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Poesía es medirse y rehacerse en libertad – Paul Valéry

Escritor Español Petrusvil

Poeta, escritor, divulgador y analista.
02/01/2022
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Poesía es medirse y rehacerse en libertad – Paul Valéry

Paul Valéry (Sète, 30/X/1871-París, 20/VII/1945) Escritor, poeta, ensayista y filósofo francés. Principal representante de la «poesía pura»; como prosista y pensador la lectura y comentario de sus textos ha sido muy extensa. ( Poesía es medirse y rehacerse en libertad – Paul Valéry )


Pocos grandes artistas nos vuelven apasionadamente curiosos de su íntimo y verdadero pensamiento. Presentimos que conocerlo, como desde luego lo conocen ellos mismos, no aumentaría mucho ni nuestro amor por sus obras ni nuestro saber. Sospechamos que ellos apenas hacen otra cosa que trasmitirnos los acontecimientos;o los estados que los han animado o deslumbrado, en cierto instante, durante algunos instantes,;de igual modo como en seguida lo estaremos nosotros mismos, de segunda mano. No saben mucho más que nosotros acerca de lo que hacen mejor que nosotros.

Pero éste (Mallarmé) hacía suponer imperiosamente todo un sistema de pensamiento referido;a la poesía tratada, ejercida y reanudada sin cesar como una obra esencialmente infinita; para la cual las obras realizadas o realizables no son más que los fragmentos, los ensayos, los estudios preparatorios. La Poesía, para él, era, sin duda, el límite común e imposible de alcanzar,;hacia donde tienden todos los poemas, y, por lo demás, todas las artes. Tras de comprender esto desde muy temprano, había laboriosamente dominado, modificado, profundizado al poeta, semejante a los demás, que alentaba en él desde su nacimiento. Había buscado, reconocido el principio de deseo que engendra el acto poético; definido, aislado su elemento puro; y se había convertido en el virtuoso de esta disciplina de pureza, en el ser;que se aplica a interpretar infaliblemente lo más acendrado de sí mismo.

No detesto al virtuoso, el hombre de los medios. Existe un prejuicio, un movimiento reflejo contra él, que procede de las ideas vagas y seductoras;que los nombres harto vanos de «creación», de «inspiración» o de «genio» despiertan en el espíritu común.

Poesía es medirse y rehacerse en libertad – Paul Valéry

Este sentimiento público e inmediato de los modernos sobre la poesía y sobre toda producción excitante y asombrosa del espíritu;se reduce fácilmente a esto: lo que se hace más admirable sólo depende del estado instantáneo de su autor, y este estado le es tan ajeno como puede serlo para nosotros un sueño o una aventura, por el simple relato de los cuales el individuo más ordinario puede a veces conmover a las gentes. El más alto punto de un ser es, pues, también el más alejado, es decir, el más imprevisto de sí mismo.

Esta opinión no es enteramente falsa; por eso es temible. Es temible oponer insignes favores, luces y fuerzas extraordinarias, a la busca de la constancia en los resultados, en la adquisición de una potencia permanente;por medio de los trabajos más continuos y más desenvueltos, las observaciones y las correcciones más justas, y los razonamientos exactos. Eso es apreciar lo excepcional; y más por la sorpresa que causa que por una cualidad intrínseca; y es también el gusto más ingenuo y más idólatra de lo maravilloso lo que vence y reduce aquí a los espíritus.

Pero un hombre que se mide a sí mismo y se rehace según sus claridades;me parece una obra superior que me conmueve más que ninguna otra. El más hermoso esfuerzo de los hombres consiste en cambiar su desorden en orden y la posibilidad en poder; ahí está la verdadera maravilla. Me agrada que se sea duro para con el propio genio. Si no sabe volverse contra si mismo, a mis ojos el genio no es más que un virtuosismo nativo, pero desigual e infiel. Las obras que sólo proceden de él están curiosamente edificadas en oro y barro; aunque cargadas de deslumbrantes detalles, el tiempo pronto disgrega la arcilla y la arrastra; de muchos poemas no quedan más que algunos versos, Por eso la noción misma de poema se ha deteriorado poco a poco.

