
Poesías de juventud
Son las olas
de constante llegar y partir,
de olvidar y vivir
nuevas playas.
Somos granos de arena,
que vagabundean
por sus blancas espumas
Somos el fértil recuerdo
de interminables devaneos
a lomos de cada una.
Son las olas
que bañan nuestro cuerpo
y nos salan el alma.
Son las olas,
con el sol- mudo testigo –
las que la piel nos doran.
Son las olas
que rompiendo en cada recodo
en vivir nos afanan.
Son las olas
que esparcen mil futuros
de espuma plateada.
Renaciendo en cada bahía
nos enseñan el camino
pero nunca su sentido
Nos enseñan cada día
que morir es tan sencillo
como nacer en cualquier torbellino.
Cada una con sus granos
de arena, envueltos
en vorágine espumosa.
Que perder uno de ellos
poco importa.
Siempre encontrará otros
en cualquier roca
donde romperá,
subiendo a las alturas…
Una y otra vez,
en la cresta de la ola
mostraremos nuestro fogoso ser .
Una y otra vez,
nuestra soberbia
entre salobres y blancas espumas
veremos caer.
Una y otra vez,
adivinando,
tal vez,
que nuestra pequeñez
es inconmensurable
y nuestras grandezas,
sólo en nuestra imaginación
caben.
Sevilla, 18 de marzo de 1979
FiN

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