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No hay arte viejo ni arte nuevo – Luigi Pirandello

Escritor Español Petrusvil

Poeta, escritor, divulgador y analista.
02/09/2021
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No hay arte viejo ni arte nuevo – Luigi Pirandello

Luigi Pirandello (Agrigento, Italia, 1867 – Roma, 1936) Escritor italiano. Hijo de un rico comerciante, estudió en las universidades de Palermo, Roma y Bonn. Tras graduarse en ésta última en 1891, regresó a Italia. En 1894, una vez hubo concluido su primera novela, L’esclusa, contrajo matrimonio y publicó su primer libro de relatos, Amores sin amor. (No hay arte viejo ni arte nuevo – Luigi Pirandello)

No hay arte viejo ni arte nuevo – Luigi Pirandello

¡Lentes para leer!

Tal vez vosotros conozcáis tambien la aventura de aquel pobre campesino que, habiendo oído decir a su párroco que no podia leer porque se habia dejado los lentes en casa, aguzó el ingenio y concibió la peregrina idea de que saber leer dependía de tener un par de lentes, por lo que vino a la ciudad y, una vez en una tienda de óptica, pidió:

– ¡Lentes para leer!
Pero como ningún par de lentes conseguía hacer leer al pobre hombre, el óptico, perdida la paciencia, después de haber sacado media tienda, resopló:
– Pero, en una palabra, ¿sabe usted leer?
A lo que, maravillado, repuso el campesino:
– ¡Vaya! ¿Hubiera venido a verle si hubiese sabido leer?

Ahora bien: deberían tener el valor y la franqueza de este ingenuo asombro del pobre campesino todos aquellos que, no teniendo lo que se dice ni una idea ni un sentimiento personal que expresar, creen que para escribir una comedia, un drama o incluso una tragedia, basta simplemente ponerse a escribir a la manera de otro.

A la pregunta: “¿Pero, en una palabra, tenéis algo realmente propio que decirnos?” deberían tener el valor y la franqueza de contestar: «iVaya! ¿Si tuvieramos algo personal que decir, escribiríamos acaso a la manera de otro?”. Pero yo comprendo que esto seria realmente pedir demasiado.

No hay arte viejo ni arte nuevo – Luigi Pirandello

La historia de nuestra literatura es un constante sucederse de maneras imitadas

Tal vez bastaría que estos no se indignaran tanto cuando alguien les hace notar modestamente que nadie prohíbe, en verdad, el ejercicio de hacer y rehacer un teatro ya hecho, por que este ejercicio significa que no se tienen ojos propios, sin un par de lentes tomados en préstamo de alguien.

Se ha dicho y repetido que en la naturaleza del ingenio latino la facultad imitativa o decorativa, en general, es superior a la inventiva o creativa, y que toda la historia de nuestro teatro y, en general, de nuestra literatura, no es otra cosa, en el fondo, que un constante sucederse de maneras imitadas; y que, en suma, buscando en ella, se encuentran sin duda muchísimos lentes y poquísimos ojos, los cuales, sin embargo, no solieron desdeñar, es más, tuvieron a gala proveerse de antiguos lentes clásicos para ver a la manera de Plauto, de Terencio o de Séneca, que a su vez habían visto a la manera de los trágicos griegos, de Meandro y de la comedia de ambiente ateniense.

Pero estos – por decir así- auxilios visivos estaban, por lo menos, fabricados en nuestra casa por la Retórica, que tuvo siempre, entre nosotros, tienda y lentes; y estos lentes pasaron de una nariz a otra durante generaciones y generaciones de narices, hasta que, de improviso, con la irrupción del romanticismo, se levantó el grito: “¡Señores, intentemos mirar con nuestros ojos!» Se intentó; pero, ¡ay de mí!, se consiguió ver muy poco. Y empezó entonces la importación de lentes extranjeros.

Historia vieja. Y no hubiera hablado de ella si realmente, un poco por todas partes, no se hubiese llegado al punto que, para gozar del favor del público, no ayuda tanto tener un par de ojos propios como estar provisto de un par de lentes ajenas, los cuales hagan ver a los hombres y a la vida de una cierta manera y de un determinado color, es decir, como quiere la moda o como exige el gusto corriente del público. Y ¡ay de quien se enfade o se niegue a ponérselos, de quien se obstine en querer contemplar a los hombres y a la vida a su manera! : su visión, si es simple, será llamada desnuda; si es sincera, vulgar; si es íntima y aguda, oscura y paradójica; y la expansión natural de este mundo parecerá llena siempre de grandísimos defectos.

