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La emoción y el raciocinio – Arnold Shönberg

19/12/2021

Escritor Español Petrusvil

Poeta, escritor, divulgador y analista.
Tiempo de lectura 4 minutos.
La emoción y el raciocinio - Arnold Shönberg

Arnold Shönberg (Viena, 13/IX/1874-Los Ángeles, 13/VII/1951) Compositor, teórico musical y pintor austriaco de origen judío. Emigró a los Estados Unidos en 1934, adoptando el nombre de Arnold Schoenberg. Fue uno de los primeros compositores en adentrarse en la composición atonal; y creador de la técnica del dodecafonismo basada en series de doce notas, inaugurando el posterior desarrollo del serialismo de la 2ª mitad del s. XX. Fue el líder de la denominada Segunda Escuela de Viena. (La emoción y el raciocinio – Arnold Shönberg )


Balzac, en su relato filosófico Seraphita, describe a uno de los personajes de la siguiente manera: «Wilfred era un hombre de treinta años de edad. Aunque fuertemente constituido, no faltaba armonía a sus proporciones. Era de mediana estatura, como sucede con casi todos los que descuellan sobre los demás. Su pecho y sus hombros eran anchos, el cuello corto, como el de los hombres que tienen corazón dominado por la cabeza.»

No cabe duda de que todos los que se supone cerebrales en su creación filósofos, científicos, matemáticos, constructores, inventores,; teóricos, arquitectos dominan sus emociones y cuidan de que su cabeza funcione con frialdad aun cuando la imaginación haya de inspirarles a menudo. Pero la opinión general no es la de que los poetas, artistas, músicos, actores, o cantantes deban aceptar la influencia del cerebro sobre sus emociones.

La emoción y el raciocinio – Arnold Shönberg

La opinión que imperaba no hace muchas décadas era que el poeta, y especialmente el poeta lírico, se distinguía no solo por el cabello largo y el cuello sucio,;sino también por su costumbre de adoptar una postura interesante. En lugar de una palabra concreta y directa,;la que de él se esperaba era aquella que se limitara únicamente a una idea o acto y, si fuese posible, oscureciéndola un poco,;enturbiando su apariencia y significado. De,este modo se presentaban como surgidos de un sueño, haciendo pensar que el lector…, no, no es que se hubiese quedado dormido, sino que soñaba despierto.

Aunque tales puntos de vista no habrían de prevalecer mucho tiempo, todavía se hallan en circulación conceptos igualmente equivocados y pasados de moda. Uno de ellos es la creencia general de que las calidades que constituyen la música pertenecen a dos categorías;en relación con su origen: al corazón o al cerebro, con la excepción de algunas obras en las que ambos tengan cosas que expresar.

Esas calidades en las cuales el oyente gusta de encontrarse con su propio corazón, son las que se pretende hayan tenido su origen en el corazón del compositor: la bella frase o melodía, el bello o, por lo menos, dulce sonido, la bella armonía.

Aquellas otras calidades de naturaleza menos apasionada, como son los contrastes dinámicos, cambios de tempo, acentuación, carácter del ritmo y acompañamiento, y sobre todo, los refinamientos de la organización…, ésas parecen atribuirse a la colaboración del corazón y el cerebro, y suelen clasificarsemás bien como «interesantes», despertando el interés del oyente sin gran atracción de sus sentimientos.

El tercer grupo no despierta ni tantos sentimientos, ni siquiera interés, pero si consigue hacer latir el corazón con mayor celeridad es por la admiración, el asombro que nos produce su fundamento. El contrapunto es un estilo que decididamente es atribuido al cerebro. Se le honra con el más alto aprecio, pero es tolerado únicamente cuando no destruye el encanto de los sueños a los que el oyente se ha entregado dejándose llevar por la belleza.

La emoción y el raciocinio – Arnold Shönberg

Estoy convencido de que el verdadero compositor escribe música por la única razón de que le complace hacerlo. Los que al componen porque desean complacer a los demás, y llevan al público en el pensamiento, no son auténličos artistas. No son de la madera de aquellos que se ven impulsados a decir algo, exista o no una persona a la que le agrade, incluso aunque a ellos mismos les disguste. No son creadores que abran las válvulas de escape para liberar la presión que interiormente ejerce la creación que esta dispuesta a nacer, Son tan sólo individos más o menos híbiles, que renunciarían a la composición si no encontraran oyentes.

La verdadera música, compuesta por un verdadero compositor, provoca toda clase de impresiones aun sin pretenderlo.

No es el corazón por sí solo el que crea todo lo que sea bello, emocional, patético, o encantador; ni tampoco es el cerebro solo capaz de producir la perfecta construcción, la organización sonora, lo que sea lógico o lo complicado. En primer lugar, en todo lo que en el arte es de valor supremo se debe mostrar el corazón tanto como el cerebro. En segundo lugar, el verdadero genio creador no encuentra dificultad para dominar mentalmente sus sentimientos; ni el cerebro ha de producir tan sólo lo árido y lo inexpresivo al concentrarse en la corrección y en la lógica.

Pero podemos llegar a sospechar de la sinceridad de las obras en las que de manera incesante se exhibe el corazón, en las que se llama a nuestra compasión; en las que se nos invita a soñar con una vaga e indefinida belleza y con emociones inconsistentes y faltas de fundamento; en las que hay exageración por falta de medidas formales; cuya sencillez es carencia, debilidad y aridez; cuya dulzura es artificial, y cuya expresión alcanza solamente la capa de lo más superficial. Tales obras sólo demuestran una completa ausencia de cerebro e indican que este sentimentalismo tiene su origen en un corazón muy pobre.

La emoción y el raciocinio – Arnold Shönberg

FiN

El poder del espíritu – William Butler Yeats