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Josefo y Léntulo sobre Jesús

25/03/2024

Escritor Español Petrusvil

Poeta, escritor, divulgador y analista.
Tiempo de lectura 10 minutos.
Josefo y Léntulo sobre Jesús
Sábana Santa. Reconstrucción más verídica del rostro de Jesús (Josefo y Léntulo sobre Jesús)

Tabla de contenidos

Josefo y Léntulo sobre Jesús

Dos referencias históricas sobre Jesús, más la primera que la segunda aunque tampoco es descartable. (Josefo y Léntulo sobre Jesús)

Flavio Josefo, historiador judío

Flavio Josefo (37 d.C. – c. 100) fue un historiador judío nacido en Jerusalén cuatro años después de la crucifixión de Jesús en la misma ciudad. Debido a su proximidad con Jesús en tiempo y espacio, sus escritos tienen la calidad de testigo casi ocular porque se relacionan con todo el entorno cultural de la era del Nuevo Testamento.

Pero su alcance es mucho más amplio, ya que engloban también el mundo del Antiguo Testamento. Sus dos mayores obras son Antigüedades Judías, que revela la historia hebrea desde la Creación hasta el inicio de la gran guerra con Roma en el año 66 d.C., y La Guerra de los Judíos, la cual aunque escrita antes registra la destrucción de Jerusalén y la caída de Masada en el año 73 d.C.

Josefo es la principal fuente, y la más completa, de la historia judía que haya sobrevivido desde la antigüedad, conservada prácticamente intacta a pesar de su gran extensión (el equivalente a 12 volúmenes). Debido al apoyo que recibió de los emperadores flavianos en Roma -Vespasiano, Tito y Domiciano- Josefo pudo incluir una cantidad increíble de detalles en sus registros, un lujo negado a los escritores del evangelio, quienes parecen haber estado limitados a un rollo cada quien debido a que los primeros cristianos no eran ricos.

Así, Josefo siempre ha sido considerado como una fuente extrabíblica muy importante, ya que sus escritos no solamente se relacionan bien con el Antiguo y el Nuevo Testamento, sino que con frecuencia proporcionan información adicional acerca de personalidades como Herodes el Grande y su dinastía, Juan Bautista, Santiago el medio hermano de Jesús, los sumos sacerdotes Anás y Caifás y su clan, y Poncio Pilato, entre otros.

Con este entorno, era de esperarse que se refiriera a Jesús de Nazaret, y lo hace -dos veces, de hecho. En Antigüedades 18:63 -a la mitad de su relato sobre Poncio Pilato (26-36 d.C.)- Josefo hace la más extensa referencia secular a Jesús que aparezca en cualquier fuente del primer siglo. Más tarde, cuando relata sucesos de la administración del gobernador romano Albino (62-64 d.C.) en Antigüedades 20:200, nuevamente menciona a Jesús en conexión con la muerte de su medio hermano, Santiago el Justo de Jerusalén. Estos pasajes, junto con otras referencias extrabíblicas y no cristianas a Jesús en fuentes seculares del primer siglo -entre ellas Tácito (Anales 15:44), Suetonio (Claudio 25) y Plinio el Joven (Carta a Trajano)- prueban definitivamente que cualquier negación de la historicidad de Jesús es puro sensacionalismo producido por gente desinformada o deshonesta.

Estas referencias constituyen el bloque más grande de pruebas del primer siglo a favor de la existencia de Jesús fuera de las fuentes bíblicas o cristianas

Josefo y Léntulo sobre Jesús

Examinemos cada una de ellas.

Josefo, Antigüedades 18:63

El texto estándar de Josefo dice así:


“Por ese tiempo vivió Jesús, un hombre sabio, si en verdad uno debe llamarlo hombre. Porque realizó hechos extraordinarios y fue maestro de quienes aceptaron felizmente la verdad. Se ganó a muchos judíos y griegos. Era el Mesías”.