No hay arte viejo ni arte nuevo – Luigi Pirandello

… se ha encontrado ahora un par de lentes baratos y de fácil uso

Para satisfacción por un lado, y, por el otro, para la buena digestión de la honrada burguesía, se ha encontrado ahora un par de lentes baratos y de fácil uso, coloreados, para diversión y consuelo, con dos colores: un ojo cómico, y el otro sentimental. Todo barbero con veleidades filodramáticas puede adquirirlos, con la seguridad de que pronto alcanzará una buena reputación y hará dinero a montones.           

Lo «nuevo» en arte sólo es uno de los varios valores necesarios de toda obra. No es preciso discutir en general poniendo y negando como exteriores y existentes por sí mismos ciertos problemas indeterminados por los cuales se determina lo «nuevo». Las mentalidades abiertas, los espíritus creadores, los encuentran, si, pero sin buscarlos he aquí el punto esencial y se enfrentan con ellos, pero acaso sin ni siquiera conocerlos en sus términos generales, y los resuelven sin estudio. Porque no es verdad que estos problemas son del tiempo y que los espíritus creadores pueden tomarlos del tiempo.

Si estos espíritus son realmente creadores, los problemas son de esos espíritus, y no son algo indistinto e indeterminado en el tiempo, sino puntos indistintos e indeterminados del mismo espíritu activo, el cual, precisamente porque los tiene en sí, connaturales, y es trabajo vivo, puencontrar la fuerza para librarse de ellos expresándolos. Y son problemas activos precisamente porque no están enunciados por la critica, sino que hay que expresarlos por medio del arte; es decir, no están definidos por el puro intelecto que los enfría y los envara y, naturalmente, los mata, en cuanto problemas, con sólo enunciarlos, sino que hay que representarlos por medio del arte, en una forma, que es la construcción misma y la razón de su vida perenne.

¿Qué es nuestro tiempo fuera del sentido del valor que nosotros le damos? Digo nosotros, con nuestro espíritu.

Ahora bien, pensad: ¿quién podrá dar sentido y valor a su tiempo (un sentido y un valor no particulares, que sirvan a los momentos de la vida de un particular, sino universales, en los que cada uno, y siempre, pueda reencontrarse), más que aquel que consiga plantearlos con el más absoluto desinterés, de manera que su voz suene como propia en el pecho de quien lo escucha?

No hay arte viejo ni arte nuevo – Luigi Pirandello

… éste es el poeta, el fautor, el creador.

No, pues, aquel que construye prácticamente para sí en la vida, sino aquel que afirma: «Mi reino es de este mundo», y, sin embargo, afirma que tiene un reino; aquel, pues que crea la vida para sí y para todos; aquel, pues, que consigue dar consistencia a una visión total y de la vida propia;laquel, pues, que es como el espíritu interior y puro que sabe revelarse totalmente: éste es el poeta, el fautor, el creador.

Éste podrá dar a su tiempo un valor y un sentido universales, porque con su absoluto desinterés hace que todas las percepciones de sus sentidos puros y abiertos a la vida (sus ojos nuevos), pensamientos y relaciones de conceptos, sentimientos, imágenes asuman en él un organismo autónomo y total, y ese organismo desea realizarlo en sí igual que la vida libremente lo quiere por sí misma, de manera que él, en este sentido, es realmente un espíritu siervo del espíritu, un creador siervo de su creación. En ese organismo vital, él tiene un lugar, como todos los demás; él ha creado, no para dominar y regir, sino para sistematizar.

En efecto, toda creación, toda visión de la vida, toda revelación del espíritu lleva consigo necesariamente problemas, cuestiones, contradicciones lógicas, tanto más marcadas y eviden-

tes cuanto más órganica y total es. Y eso, simplemente, porque el misterio es congénito con el espíritu, y mirar con ojos nuevos, expresar puramente, reorganizar la vida, es volver a asumir la vida en un misterio. Hacer: crear de nuevo de la nada; esa nada la sienten por fuerza todos con mayor evidencia.

No hay arte viejo ni arte nuevo – Luigi Pirandello

En arte, lo que fue creado nuevo, queda nuevo para siempre. Goldoni tenía ojos agudos, ojos vivaces, con los cuales vio nuevo y creó nuevo. Quien hoy en día, novísimo, copia y no crea, es decir, lleva lentes, aunque sean a la última moda, y pretende contemplar con ellos en su tiempo los problemas más vivos y los valores más nuevos, si lleva lentes, copiará y hará teatro viejo.

Teatro nuevo y teatro viejo: es siempre la misma cuestión; de ojos y de lentes; trabajo de creación y ejercicio de copia.

No hay arte viejo ni arte nuevo – Luigi Pirandello

FiN

El teatro se debe imponer al público – Lorca

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