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Descubriendo lentamente – Igor Strawinsky

20/11/2021

Escritor Español Petrusvil

Poeta, escritor, divulgador y analista.
Tiempo de lectura 6 minutos.
Descubriendo lentamente – Igor Strawinsky

Ígor Fiódorovich Stravinski (Oranienbaum, 17/VI/1882-Nueva York, 6/IV/1971) Compositor y director de orquesta ruso y uno de los músicos más geniales e influyentes del siglo XX. ( Descubriendo lentamente – Igor Strawinsky )

El estudio del proceso creador es de los más delicados. Es imposible, en efecto, observar desde afuera el desarrollo íntimo de tal proceso. Es inútil tratar de seguir las fases del trabajo ajeno.lEs igualmente difícil observarse a sí mismo. Aun así, creo que apelando a mi introspección tendré algunas probabilidades de guiar a ustedes en esta materia esencialmente indeterminada.

La mayor parte de los melómanos cree que lo que impulsa la imaginación creadora del compositor es una cierta inquietud emotiva que se designa generalmente con el nombre de inspiración.

No pienso negar a la inspiración el papel eminente que se le acuerda en la génesis que estudiamos; simplemente pretendo que no es en modo alguno condición previa del arte musical, sino una manifestación secundaria en el orden del tiempo.

Inspiración, arte, artista, son palabras de sentido poco determinado, que nos impiden ver con claridad en un dominio donde todo es equilibrio y cálculo, por donde pasa el soplo del espíritu especulativo. En seguida, pero sólo más tarde, nacerá esa turbación emotiva, que se encuentra en la base de la inspiración, de la que se habla tan impúdicamente con un sentido indiscreto que compromete a la obra misma.

¿No está claro que esta emoción no es sino una reacción del creador, en lucha con eso desconocido que aún no es más que el objeto de su creación y que debe convertirse en una obra? Lo irá descubriendo eslabón por eslabón, malla por malla. Esta cadena de descubrimientos, y cada descubrimiento en sí, es lo que da nacimiento a la emoción -reflejo casi fisiológico, como el apetito provoca la secreción salivar -, emoción que sigue siempre, y de cerca, las etapas del proceso creador.

Descubriendo lentamente – Igor Strawinsky

Toda creación supone en su origen una especie de apetito que hace presentir el descubrimiento. A esta sensación anticipada del acto creador acompaña la intuición de una incógnita ya poseída, pero ininteligible aún, que no será definida sino merced al esfuerzo de una técnica vigilante.

Este apetito que se despierta en mi ante la sola idea de poner en orden los elementos señalados no es algo fortuito como la inspiración, sino habitual y periódico, cuando no constante, como una necesidad natural, Este presentimiento de una obligación, este anticipo del placer, este reflejo condicionado, como diría un moderno fisiólogo, muestra claramente que es la idea del descubrimiento y del trabajo la que me atrae.

El hecho mismo de escribir mi obra, de poner, como se dice, las manos en la masa, es inseparable para mí del placer de la creación. En lo que me concierne, no puedo separar el esfuerzo espiritual del esfuerzo psicológico y del esfuerzo fisico; todos se me presentan en un mismo plano y sin la menor diferencia de jerarquía.

La denominación artista que, tal como hoy dia se entiende las más de las veces, confiere a quien la lleva el más alto prestigio intelectual, el privilegio de ser considerado como un espiritu puro -, este término orgulloso, es de hecho incompatible, a mi ver, con la condición de homo faber.

Ahora es el momento de recordar que en el dominio que nos conresponde, si bien es cierto que somos intelectuales, nuestra misión no es la de pensar, sino la de obrar.

El filósofo Jacques Maritain nos recuerda que en la poderosa estructura de la civilización medieval el artista tenia solamente la categoría de artesano, «y estaba impedido a su individualismo toda clase de desenvolvimiento anárquico, porque semejante disciplina social le imponía, tácitamente, ciertas condiciones restrictivas». Es el Renacimiento el que inventó al artista, lo distinguió del artesano y comenzó a exaltarlo a expensas de este último.

Descubriendo lentamente – Igor Strawinsky

En los comienzos, el nombre de artista se daba solamente a los maestros en arte: filósofos, alquimistas, magos. Los pintores, escultores, músicos y poetas no tenían derecho más que a la calidad de artesanos.

Les artisans bien subtils
Animent de leurs outils
L’airain, le marbre, le cuyvre.

