«Ver el mundo tal cual es y amarlo» por Romain Rolland (Premio Nobel de Literatura 1906)
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Llegó ya el curso de la vida mía / por proceloso mar en frágil barca / al común puerto donde ha de dar / de su obra entera, fuese triste o pía. / Sé que mi apasionada fantasía / que hizo rey e hizo ídolo del arte, / estaba llena de error; lo mismo advierto / el mal que ciegos deseamos todos. / Pensamientos de amor vanos y alegres / ¿qué son ya, si a dos muertes me aproximo? / Cierta es una; la otra me amenaza. / Ni pintar ni esculpir me aquieta el alma / ya sólo fija en el amor divino / que, acogedor, abre en la Cruz los brazos.
Miguel Ángel Buonarotti
Ver el mundo tal cual es y amarlo.
Ver el mundo tal cual es; y amarlo.
Victoria con las alas rotas
Hay, en el Museo Nazionale de Florencia, una estatua en mármol a la que Miguel Angel llamaba El Vencedor. Es un muchacho desnudo, de hermoso cuerpo, con la frente casi cubierta por el cabello rizado. De pie, erguido, aprieta la rodilla sobre la espalda de un prisionero barbudo que cede encorvado y avanza la cabeza como un buey. Pero el vencedor no le mira. Al ir a asestarle el golpe se detiene, aparta su boca triste y sus oios indecisos. Su brazo se repliega hacia atras; no quiere ya la victoria; le repugna. Ha vencido. Ha sido vencido.
Esa imagen de la Duda heroica, esa Victoria con las alas rotas, la única de todas las obras de Miguel Angel que duró hasta su muerte en su taller de Florencia y con la cual Daniel de Volterra, confidente de sus pensamientos, quería adornar su catafalco, es Miguel Angel mismo, y el símbolo de su vida entera.
El sufrimiento es infinito, toma todas las formas. Ya nace de la ciega tiranía de las cosas: miseria, enfermedades, injusticias de la suerte, maldades de los hombres. Ya tiene su surtidor en el ser mismo. No es menos lamentable entonces, ni menos fatal; porque nadie ha elegido su ser; nadie ha pedido vivir ni ser lo que es.
Ver el mundo tal cual es y amarlo.
No le interesaba la victoria. No era eso lo que necesitaba.
Miguel Angel padeció este último sufrimiento. Le fue dada la fuerza, tuvo la rara dicha de estar hecho para luchar y vencer; venció. ¿Y qué? No le interesaba la victoria. No era eso lo que necesitaba. ¡Tragedia de Hamlet! Dolorosa contradicción entre un genio heroico y una heroica voluntad, entre unas pasiones imperiosas y una voluntad sin fuerza de querer!
¡No se espere de nosotros que, tras tantos, veamos en esto una grandeza más! Nunca diremos que es por ser un hombre harto grande por lo que el mundo no le basta. La inquietud de espíritu no es signo de grandeza. Toda falta de armonía entre el ser y las cosas, entre la vida y sus leyes, aun en los grandes hombres, no es producto de su grandeza: es producto de su debilidad. ¿Por qué intentar esconderla? ¿Es el más débil menos digno de amor? Lo es más, porque más lo necesita. No seré quien levante estatuas a héroes inaccesibles.
En el mundo hay sólo un heroísmo: ver el mundo tal cual es; y amarlo.
Aborrezco el idealismo cobarde que aparta los ojos de las miserias de la vida y las flaquezas del espíritu. Hay que decírselo a un pueblo harto sensible a las engañosas ilusiones de las palabras sonoras: En el mundo hay sólo un heroísmo: ver el mundo tal cual es; y amarlo.
Ver el mundo tal cual es y amarlo.
Los conservadores no tenemos ideología, sino una forma de ver el mundo, de amarlo y de entenderlo, no de como queremos que sea.
El Conservador en tiempos del coronavirus
Pedro A. Villegas Santos
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Lo trágico del destino que aquí presento es que ofrece la imagen de un sufrimiento innato, que surge del fondo del mismo ser, que le roe sin tregua y que no ha de abandonarle hasta haberle destruido.
Sin embargo, si ese dolor dejara de existir, el mundo sería más pobre. ¡En esta época de cobardes que tiemblan ante el dolor y reivindican con estrépito su derecho a la felicidad propia, que a menudo no es sino la desgracia ajena, osemos mirar al dolor cara a cara y a vencerlo! iSea alabada la alegría; alabado sea el dolor! Una y otro forjan el mundo y llenan las grandes almas. Son la fuerza, son la vida, son Dios. Quien no ama a entrambos no ama a ninguno de los dos. Y quien los ha gustado sabe el precio de la vida y la dulcedumbre de abandonarla.
FiN
El hombre es, antes que nada, el ser que crea – Sanint-Exupery