“Cuando fue acusado por los hombres más importantes de nuestro pueblo, y Poncio Pilato lo condenó a ser crucificado, quienes originalmente habían llegado a amarlo no cesaron de hacerlo; porque se les apareció al tercer día, restaurado a la vida, como los profetas de la Deidad habían predicho esta y otras incontables maravillas acerca de él, y la tribu de los cristianos, así llamados en honor a él, no ha desaparecido hasta nuestros días”.


Cita:

Todas las citas de Josefo, excepto la siguiente, son de P.L. Maier, ed./trad. al inglés, Josephus -The Essential Works [Josefo: Obras Esenciales], Grand Rapids: Kregel Publications, 1994.
Aunque este pasaje aparecía así ya en manuscritos del tercer siglo, el historiador cristiano Eusebio y otros eruditos a través del tiempo han sospechado que hubo una interpolación cristiana, pues es muy improbable que Josefo haya creído en Jesús como Mesías o en su resurrección, ya que nunca se convirtió al cristianismo.

Texto del del historiador Agapio

Sin embargo, en 1972 el profesor Schlomo Pines de la Universidad Hebrea de Jerusalén anunció haber descubierto en  las obras del historiador Agapio del siglo X una tradición diferente del texto del manuscrito de Josefo, que dice lo siguiente en Antigüedades 18:63:


“En ese tiempo vivió un sabio llamado Jesús, y su conducta fue buena, y fue conocido por virtuoso. Muchas personas de entre los judíos y las otras naciones se convirtieron en sus discípulos. Pilatos lo condenó a morir crucificado. Pero quienes se habían convertido en sus discípulos no abandonaron su enseñanza. Informaron que él se apareció tres días después de ser crucificado y que estaba vivo”.


Según esto, tal vez haya sido el Mesías, de quien los profetas habían informado maravillas. Y la tribu de los cristianos, llamada así en honor a él, no ha desaparecido hasta hoy.

Esta es claramente una forma en que un judío podría haber escrito sin ser cristiano. (Schlomo Pines, An Arabic Version of the Testimonium Flavianum and its Implications [Una Versión Arábiga del Testimonio Flaviano y sus Implicaciones], Academia de Ciencias y Humanidades de Jerusalén, 1971).

La opinión de los expertos respecto a Antigüedades 18:63 es mayoritaria en que el texto de Josefo incluye material auténtico sobre Jesús y contiene interpolaciones cristianas, particularmente considerando el texto agapiano -inmediatamente anterior- que no muestra signos de interpolación.

Josefo debe haber mencionado a Jesús en la versión auténtica de Antigüedades 18:63 ya que este pasaje está presente en todos los manuscritos griegos de Josefo. Y la versión agapiana concuerda bastante bien con su gramática y vocabulario en todas las demás partes. Además, a Jesús se le presenta como un “hombre sabio” [sophos aner], una frase no utilizada por los cristianos pero empleada por Josefo para referirse a personalidades como David y Salomón.

Además, su declaración de que Jesús se ganó a “muchos griegos” no aparece en el Nuevo Testamento, y por tanto difícilmente es una interpolación. Más bien algo que Josefo habría notado en su época. Finalmente, el hecho de que en la segunda referencia a Jesús en Antigüedades 20:200 (que viene a continuación) lo llama sencillamente el Christos [Mesías]. Sin más explicaciones, sugiere que ya se había hecho una identificación previa y detallada. Si esta hubiera sido la primera mención, probablemente la frase habría sido algo como “…hermano de cierto Jesús, a quien llamaban el Cristo”.

