Escritor Español Petrusvil

El santoral laicisteo de los días mundiales

29/12/2021

Escritor Español Petrusvil

Poeta, escritor, divulgador y analista.
Tiempo de lectura 7 minutos.
El santoral laicisteo de los días mundiales

Se harán cargo de la emoción devota que me embarga, porque hoy estoy en el Día Internacional contra la Corrupción, una cita conmemorativa decretada irónicamente por la corrupta ONU. Y eso que aun no me he repuesto de la fiesta de hace cuatro días,;cuando celebré por todo lo alto el Día Mundial del Suelo; de donde hubieron de recogerme mis amigos al acabar la farra en la discoteca. Aunque en realidad todo este mes de diciembre es un festival en el nuevo Santoral Laicófilo de la ONU;y demás burrócratas de «lo globalo» que celebra Días Mundiales y Días Internacionales de tó pa tós. ( El santoral laicisteo de los días mundiales )

El santoral laicisteo de los días mundiales

El curioso asunto de los días mundiales

Y es que el día 11 se celebra el Día Mundial de las Montañas, el 12, el Día Mundial de la Neutralidad; y el 18 Día Mundial de la Lengua Árabe en peligro de extinción; sin olvidar la juerga del día 20 que tiene dos días el Día Mundial del Escepticismo y el Día Mundial de la Sangría; el 21 de diciembre – Solsticio de Invierno famoso santolaico que comparte cada año martirio con su hermano;el Solsticio de Verano (21 de junio) sin llegar a verse juntos jamás; y el 27 de diciembre – Día Internacional de la Preparación ante las Epidemias- ¡se lo juro no es broma!

Antes de todo esto, al santoral laico contemporáneo de la ONU le precedió un goteo de nuevos días mundiales,;como el de los Presidentes, que celebra Estados Unidos, el Internacional de los Trabajadores,;o el del Peatón, que conmemora el primer atropello –no es broma-; hasta el Día Internacional de la Croqueta, que tiene su origen en la ingesta de la primera croqueta, allá por 1817.

La ONU ha ido incorporando estos días a su particularísimo calendario;por tratarse de “un poderoso instrumento de promoción de esos “santolaicos” asuntos y “martirlaicas cuestiones”; y por ser “un poderoso instrumento de sensibilización y concienciación” dos de las virtudes laicocardinales por excelencia. Más tarde decretaron otros, que hoy van desde el Día Mundial de la Madre Tierra (22 de abril); o el Día Internacional de las Habilidades de la Juventud (15 de julio) o lo que sea que signifique eso; hasta el Día Internacional para la Reducción de los Desastres (13 de octubre). ¡Un desastroso calendario!

El santoral laicisteo de los días mundiales

Un trabajo bastante tosco

Convertido el año en una suerte de martirologio paganil, los globalistas han visto aquí la oportunidad de difuminar el viejo santoral católico. Los días mundiales –nacionales, o hasta regionales, porque cada pequeña Admón. ha encontrado su propia manera de hacer el memo con el calendario- roban ya todo el protagonismo institucional y mediático a la mayoría de las celebraciones cristianas, con contadísimas excepciones como la Navidad, o la Semana Santa, y subvertir de un modo oficializante el discurso ético-moral cristiano por la moralina beatalaicístea, pretendiendo “sensibilizar” o “concienciar”al personal, que son las maneras progres de trasmitir la doctrina del Catecismo Laicital.

Hilarante resulta el extraño modo de titular que tienen los orondos herederos de la extinta Sociedad de Naciones, que promueven citas tan textualmente elongadas como el [Día Internacional de información sobre el peligro de las minas y de asistencia para las actividades relativas a las minas] (lo pongo en corchetes para que no se pierdan), el [Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas], o el [Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes contra Periodistas]. No es coña, no.

No hay mucha lucidez en estos ponedores de días que se repiten como el cocido. Tal ocurre con el Día Internacional de la Paz y, en otra fecha distinta, el Día Internacional de la No Violencia, que es como celebrar el Día Mundial del Hambre y el de No Hambre, Y es que hablar raro – ¡qué os pasa en la boquita mi armas!- ya es tendencia en la organización, porque también festejan el Día de la Cero Discriminación. Claro que en ocasiones se ponen poéticos y el asunto empeora: el 7 de septiembre la ONU ha convocado el Día Internacional del Aire Limpio por un Cielo Azul, al que personalmente le habría añadido un poco más de bucolismo: “Día Internacional del Aire Limpio por un Cielo Azul Celeste, un Campo Lleno de Girasoles y Pajaritos Cantando, Que Si Que No Que Caiga Un Chaparrón”.

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El Santoral del catecismo globalista

Habrá quien sostenga airado que a ningún católico debería molestarle que el mundo civil festeje el Día de la Madre Tierra, salvo porque los católicos negamos que la Tierra sea nuestra madre, no adoramos ni a las bestias ni a los Objetos Celestes. Lo que nos molesta es el artero intento por descristianizar las sociedades y convertirlas en una masa lobotomizada por lo woke, lo sostenible, lo igualitario, lo diverso y demás mandamientos de guardar del buen laicoprogreta. La tentativa recuerda, y mucho, a los fracasados calendarios republicanos franceses, o al revolucionario soviético aunque, adaptados a como corresponde a este tiempo, más sutiles y aseados y, por tanto, más digeribles y perniciosos por su buenismo impostado.

