
Rainer Maria Rilke fue el poeta que usó la tristeza como fuente de su creatividad. En sus versos nos enseñó a no doblarnos ante las pérdidas, a cultivar la curiosidad, a hallar la luz en entre esa compleja foresta de nuestro ser interno. (Trabajo y paciencia – Rainer Maria Rilke)
« Esto es ansia; habitar en lo oscilante y carecer de patria en este tiempo. Y esto son los deseos: quedos diálogos de horas del dia con la Eternidad. Y esto es vida, Se eleva de un ayer, entre todas las horas, la más sola, que, sonriendo diversa a sus hermanas, calla frente a lo Eterno ».
Rainer María Rilke
Trabajo y paciencia – Rainer Maria Rilke
Los versos no son sentimientos: son experiencias.
Se debería esperar (para escribir versos), y reunir sentido y dulzura a lo largo de todo una vida, posiblemente una larga vida, y luego, hacia el final, quizá se podrían escribir diez lineas que fueran buenas. Porque los versos no son, como cree la gente, sentimientos (éstos se tienen bastante pronto): son experiencias. Para un solo verso se deben ver muchas ciudades, hombres y cosas; se deben conocer los animales, se debe sentir cómo vuelan los pájaros y saber con qué ademanes se abren las florecillas por la mañana.
Se debe poder pensar otra vez en lugares desconocidos, en encuentros inesperados y en despedidas que se vieron venir durante mucho tiempo; en días de infancia, que todavía siguen sin explicar;jen los padres, a los que hacíamos daño cuando nos traían una alegría que no comprendíamos (era una alegría para otros); !en las enfermedades de niño, que empiezan tan extrañamente, con tan hondas y dificiles transformaciones; jen días en cuartos quietos y recogidos, y en mañanas en el mar;len el mar, sobre todo, en mares, en noches de viaje, que corrían altas y volaban con todas las estrellas; y todavía no es bastante el poder pensar en todo esto.
Hay que tener recuerdos de muchas noches de amor, ninguna de las cuales se parecía a otra; de gritos de parturientas, y de leves, blancas paridas dormidas, que se cierran. Pero también hay que haber tratado con agonizantes; hay que haber estado sentado entre muertos, en el cuarto con la ventana abierta y los ruidos a golpes. Y tampoco basta que se tengan recuerdos. Es preciso poderlos olvidar, cuando son muchos, y es preciso tener la gran paciencia de esperar a que vuelvan. Porque los recuerdos mismos aún no son eso. Sólo cuando se hacen sangre en nosotros, mirada y gesto, sin nombre, y ya no distinguibles de nosotros mismos. Sólo entonces puede ocurrir que en una hora muy extraña brote en su centro la primera palabra de un verso y parta de ellos.
Trabajo y paciencia – Rainer Maria Rilke
Pregunta usted si sus versos son buenos
Pregunta usted si sus versos son buenos. Antes ha preguntado a otros. Los envía usted a revistas. Los compara con otros versos, y se intranquiliza cuando ciertas Redacciones rechazan sus intentos. Ahora bien (puesto que usted me ha emplazado a aconsejarle), le ruego que abandone todo eso. Mira usted hacia fuera, y eso, sobre todo, no debería hacerlo ahora. Nadie puede aconsejarle ni ayudarle, nadie. Hay sólo un único medio.
Entre en usted. Examine esa base que usted llama escribir; pruebe si extiende sus raíces hasta el más profundo lugar de su corazón; reconozca si usted tendría que morirse si se le privara de escribir. Esto, sobre todo: pregúntese en la hora más silenciosa de su noche ¿debo escribir? Excave en sí mismo en busca de una respuesta profunda. Y si ésta ha de ser de asentimiento, si usted ha de enfrentarse a esta grave pregunta con un debo enérgico y sencillo, entonces construya su vida según esa necesidad: su vida, entrando hasta su hora más indiferente y pequeña, debe ser un signo y testimonio de ese apremio. Entonces, aproxímese a la Naturaleza. Entonces, intente, como el primer hombre, decir lo que ve y experimenta y ama y pierde.