Sin embargo, los problemas verdaderamente dignos de los espíritus poderosos (y, por otra parte, los más;adecuados para hacerles sentir y rendir toda su potencia de transformación) sólo aparecen una vez adquirida y desarrollada;como inmediata la maniobra de todos los medios. El objeto de todas las búsquedas más elevadas es el de construir algún edificio o sistema necesario, a partir de la libertad; pero esta libertad no es más que el sentimiento y la seguridad de la posesión de lo posible y se desarrolla con él. Las intuiciones que nos incitan a producir se forman sin tener en cuenta nuestra facultad de ejecución: en esto reside su vicio y su virtud.

Poesía es medirse y rehacerse en libertad – Paul Valéry

Pero la práctica, poco a poco, nos habitúa a concebir solamente lo que podemos ejecutar. Actúa insensiblemente para restringirnos a una economía exacta de nuestras ambiciones y de nuestros actos. Muchos se limitan a esta perfección regular y moderada. Pero hay algunos en quienes el desarrollo de los medios llega a ser tan avanzado y además tan identificado con su inteligencia; que llegan a «pensar», a «inventar» en el mundo de la ejecución, partiendo de los medios mismos.

La música derivada de la propiedad de los sonidos; la arquitectura derivada de la materia y de las fuerzas; la literatura, de la posesión del lenguaje y de su papel singular y de sus modificaciones; en una palabra, la parte real de las artes excitando su parte imaginaria, el acto posible creando su objeto,;lo que puedo aclarándome lo que quiero y ofreciéndome planes a la vez en todo inesperados y en todo realizables; tal es la consecuencia de un virtuosismo adquirido y superado. La historia de la geometría moderna podría ofrecer también excelentes ejemplos.

En Mallarmé, la identificación de la meditación «poética» con la posesión del lenguaje, y el estudio minucioso,;sobre sí mismo, de sus relaciones recíprocas, han terminado en una especie de doctrina de la que desgraciadamente sólo conocemos la tendencia.

Poesía es medirse y rehacerse en libertad – Paul Valéry

A veces, observando la disposición novísima y deliciosa de algún pasaje de sus poemas, se me ocurría que él había demorado su pensamiento sobre casi todas las palabras de nuestra lengua. El libro singular que ha escrito sobre el vocabulario inglés supone muchos estudios y reflexiones sobre el nuestro.

No es dado admitir que la filología agote todos los problemas que puede proponer el lenguaje, La física misma, o la fisiología, tampoco impiden ni dispensan al pintor y al músico de tener sus ideas sobre los colores o los sonidos. La preocupación de las obras por realizar produce muchos interrogantes, exige maneras de clasificar y de valuar que acaban por constituirle al artista una ciencia real, pero individual, un capital poco trasmisible. Mallarmé se había formado una especie de ciencia de sus palabras.

No es posible dudar que haya razonado sobre sus figuras, explorado el espacio interior donde aparecen, unas veces causas y otras veces efectos justipreciando lo que podría llamarse sus cargas poéticas; y que, en virtud de este trabajo infinitamente extremado y precisado, las palabras no se hayan ordenado, secretamente, virtualmente en la potencia de su espiritu, según una ley misteriosa de su profunda sensibilidad.

Yo me representaba su expectativa: el alma tensa hacia los armónicos y toda atenta a percibir el advenimiento de una palabra en el universo de las palabras, donde se extravía pretendiendo captar todo el orden de los enlaces y de las resonancias que invoca un pensamiento ansioso de nacer…
«Digo: UNA FLOR…» escribe.

La mayoría son ciegos en este universo del lenguaje; sordos para las palabras que emplean. Sus palabras no son más que expedientes; y la expresión para ellos sólo un camino más corto: este mínimo define el uso puramente práctico del lenguaje. Ser comprendido, comprender, son los límites entre los cuales se estrecha de más en más este lenguaje práctico, es decir, abstracto. Los escritores mismos sólo se demoran en los términos y en las formas con ocasión de alguna dificultad particular, de una elección local o de un efecto buscado. Tal es el empirismo de los modernos. Se puede, desde hace poco más de cien años, ser «gran escritor» y descuidar todo lo físico del discurso. Eso es ver en él nada más que un miserable agente, un intermediario, del cual desearía prescindir «el espíritu».