Lo cierto es que, a pesar de algunas loables reivindicaciones -¿quién podría oponerse al Día Mundial contra la Hepatitis?-, el calendario paganense está años luz del modelo de orden y virtud que propone el santoral católico. Sin embargo, hay una guerra soterrada porque el laicismo se ha convertido ya en una religión militante, cuya principal característica es el odio mortal al cristianismo. Las más genuinas organizaciones laicistas proponen también su “calendario ateo y científico”, incluyendo varios días de mofa y escarnio contra la religión, como el Día de la Blasfemia. En la ONU prefieren gastar el rebuscado lenguaje masónico, siempre más solapado y de estomagante concordia, de ahí lo del Día Internacional de la Fraternidad Humana y la Semana Mundial de la Armonía Interconfesional. ¡Toma yaaa!

Una simple mirada al calendario de días mundiales de los «ONUescos» que no cuescos desvela que no falta en la lista ninguna de las reivindicaciones de la izquierda identitarista de nuestro tiempo, dando a entender que no se trata de una amalgama de jornadas colocadas arbitrariamente, sino de un modo de etiquetar a lo largo del año los nuevos valores de la beatería globalista, en donde no tiene cabida la libertad que acompaña desde su inicio al cristianismo.

De este modo, el calendario supone un santoral de izquierdas repleto de bioecologismo, justicia social, feminismo, inmigración – ahora “migración” como las aves-, sosteniblismo, diversidismo, mucha África -que queda genial en los folletos-, y demás palabros inentendibles del espectro ideológico que va desde los socialdemócratas a los comunistas unidos en Santa Hermandad.

Acompañan a estas celebraciones y sus correspondientes campañas mediáticas un sinnúmero de días variopintos en donde se mezcla la reivindicación de la lactancia materna, las viudas, las abejas, el jazz, la conciencia, la lengua china, y el yoga, culminando con la celebración “anal”, de lo más escatológica, del Día Mundial del Retrete el 19 de noviembre. La seriedad que ponen en celebrar sus días contrasta con lo ridículo de las denominaciones.

El santoral laicisteo de los días mundiales

El Santoral con su Año Litúrgico de la Iglesia es un tesoro cristiano a preservar

El artero intento de destierro del calendario cristiano y su santoral no es baladí. En medio de un asfixiante chorreo ideológico-institucional del pensamiento único, las festividades cristianas y sus celebraciones en los pueblos, patronazgos y regiones constituyen casi el único contacto de muchas personas, cada vez más secularizada, con el cristianismo y sus valores, su modo de ver el mundo, la familia, y su defensa del individuo con el “libre albedrío”.

A fin de cuentas, las vidas de los santos son algo más que lo evidente, son un mensaje de santidad, heroísmo y bondad; un modelo admirable para toda la sociedad, sea creyente o no. Alejar esos modelos y ocultarlos, y sustituir a San Juan de la Cruz por el Día Mundial de la Felicidad no traerá, por más que lo celebremos, un mundo mejor y más feliz, sino uno más ignorante y egocéntrico. Y, sin duda, más moldeable y sumiso.

Hasta no hace mucho, todos los países católicos todavía se movían con naturalidad por el calendario, por el año litúrgico: lo hacían las instituciones porque lo hacía el pueblo, lo hacían los individuos porque lo hacían las familias y las parroquias. En el Adviento, la esperanza. lEn Navidad, la fiesta y la paz. En la Cuaresma, penitencia y caridad. La entrega a los demás, el sentido del dolor. Caridad, no su hermana política laicoglobalista, la Solidaridad. En Pascua, la alegría de la Resurrección que, ahora sí, todo tiene sentido. La celebración del bien venciendo al mal; el reinado del Bien. Y de nuevo recomenzar otra vez en el tiempo ordinario, ya revestidos de esperanza, a levantar nuestras vidas y ejercitarse en la virtud. Y vuelta a empezar, una y otra vez.

Hoy ni siquiera los cristianos somos conscientes del tesoro que supone esta organización sobre un calendario anualizado que nos ofrece la Iglesia, como método para profundizar en nuestra fe, para ser capaces de combinar festividad y penitencia, para abrirnos al prójimo como nos dijo Jesús y mirarnos también hacia dentro y cuidarlo. Quizá el declive comienza cuando dejamos de prestar atención a pequeñas cosas, al ritual: ¿cuántos católicos conocen hoy el significado de los colores en las prendas del sacerdote o la importancia del sagrario en la liturgia de cada día? Por nimio que parezca, seguir el calendario es una de las mejores guías para ejercitar cada año nuestro cristianismo.

El año litúrgico es la “rosa de los vientos” cristiana, pero también es un hermoso modelo de buenas aspiraciones para toda la sociedad. Es el orden natural y transcendente del hombre puesto sobre el discurrir de los días. La sabiduría, la tradición, la inspiración, la fe. Es el rico santoral de nuestro calendario, el montón de velas encendidas que iluminan un mundo que recorremos en la penumbra. Al fin y al cabo, solo somos hombres, y la luz que emitimos es como la de la luna que toma prestada del sol (Dios). Beber de los vientos del global paganismo para apagar esas velas de nuestras santoral es solo una muestra más de la vasta soberbia de una civilización, la occidental, empeñada en una loca carrera hacia la decadencia.

(FiN) El santoral laicisteo de los días mundiales

FiN

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