Josefo y Léntulo sobre Jesús

Josefo, Antigüedades 20:200

Este es un pasaje muy importante, ya que tiene muchos paralelos sorprendentes con lo que sucedió el Viernes Santo. Y sin embargo se ignoró casi por completo por los expertos revisionistas del Nuevo Testamento. Habla sobre la muerte del medio hermano de Jesús, Santiago el Justo de Jerusalén. Sucedió en la época del sumo sacerdote Anano, hijo del anterior sumo sacerdote Anás y cuñado de Caifás, ambos bien conocidos en los evangelios. El texto de Josefo dice así:


“Con tal carácter [“impulsivo y temerario” por el contexto], Anano pensó que con Festo muerto y Albino aún en camino, él tendría la oportunidad adecuada. De acuerdo con los jueces del Sanedrín, trajo ante ellos al [considerado como si fuera un] “hermano” de Jesús llamado el Cristo, cuyo nombre era Santiago, y a ciertos otros. Los acusó de haber transgredido la ley y los entregó para que fueran lapidados”.

“Pero de entre los residentes de la ciudad, aquellos a quienes se les consideraba más justos y estrictos en la observancia de la ley, se ofendieron por esto. Por tanto, secretamente se pusieron en contacto con el rey [Herodes Agripa II], incitándolo a ordenar a Anano que desistiera de ese tipo de acciones, porque no tenía justificación para lo que ya había hecho. Algunos de ellos incluso fueron a ver a Albino, quien estaba de camino a Alejandría, y le informaron que Anano no tenía autoridad para convocar al Sanedrín sin su consentimiento. Convencido de estas palabras, Albino escribió en tono iracundo a Anano, amenazándolo con un castigo. Y debido a esto, el rey Agripa lo destituyó del cargo de sumo sacerdote, el cual había desempeñado durante tres meses”.


Esta segunda vez que Josefo se refiere a Jesús no muestra manipulación del texto y está presente en todos los manuscritos. Si hubiera habido interpolación cristiana aquí, sin duda se habría incluido más material sobre Santiago y Jesús que esta breve nota de paso. Santiago habría sido adornado con lenguaje elogioso y llamado “el hermano del Señor”, como el Nuevo Testamento lo define, en lugar de “el hermano de Jesús”. Además, el Nuevo Testamento no podría haber sido la fuente de Josefo porque no proporciona detalles sobre la muerte de Santiago. Que Josefo haya definido a Jesús como aquel a “quien llamaban el Christos” es creíble. E incluso necesario en vista de los otros veinte Jesuses que cita en sus obras.

Consecuentemente, la gran mayoría de los eruditos contemporáneos consideran este pasaje como genuino en su totalidad, y concuerdan con el experto en Josefa, Louis H. Feldman, y su nota a la edición de Josefo publicada por la Biblioteca Clásica de Loeb: “…pocos han dudado de la legitimidad de este pasaje sobre Santiago” (Louis H. Feldman, tr. al inglés, Josephus, IX; Cambridge, MA: Harvard University Press, 1965, 496).

La preponderancia de las pruebas sugiere enérgicamente que Josefo realmente mencionó a Jesús en ambos pasajes. Lo hizo en una forma totalmente congruente con el retrato de Cristo en el Nuevo Testamento. Y su descripción desde el punto de vista de un no cristiano parece notablemente justa. Especialmente en vista de su bien conocida tendencia a “quemar” a los falsos Mesías, a los que consideraba desgraciados que desviaron a la gente y provocaron la guerra contra los romanos.

Además, en su segunda referencia las actitudes del sumo sacerdote y el Sanedrín contra el gobernador romano, refleja perfectamente las versiones del Evangelio. En cuanto a la existencia de dos partidos opuestos en los sucesos del Viernes Santo. Y estas pruebas extrabíblicas no provienen de una fuente cristiana tendiente a hacer que los Evangelios parezcan buenos,, Sino de un autor judío que nunca se convirtió al cristianismo.

Para un análisis más amplio sobre Josefo y su importancia para la investigación bíblica, por favor vea Josephus – The Essential Works [Josefo: Las Obras Esenciales] (Paul L. Maier, ed./trad. al inglés; Grand Rapids: Kregel Publications, 1994).

