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Introito
En los párrafos siguientes Émile Zola no cesa de asombrarse de la vitalidad creadora de los hombres. Imagina una inmensa sala donde estuviesen todas las pinturas del mundo y de todos los tiempos; y concibe, en ella, el encuentro hermanado de los hombres de todos los tiempos a través del arte.
Yo añadiría a la sala -si uno pudiera vacunarse contra el síndrome de Stendhal– todas las obras de arte. Toda la amplitud de modos creadores imaginados y pergeñados por el hombre. La pintura, la escultura, la literatura en todas sus géneros literarios, la arquitectura etc. etc.
La sala o salas más parecidas a lo que imaginó Zola existen o al menos se asemejan. Si uno visita el Palacio Pitti en Florencia sentirá una parte de esa stendhalizante emoción imaginada por Zola. No sé si seguirán allí por donde, si uno se perdía por las salas menos visitadas, podía encontrar paredes atiborradas de pinturas. Donde la aglomeración de lienzos era tan voluptuosa que no se veía la pared que los sustentaba. Del techo al suelo, y de esquina a esquina, no había grieta por donde corriera el aire entre marco y marco. Algunas pinturas estaban tan bajas que uno tenía que tumbarse en el suelo para mejor contemplarlas. ¡No, no exagero un ápice!
Si quieren algún día correr el riesgo del síndrome de Stendhal; o recrear la emoción sublime que refleja Zola en el texto que sigue, vayan a Florencia a ver el Museo Pitti.

La vida de los hombres – Émile Zola
He aquí, ahora, cuáles son mis creencias en materia artística. Abarco con una mirada la humanidad que ha vivido y que, ante la naturaleza, en todo momento, bajo todos los climas, en todas las circunstancias, sintió la imperiosa necesidad de crear humanamente, de reproducir los objetos y los seres por medio de las artes.
Tengo, así, un vasto espectáculo, cada una de cuyas partes me interesa y me conmueve profundamente. Cada gran artista ha venido a darnos una nueva traducción, una traducción personal de la naturaleza. La realidad es aquí el elemento fijo, y los diversos temperamentos son los elementos creadores que han dado a las obras características diferentes. En esos caracteres diferentes, en esos aspectos siempre nuevos, consiste, para mí, el interés poderosamente humano de las obras de arte.
Querría que las telas de todos los pintores del mundo se reuniesen en una inmensa sala; en la que pudiéramos ir a leer, página por página, la epopeya de la creación humana. Y el tema sería siempre la misma naturaleza, la misma realidad; y las variaciones serían las formas particulares y originales con ayuda de las cuales los artistas habrían expresado la gran creación de Dios. En medio de esa inmensa sala debe ubicarse la multitud para juzgar sanamente las obras de arte; lo bello no es aquí una cosa absoluta, una común medida ridícula.
Asombrarse de la vitalidad creadora de los hombres – Émile Zola
Lo bello es la vida humana misma.
Lo bello es la vida humana misma. El elemento humano que se mezcla al elemento fijo de la realidad y que pone al día una creación que pertenece a la realidad. La belleza vive en nosotros, y no fuera de nosotros. ¡Qué porta una abstracción filosófica, qué me importa una perfección soñada por un grupito de hombres! Lo que me interesa a mí, hombre, es la humanidad, mi antepasada. Lo que me conmueve, lo que me hechiza en las creaciones humanas, en las obras de arte, es reencontrar en el fondo de cada una de ellas un artista, un hermano, que me presenta la naturaleza bajo un rostro nuevo, con toda la potencia o toda la dulzura de su personalidad. Esa obra, así encarada, me relata la historia de un corazón y de una carne, me habla de una civilización y de un país.
Y cuando en el centro de la inmensa sala en. que se encuentran los cuadros de todos los pintores del mundo, lanzo una mirada al vasto conjunto; encuentro allí el mismo poema en mil lenguas distintas. Y no me canso de releerlo en cada cuadro, encantado con las delicadezas y los vigores de cada dialecto.
Contar con trozos de murallas para cubrir, decorar las estaciones, los mercados, las fábricas, todo lo que se construya… ¡Ah, la vida tal como transcurre en las calles! ¡La vida de los pobres y de los ricos! En los mercados, en las plazas, en las avenidas, en el fondo de las callejuelas populosas; y todos los oficios mezclados, y todas las pasiones puestas en pie, bajo la luz más bella, y los campesinos y los animales del campo… Si, toda la vida moderna. ¡Frescos tan altos como el panteón!
Asombrarse de la vitalidad creadora de los hombres – Émile Zola
FiN
Ver el mundo tal como es; y amarlo.