
El envejecimiento de la población, impulsado por la disminución de la fertilidad, el aumento de la longevidad y la progresión la pirámide poblacional hacia edades más avanzadas es la tendencia demográfica dominante del siglo XXI. Mientras que los países de nuestro entorno han ido abordando estos retos incorporando reformas estructurales, España se encuentra desde hace varias décadas en una situación de parálisis preocupante. (Las consecuencias de una sociedad envejecida en seis puntos)
Los avances en la medicina han supuesto una reducción notable de la mortalidad en las últimas décadas. En 2050, las personas mayores de 65 años superarán en número a los adolescentes y adultos jóvenes. Y duplicarán el número de niños menores de cinco años.
En 2018, España era el país con mayor esperanza de vida al nacer de la UE siendo el único país que superaba los 83 años. Las mujeres españolas están a la cabeza de la UE en longevidad con una expectativa de vida de 86,1 años. De todos los países de la OCDE, sólo Japón y Suiza superan a España en esperanza de vida.
Solamente para compensar el aumento de la esperanza de vida a través de una mayor fecundidad, las mujeres en edad fértil, deberían tener una media de 5 hijos en lugar de los casi 1.5 actuales.
Pero vayamos con los seis puntos:
1) Es evidente que el primer punto es la viabilidad de los sistemas de pensiones. En España sólo tenemos, actualmente, 1,9 cotizantes por cada pensionista. El futuro pinta muy negro cuando, además, nuestros políticos no hacen nada para evitarlo o minorar el impacto futuro.
2) Sólo a nivel económico se ocasionarán, una mayor escasez de mano de obra a medida que los jubilados superen en número a la población activa, una caída sustancial en la tasa de ahorro a medida que las personas mayores liquiden sus activos y desahorren para mantenerse a sí mismos. Esto implicará la consiguiente desaceleración del crecimiento económico (PIB).
Las consecuencias de una sociedad envejecida en seis puntos
3) El envejecimiento ocasionará un mayor estrés fiscal para las arcas públicas, debido al aumento de los costes de la atención médica por la cronicidad y a las enfermedades propias de la vejez. Como el cáncer, la enfermedad respiratoria obstructiva crónica, las enfermedades cardíacas, la diabetes, el Alzheimer y otras demencias. Todas ellas muy costosas no solo desde el punto de vista médico, sino también en términos de requisitos para la atención formal e informal. La Sanidad deberá adaptarse a la generalización en la atención geriátrica.
4) Los efectos intergeneracionales serán mucho mayores si los esfuerzos recaen sobre las cotizaciones y las rentas del trabajo en lugar de recaer sobre el consumo. En los procesos electorales se configuran, ya hoy, mayorías partidarias de una redistribución intergeneracional muy sustancial de los trabajadores a los jubilados. Los gestores públicos deberán equilibrar los intereses de todas las generaciones si no quieren hipotecar el presente por el futuro.
5) Cambios en las preferencias: A medida que envejecemos, somos más aversos al riesgo. Lo que ocasionaría reducciones (-2,5%) en las inversiones en renta variable y en el número de personas que trabajan por cuenta propia (-6%). Aumentará el apoyo a los partidos populistas y nacionalistas entre aquellos votantes más aversos al riesgo. Una sociedad más aversa al riesgo también puede disminuir de forma importante la velocidad del proceso de cambio tecnológico que estamos presenciando. Sin embargo, en aquellas sociedades más envejecidas aumentará la demanda de robots en sustitución de los trabajadores.
6) Finalmente, el envejecimiento de la población podría impulsar los flujos de capital de los países que envejecen más rápido a los países que envejecen menos, lo que tendría consecuencias en la distribución global del poder económico y geopolítico.
En definitiva, el envejecimiento de la población en las sociedades avanzadas es un fenómeno silente pero imparable que tendrá un impacto indudable en nuestras sociedades. No sólo en nuestros sistemas de salud y dependencia, sino también sobre variables macroeconómicas como el ahorro, la inversión, la innovación, y los flujos internacionales de capital, así como sus derivadas políticas y geopolíticas.
Las consecuencias de una sociedad envejecida en seis puntos
FiN
No pongamos límites al hombre: A más población más riqueza