El Blog de Petrusvil | Prosa Poesía

El alma es la que crea el cuerpo – Marcelino Menéndez Pelayo

01/08/2021

Escritor Español Petrusvil

Poeta, escritor, divulgador y analista.
Tiempo de lectura 4 minutos.
El alma es la que crea el cuerpo - Marcelino Menéndez Pelayo

Marcelino Menéndez Pelayo (Santander, 1856 – 1912) Fue un erudito y escritor español, filólogo, crítico literario e historiador español. Niño prodigio, con sólo veintidós años, consiguió la cátedra de literatura de la Universidad de Madrid. En 1898, fue nombrado director de la Biblioteca Nacional. Fue miembro de la Real Academia Española y director de la Academia de la Historia. (El alma es la que crea el cuerpo – Marcelino Menéndez Pelayo)

El alma es la que crea el cuerpo – Marcelino Menéndez Pelayo

… el ideal no es más que luz reflejada de otra luz superior

No hay arte ni literatura, aun el que presume de más realista, en que el fulgor de lo ideal no resplandezca. Y el ideal no es más que luz reflejada de otra luz superior e indeficiente que alumbra el gran misterio de las cosas.

Pálido y todo, como es, el reflejo de lo ideal en la mente humana, empañado y oscurecido muchas veces por las nieblas de la pasión y de la locura a él se deben aquellas grandes y originales bellezas que en el arte de la palabra, en el del sonido, en el de la línea y el color, subyugan el ánimo con fuerza irresistible; aquellas intuiciones del mundo real que le transfiguran simbólicamente y nos hacen leer en el símbolo conceptos de trascendental sabiduría; aquella visión mágica de la naturaleza, que nos penetra y envuelve lánguidamente y se asocia por recóndita simpatía con los estados de nuestra alma.

Aquella taumaturgia poderosa que nos conduce a penetrar el enigma del universo por rumbos más seguros que los del pensamiento discursivo; aquella elevación del alma sedienta de lo infinito, que asciende por la escala de Jacob de la contemplación mística; aquella profunda y vigorosa psicología poética que da valor perpetuo y humano al caso particular y deleznable del sentimiento; aquel don de lágrimas que las hace inmortales, hasta cuando proceden de origen impuro; y hasta aquella elocuente y desesperada angustia que afirma, por la grandeza satánica de la contradicción, el mismo ideal que niega.

Vivimos entre prodigios

Vivimos entre prodigios: sin la luz de la revelación son enigmas indescifrables nuestra cuna y nuestra tumba; no hay instante sin milagro, según la vigorosa expresión de nuestro dramaturgo, y cumple el arte su fin más sublime cuando nos sumerge en las tinieblas de la noche oscura del alma, para aleccionarnos con aquel extraño género de sabiduría que el gran doctor del Carmelo (San Juan de la Cruz) comprendió en tres versos, tan sencillos en la letra como hondos en el sentido:

Entréme donde no supe,
Y quedéme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

San Juan de la Cruz. Coplas del mismo, hechas sobre un éxtasis de harta contemplación

El alma es la que crea el cuerpo – Marcelino Menéndez Pelayo

Error grave es buscar la verdad por el camino del arte

Son las alturas de la contemplación mística de difícil acceso para el pie más ágil y para el más alentado pecho; ni es la doctrina de la perfección espiritual materia de mero deleite estético, sino regla y disciplina de la voluntad y del entendimiento. Error grave, y en nuestros tiempos muy vulgarizado, es el de buscar la verdad por el camino del arte, o el de suponer que cierta vaga, egoísta y malsana contemplación de un cierto fantasma metafisico que se decora con el nombre de belleza, pueda ser norma de vida, ni ocupar inteligente.

En el fondo de este dilettantismo bajo y enervante, feroz y sin entrañas, late el más profundo desprecio a la humanidad y al arte mismo, tomado así por un puro juego sin valor ni consistencia.

Y es cierto que las formas bellas tienen valor por sí mismas, y le tienen también por su rareza, puesto que son tan fugaces las apariciones con que recrean la mente de los humanos; pero su propia excelencia intrínseca no se concibe sin el sello del ideal que llevan estampado, puesto que meras combinaciones de líneas de colores, de sonidos o de palabras, serán un material artístico muerto, hasta que la voz del genio creador flote sobre las ondas sonoras y sobre el tumulto de las formas vivas, como flotaba el espíritu de Dios sobre las aguas. Y no estiméis la comparación irreverente, pues entre todos los dones del ingenio humano quizá no hay otro más excelso que el de crear una reproducción total y armónica de la vida.

la evocación del espíritu, «porque el alma es la que crea el cuerpo»

Total y armónica he dicho, porque ni la abstracción ideológica puede ser materia del arte que no vive de teoremas metafisicos, ni el realismo exterior y superficial, en que la vida se presenta ilógica y fragmentaria, sin unidad ni sentido, cuando no groseramente deformada por una aberración del contemplador, puede considerarse como interpretación digna y adecuada del latente magisterio de la Naturaleza, que no es fea, ni inmoral, ni indiferente, sino espejo de las perfecciones supremas del Creador: espejo manchado y oscurecido a trechos con las sombras del pecado y de la muerte, que la voluntad humana introdujo en el mundo con su primera caída.

El alma es la que crea el cuerpo – Marcelino Menéndez Pelayo

La invención de la forma es algo más que un juego pueril de la fantasía, servida por la habilidad técnica. Es, ante todo, la manifestación, o, más bien, la evocación del espíritu, «porque el alma es la que crea el cuerpo«, según la profunda expresión de Leonardo de Vinci. El arte plástico, pues, al igual que la poesía, es obra mental, psicología en acción, profunda y escudriñadora mirada sobre los misterios del alma, y es algo más que esto, puesto que aspira a rehacer la unidad sintética del ser humano, produciendo la ilusión de la vida íntegra, fisica y moral a un tiempo, pues la figura corporal, vista y considerada así, no es más que un momento de la vida del espíritu.

FiN

El alma es la que crea el cuerpo – Marcelino Menéndez Pelayo

El arte y el alma – Wassily Kandinsky