recibir las vacunas, no se podía dar marcha atrás. Resultaba inimaginable que las autoridades se replantearan el plan inicial cuando vieron que,. en realidad, el perfil de seguridad de la vacuna era solo regular,. la eficacia era pobre. Y, sobre todo, que la mayoría de las personas no necesitan preocuparse por COVID de todos modos. No se podía parar el plan, era mucho desdecirse, mucho reconocer fracasos. Así que hicieron lo que hace todo político con un marrón importante: Seguir adelante como si nada.
Barrunto lo anterior porque prefiero pensar esto a que endemoniadamente hubieran decidido vacunar por otros motivos tanto más espurios como inconfesables. Sin embargo, la persistencia irracional de las autoridades en las revacunaciones «per sempre» hace que me incline a pensar definitivamente mal sobre las intenciones ocultas de las élites que nos gobiernan.
Echarse atrás no estaba en el guión. Por lo tanto, era inevitable que la vacuna se aplicara a todos, e inevitable que se usaran los mejores argumentos para la vacunación universal. Esos argumentos fueron: COVID es súper peligroso para usted. Desconfiar en esta vacuna es desconfiar en la ciencia. Negarse a vacunarse es inmoral, porque infectará a otros.
La veracidad de estas afirmaciones no importaba: estaban en el guión y era demasiado tarde para desviarse… En consecuencia, el escenario también estaba listo para los mandatos de vacunas.
Nada de esto es conspirativo. Es descriptivo… Aclarar los detalles no alterará la esencia de la imagen: la respuesta a la COVID estuvo determinada por un guión de salvación via vacunas. Y la inversión e implicación de las sociedades en ese guión fue demasiado profunda para que las meras realidades desviaran su ejecución.
Durante los últimos tres años, los principales medios de comunicación, los Entes de Salud Pública y los gobiernos han propalado la mentira de que las vacunas contra el COVID evitarán la infección y la transmisión, diciéndonos que cualquiera que no reciba la vacuna es, en el mejor de los casos, egoísta y, en el peor, un asesino en potencia. Cualquiera que se niegue representa una grave amenaza biomédica para la sociedad, de ahí la necesidad de mano dura.
Por desgracia, todo fue una mentira desde el principio. La parte frustrante es que hemos sabido durante más de dos años que las «vacunas» ARNm nunca fueron probadas para detectar interrupciones en la transmisión, sin embargo, todos en el gobierno y los medios insistieron en que harían exactamente eso: Fue la mentira que sostuvo el plan de vacunación universal.
Covid: El plan era vacunar a cuantos más mejor
FUENTE: Hilo de Twitter de Daniel Hadas
FiN
«Vacunas» Covid: El riesgo es mayor que el beneficio