(Los sutiles artesanos
Con sus herramientas dan alma
Al latón, mármol y cobre)

Joachim du Bellay.

Montaigne enumera en sus Ensayos los «peintres, poètes ou aultres artizans». Todavía en el siglo XVII La Fontaine saluda a un pintor con el nombre de artesano y se hace reprender, con tal motivo, por un crítico malhumorado que podría ser un antepasado de la mayor parte de los nuestros

La idea de la obra a realizar está tan unida para mi a la idea de la ordenada disposición y al placer que de ella dimana, que si, caso imposible, me vinieran a traer mi obra terminada, me avergonzaría y desconfiaría como de una mistificación.

Tenemos un deber para con la música, y es el de «inventar». Recuerdo que en una oportunidad, durante la guerra’, al pasar la frontera francesa, un gendarme me preguntó cuál era mi profesión. Yo le respondí con toda naturalidad que era inventor de música. El gendarme verificó entonces mi pasaporte y me preguntó por qué estaba yo allí designado como compositor. Le respondí que la expresión «inventor de música» me parecía cuadrar mejor al oficio que ejerzo que aquella que se me atribuye en los documentos oficiales.

La invención supone imaginación pero no debe ser confundida con ella, porque el hecho de inventar implica la necesidad de un descubrimiento y de una realización. Lo que imaginamos, en cambio, no debe tomar obligatoriamente una forma concreta y puede quedarse en su estado virtual, mientras la invención es inconcebible fuera del ajuste de su realización en una obra.

Lo que debe ocuparnos aquí no es, pues, la imaginación en sí, sino más bien la imaginación creadora: la facultad que nos ayuda a pasar del plano de la concepción al plano de la realización.

Descubriendo lentamente – Igor Strawinsky

Durante el transcurso de mi trabajo tropiezo a menudo con algo inesperado. Este elemento inesperado me choca. Lo noto. A veces le saco provecho. Pero no hay que confundir este aporte de lo fortuito con ese capricho de la imaginación llamado comúnmente fantasía. La fantasía implica una voluntad preconcebida de abandonarse al capricho. Bien diferente es aquella colaboración de lo inesperado que de una manera inmanente participa en la inercia del proceso creador, y que, llena de posibilidades que no han sido solicitadas, viene a punto para doblegar todo lo que con un poco de rigor excesivo existe en nuestra voluntad desnuda. Y es bueno que sea así.

«En todo lo que se inclina graciosamente dice G. K. Chesterton en alguna parte es preciso que haya un esfuerzo de tiesura. Los arcos son bellos cuando se curvan sólo porque tratan de mantenerse rígidos. El rigor, al ceder un poco, como la Justicia inclinada hacia la Misericordia, constituye toda la belleza de la tierra. Todas las cosas tratan de ser rectas y, por fortuna, ninguna puede. Tratad de crecer derechamente y la vida os doblegará

La facultad de crear nunca se nos da sola. Va acompañada del don de observación. Se conoce el verdadero creador en que encuentra siempre en derredor, en las cosas más comunes y humildes, elementos dignos de ser notados. No le es necesario un paisaje bonito;lno le es preciso tampoco rodearse de objetos raros o preciosos. No tiene necesidad de correr a la búsqueda del descubrimiento, porque lo tiene siempre al alcance de la mano. Le bastará echar una mirada alrededor. Lo conocido, lo que está en todas partes, es lo que solicita su atención, El menor accidente lo retiene y dirige su operación. Si el dedo resbala lo notará, y oportunamente sacará provecho de este imprevisto que le ha sido revelado por una falla.

Pero el accidente no se crea: se lo observa para inspirarse. Es quizá, la única cosa que nos inspira, Un compositor preludia de igual modo que un animal hurga. Uno y otro hurgan porque ambos ceden a la necesidad de buscar. ¿A qué responde esta investigación en el compositor? ¿A la regla que lleva en sí como un penitente? No: es que anda en busca de su placer. Va tras una satisfacción que sabe que no ha de encontrar sin esfuerzo previo. No nos esforzamos para amar; pero amar supone conocer, y para conocer hay que esforzarse.

Es el mismo problema que se planteaban en la Edad Media los teólogos del puro amor. Conocer para amar; amar para conocer. No es dar vueltas en un círculo sin fin; es elevarse en una espiral, con tal que hayamos hecho un esfuerzo primero, un ejercicio de rutina, incluso.

Descubriendo lentamente – Igor Strawinsky

FiN

La alegría de vivir creando humildemente – Le Corbusier