Poesía es medirse y rehacerse en libertad – Paul Valéry

Nada más lejos que esta opinión del modo de sentir de toda la Antigüedad. Por eso Stendhal no es un pagano. Rehúye la forma, el número, el ritmo, las figuras, y se fortifica contra ellos en la lectura del Código Napoleón. Así, pues, si se estima que lo que hacen los hombres es más representativo de su verdadera naturaleza que lo que piensan y dicen, es inútil que Stendhal alardee de sensualismo y crea que sigue a Condillac; en todo se muestra «espiritual» respecto al lenguaje, y profesa la estética de un asceta.

Pero la Poesía es plenamente pagana; exige imperiosamente que no haya alma sin cuerpo, ni sentido, ni idea que no sea el acto de alguna figura notable construida con timbres, duraciones e intensidades.

Poco a poco, el Lenguaje y el Yo llegan a corresponderse, en el Poeta, de muy distinta manera que en los demás hombres. Lo que para él es capital en la palabra es insensible o indiferente para ellos. Nada tienen que hacer con un determinado incidente verbal de que depende para nosotros la vida o la muerte de un poema. Crédulos y abstractos, oponen el fondo a la forma; oposición que sólo tiene sentido en el mundo práctico, donde hay intercambios inmediatos de palabras por actos y de actos por palabras. No advierten que lo que llaman el fondo no es más que una forma impura, es decir, mezclada.

Nuestro fondo está hecho de incidentes y de apariencias incoherentes: sensaciones, imágenes de todo género, impulsiones, palabras aisladas, fragmentos de frases… Mas para trasmitir lo que pugna por trasmitirse y quiere desprenderse de ese caos, es preciso que todos esos elementos tan heterogéneos estén representados en el sistema unificado del lenguaje y que se forme cierto discurso. Esta transposición de acontecimientos interiores en fórmulas constituidas por signos de la misma especie igualmente convencionales -, bien puede considerarse como el paso de una forma o apariencia menos pura a una más pura.

Pero el lenguaje dado adquirido desde nuestra infancia, por ser de origen estadístico y común, es generalmente poco apto para expresar los estados de un pensamiento alejado de la práctica; apenas se presta para fines más profundos o más precisos que los que determinan los actos de la vida ordinaria. De ahí nacen los lenguajes técnicos, y, entre ellos, la lengua literaria. En todas las literaturas se ve aparecer, más o menos tarde, una lengua mandarina, a veces muy alejada de la lengua usual; pero en general esta lengua literaria se deriva de la otra, y de ella toma las palabras, las figuras, los giros más propicios a los efectos que busca el artista en bellas letras. Acontece también que algunos escritores lleguen a crearse un lenguaje singular.

Poesía es medirse y rehacerse en libertad – Paul Valéry

Un poeta usa a la vez de la lengua vulgar que sólo satisface a la condición de comprensión y que es por lo tanto puramente transitiva-, y del lenguaje que se opone a ella, como se opone un jardín cuidadosamente poblado de especies bien elegidas a la campiña enteramente inculta donde se da cualquier planta, y de donde el hombre entresaca lo que encuentra de más hermoso para asentarlo y preservarlo en una tierra exquisita.

Acaso se podría caracterizar a un poeta por la proporción en que en él se encuentran estos dos lenguajes: el uno natural, el otro, purificado y especialmente cultivado para uso suntuario? He aquí un buen ejemplo de dos poetas del mismo período y del mismo medio: Verlaine, que se atreve a asociar en sus versos las formas más familiares y los términos más comunes a la poética no poco artificiosa del Parnaso, y que acaba por escribir con plena y hasta cínica impureza: y eso, no sin acierto; y Mallarmé, que se crea un lenguaje enteramente suyo, mediante la elección refinada de las palabras y los giros singulares que inventa o desarrolla, rehusando a cada instante la solución inmediata que le apunta el espíritu de todos. Eso no era otra cosa que defenderse, hasta en el detalle y en el funcionamiento elemental de la vida mental, contra el automatismo.

Mallarmé comprendió el lenguaje como si lo hubiese inventado. Este escritor tan oscuro comprendió el instrumento de comprensión y de coordinación hasta el punto de sustituir, al deseo y al designio ingenuos y siempre particulares de los autores, la ambición extraordinaria de concebir y de dominar el sistema entero de la expresión verbal.

