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Epitafio para un amor que nunca existió.
Aun quiero tus ojos
cual me miran
son como soles rojos.
Aun quiero tus labios
cual me besan
son ardores ebrios.
Aun quiero tus manos
cual me tocan
son cálidos veranos.
Aun quiero tus brazos
cual me abrazan
en tu tierno regazo.
Aun quiero tu voz
cual sinfonía
de acordes regalados.
Aun quiero tu seno
cual pulsión
de mis locos deseos.
Aun quiero tu olor
cual aroma
de mi flor de pasión.
Aun quiero tu piel
cual la siento
de sal y de miel.
Aun quiero tu silueta
cual conjuro
del alma quieta.
Aun quiero tu presencia
cual consuelo
a mi fugaz existencia.
Aun te quiero así, soñada,
porque eras todo
aunque eras nada
para mí la mujer perfecta
por eso eras mi amada.
No por ser mejor ni peor
simplemente así te soñé
por eso eres recordada,
aunque sólo fuiste, en conciencia,
una ilusión recreada.
Y me resisto a perderte
en mis recuerdos, mi amada
porque tu presencia imaginé
como la más deseada
y no quiero que seas tierra
… …
de una fosa olvidada
en mi memoria.
Sevilla, 5 de septiembre de 1977
Epitafio para un amor que nunca existió
Nota del autor:
Se trata de un amor imaginado que, una vez creado, no puede ser abandonado porque es la perfección para el amante y de esta locura imaginada no puede ni quiere escaparse. Amar a una ilusión encierra al personaje en una cárcel junto con su criatura soñada. No la tiene, sólo la imagina, por eso la rememora como lo que pudo ser pero nunca sucedió. Esclavo de ello el personaje está condenado a no encontrar un amor real y a vivir su vida vagando por unos recuerdos de un amor que jamás existió. El delirio de amor, de una pasión enajenada por alguien que no existe lleva a vivir sin vivir.
FiN