No escriba poesías de amor; apártese ante todo de esas formas que son demasiado corrientes y habituales: son las más difíciles, porque hace falta una gran fuerza madura para dar algo propio donde se transmiten a la multitud tradiciones buenas y, en parte, brillantes. Por eso, sálvese de los temas generales y vuélvase a los que le ofrece su propia vida cotidiana; describa sus melancolías y deseos, los pensamientos fugaces y la fe en alguna belleza; descríbalo todo con sinceridad interior, tranquila, humilde, y use, para expresarlo, las cosas de su ambiente, las imágenes de sus sueños y los objetos de su memoria. Si su vida cotidiana le parece pobre, no la acuse; acúsese a usted, dígase que no es bastante poeta para conjurar sus riquezas, pues para los creadores no hay pobreza ni lugar pobre e indiferente.
Trabajo y paciencia – Rainer Maria Rilke
Una obra de arte es buena cuando brota de la necesidad.
Una obra de arte es buena cuando brota de la necesidad. En esa índole de su origen está su juicio; no hay otro. Por eso, mi distinguido amigo, no sabría darle más consejo que éste: entre en usted y examine las profundidades de que brota su vida, en su manantial encontrará usted la respuesta a la pregunta de si debe crear. Tómela como suena, sin explicaciones. Quizá se hará evidente que usted está llamado a ser artista. Entonces, acepte sobre sí ese destino, y sopórtelo, con su carga y su grandeza, sin preguntar por la recompensa que pudiera venir de fuera.
Deje usted a sus juicios su propia evolución silenciosa, intacta, que, como todo progreso, debe venir hondamente desde dentro y no puede ser apremiada o favorecida por nada. Todo es gestar y luego parir. Dejar cumplirse toda impresión y todo germen de un sentir totalmente en sí, en lo oscuro, en lo indecible, en lo inconsciente, en lo inaccesible al propio entendimiento, y aguardar con honda humildad y paciencia la hora del descenso de una nueva claridad: solamente esto se llama vivir como artista: en la comprensión como en la creación.
Trabajo y paciencia – Rainer Maria Rilke
¡La paciencia lo es todo!
No hay medida con el tiempo; no sirve un año, y diez años no son nada; ser artista quiere decir no calcular ni contar: madurar como el árbol, que no apremia su savia, y se yergue confiado en las tormentas de la primavera sin miedo a que detrás pudiera no haber verano. Pero lo habrá sólo para los pacientes, que están ahí como si tuvieran por delante la Eternidad, de tan despreocupadamente tranquilos y amplios. Yo lo aprendo diariamente, lo aprendo entre dolores, a los que estoy agradecido. ¡La paciencia lo es todo!
Aquí, teniendo a mi alrededor una tierra poderosa, por encima de la cual pasan los vientos del mar, aquí siento que a esas preguntas y sentires, que tienen una vida propia en sus honduras, nunca le podrá contestar a usted nadie; pues aun los mejores se equivocan en las palabras cuando han de explicar lo más silencioso y casi indecible. Pero creo, a pesar de todo, que usted no debe quedar sin solución si se detiene en cosas semejantes a aquéllas en que mis ojos se reponen ahora.
Si se queda usted en la Naturaleza, en lo sencillo que hay en ella, en lo pequeño, que apenas ve uno y que tan imprevistamente puede convertirse en grande e inconmensurable; si usted tiene ese amor por lo pequeño y trata de ganarse, como un siervo, la confianza de lo que parece pobre, entonces todo le será más fácil, más unitario y, no sé cómo, más reconciliador, no quizá en el entendimiento, que se echa atrás asombrado, sino en su íntima conciencia, en su vigilia y su saber.
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Trabajo y paciencia – Rainer Maria Rilke
FiN
El difícil arte de crear de la nada – Benedetto Croce