Por este lado coincidía-yo se lo dije, un día con la actitud de los hombres que profundizan en el álgebra la ciencia de las formas y la parte simbólica del arte matemático. Este género de atención logra que la estructura de las expresiones se le haga más sensible y más interesante que sus significados o sus valores. Las propiedades de las transformaciones son más dignas del espíritu que lo que él transforma; y me pregunto a veces si puede existir un pensamiento más general que el pensamiento de una “proposición», o la conciencia de pensar en cualquier cosa…

Poesía es medirse y rehacerse en libertad – Paul Valéry

En el orden del lenguaje, las figuras, que desempeñan comúnmente papel accesorio, parecerían intervenir sólo para ilustrar o reforzar una intención, y por ello parecen adventicias, semejantes a ornamentos de los cuales puede prescindir la sustancia del discurso; esas mismas figuras, en las reflexiones, se convierten en elementos esenciales: la metáfora, de joya que era, o de medio espontáneo, parece adquirir aquí el valor de una relación simétrica fundamental. Concibe Mallarmé, por otra parte, con una fuerza y una nitidez notables, que el arte implica y exige una equivalencia y un intercambio perpetuamente cumplido entre la forma y el fondo, entre el sonido y el sentido, entre el acto y la materia.

La modificación y a veces, la invención del acto por la materia, generalmente se comprende poco, si no se ignora, entre quienes razonan sobre el arte: cierto espiritualismo, y una idea exacta o incómoda de la materia, son los responsables. Sólo una combinación (de las más raras) de práctica o de virtuosismo con una inteligencia del más alto grado podía conducir a estas ideas profundas, tan profundamente distintas de las ideas o ídolos que por lo general se forja uno de la literatura. De ello resulta que el culto y la contemplación del principio de todas las obras le hicieron sin duda cada vez más penoso y cada vez más raro el ejercicio mismo del arte y el uso de sus prodigiosos recursos de ejecución. En verdad, sería preciso vivir dos vidas: una, de preparación total; otra, de desarrollo total.

Hay tormento más puro, división de sí mismo más profunda que ese combate del Mismo con el Mismo, cuando el alma alternativamente desposa lo que quiere a cambio de lo que puede, lo que puede a cambio de lo que quiere; y ahora atenta al partido de su potencia, ahora al partido de su deseo, pasa y torna a pasar del todo a la nada? A cada una de esas «fases» responden ideas y movimientos contradictorios y simétricos que, un análisis lo bastante sutil para interpretar las obras, relacionándolas sistemáticamente con el «querer» y el «poder», haría sin duda visibles.

Poesía es medirse y rehacerse en libertad – Paul Valéry

Bajo los nombres ofensivos de preciosismo, de esterilidad, de oscuridad, una crítica grosera no ha hecho más que representar a su modo los efectos de una lucha interior sublime sobre los espíritus mediocrísimos y malevolentes por esencia. El deber de quien pretende hablar al público de las obras de otro consiste en hacer todo el esfuerzo necesario para entenderlas, o para determinar por lo menos las condiciones o las dificultades que el autor se ha impuesto: se advertiría entonces que la claridad, la sencillez y la abundancia proceden generalmente del uso de ideas y de formas existentes y familiares: el lector se reconoce en ellas, embellecido a veces. Pero los contrarios de esas cualidades significan de tanto en tanto intenciones de grado más alto.

De los grandes hombres que han escrito, unos nos satisfacen exactamente comunicándonos la perfección de lo que somos; otros se esfuerzan por seducirnos con lo que podríamos ser, mediante una inteligencia más compleja o más pronta, o más libre frente a los hábitos y a todo lo que impide la combinación más general de nuestras potencias del espíritu.

Admito que Mallarmé sea oscuro, estéril y preciosista; pero si al precio de esos defectos, y hasta por medio de los esfuerzos que implican en el autor y de los que exigen al lector, me ha hecho concebir y colocar por encima de todas las obras la posesión consciente de la función del lenguaje y el sentimiento de una libertad expresiva superior, en comparación con la cual todo pensamiento no es más que un incidente, un acontecimiento particular, esa consecuencia que he extraído de mi lectura y meditación de sus escritos y aún sigue siendo para mí un bien incomparable, y de tal calidad que ninguna obra transparente y fácil me ha podido ofrecer otro bien igual.

(FiN) Poesía es medirse y rehacerse en libertad – Paul Valéry

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