Josefo y Léntulo sobre Jesús

Carta de Léntulo al emperador Octavio

(Del Manuscrito de la Biblioteca de los Lazaristas, de Roma y del Manuscrito de la Biblioteca de Madrid)

La carta debe considerarse apócrifa, dado que del autor Publius Lentulus, al que se ha querido presentar como antecesor de Pilato en Judea, es dudoso. Y no se tienen noticias históricas fehacientes. La carta de Lentulus, que brinda una descripción de Jesús como un cristiano piadoso, es, con toda certeza, apócrifa. Es decir, aunque pueda ser cierta, no se escribió por la persona a la que se le atribuye.

Supuesto retrato de Jesús
Supuesto retrato de la Virgen

«Publius Lentulus, gobernador de Judea , al César romano:

He sabido ¡oh César! que deseas tener noticias detalladas respecto a ese hombre virtuoso llamado Jesucristo. A quien el pueblo considera Profeta de la verdad, y sus discípulos como Hijo de Dios y creador del cielo y de la tierra.

El hecho es que todos los días se oye contar de él cosas maravillosas, sana a los enfermos y resucita a los muertos. La fisonomía de este hombre se halla impregnada a la vez de una dulzura y de una dignidad tales. Que quien le mira se siente obligado a amarle y a temerle a un mismo tiempo.

Es de estatura alta, mas sin exceso; gallardo. Su rostro venerable inspira amor y temor a los que le miran;. Sus cabellos son de color de avellana madura y lasos, o sea lisos, casi hasta las orejas, pero desde éstas un poco rizados, de color de cera virgen y muy resplandecientes desde los hombros lisos y sueltos partidos en medio de la cabeza, según la costumbre de los nazarenos.

La frente es llana y muy serena, sin la menor arruga en la cara, agraciada por un agradable sonrosado. En su nariz y boca no hay imperfección alguna.

Su cabellera hasta la altura de las orejas es del color de la nuez madura, y desde ahí hasta los hombros, de un color claro y brillante,. Hallándose dividida en dos partes iguales por una raya, al estilo de los nazarenos. La barba, de un mismo color que la cabellera, es rizada y partida.

Tiene la barba poblada, mas no larga, rizada y partida igualmente en medio, del mismo color que el cabello. Sin vello alguno en lo demás del rostro. Su aspecto es sencillo y grave; los ojos garzos, o sean blancos y azules claros.

Sus ojos, severos, tienen el brillo de un rayo de sol y nadie puede mirarle de frente.

Josefo y Léntulo sobre Jesús

Es terrible en el reprender, suave y amable en el amonestar, alegre con gravedad. Jamás se le ha visto reir; pero llorar sí.

La conformación de su cuerpo es sumamente perfecta; sus brazos y manos son muy agradables a la vista. En su conversación es grave, y por último, es el más singular y modesto entre los hijos de los hombres».

Cuando reprende inspira temor, pero al poco tiempo las lágrimas asoman a sus pupilas; hasta en sus rigores es afable y bondadoso. Dícese que jamás se le ha visto reir, y en cambio llora con frecuencia. Sus manos son bellas como sus brazos. Todos encuentran su conversación agradable y seductora. Pocas veces se le ve en público, y cuando aparece, se presenta con singular modestia. Su aire es muy distinguido y bellas sus facciones. No es extraño, pues su madre es la mujer más hermosa que se ha visto en este país.

Aun cuando no ha seguido estudios, conoce todas las ciencias. Anda descalzo y lleva la cabeza descubierta. Muchos se ríen al verle desde lejos, pero al acercarse a él se sienten poseídos de respeto y admiración. Los hombres dicen no haber visto jamás un hombre semejante, ni haber oído una doctrina como la suya. Muchos creen que es Dios, otros aseguran que es tu enemigo ¡oh César! Dícese que jamás ha hecho daño a nadie, y que, por el contrario, se esfuerza en hacer feliz a todo el mundo».

Si quieres conocerle ¡oh César!, según ya me lo han dicho una vez, dímelo y te lo enviaré».

(FiN) Josefo y Léntulo sobre Jesús

El fraude de la civilización “judeocristiana”