
A Lorca cada año me lo matan
los rencorosos del alumbre turbio,
borrachos del gitaneo espurio
con envilecidas facas de plata.
A la luz de la luna asombrada,
su caballo mira con ojos fríos,
verde carne sobre mármoles agrios,
a las cinco de la tarde, la bandada,
como una manada cornamentada,
al son de sus rencores e inquinas
a mi Federico me lo ensartan
mas su verbo siempre vuelve a escanciar
oro de su poesía alumbrada
ya redivivo en su obra sin par.
Estrambote:
Como ávidos peces sorprendíos,
montados en su prosa de nácar
nadamos fieles por su fértil río
Ebrios de versos de besos y arena
nunca jamás muerto, por siempre vivo,
mora en sus lirios el genial poeta.
A Lorca cada año me lo matan
Lo que dijo Salvador Dalí sobre el vergonzante uso de la muerte de su amigo Federico:
«Los rojos, los semirrojos, los rosas e incluso los malvapálido aprovecharon la muerte de Lorca para una vergonzosa y demagógica propaganda, ejerciendo así un innoble chantaje, Intentaron, e intentan todavía hoy, convertirlo en un héroe político, Pero yo, que fui su mejor amigo, puedo dar fe ante Dios y ante la Historia de que Lorca, poeta cien por cien puro, era consustancialmente el ser más apolítico que jamás he conocido.»
«Fue simplemente victima propiciatoria de cuestiones personales, ultrapersonales, locales, y, por encima de todo, víctima inocente de la confusión omnipotente, convulsiva y cósmica de la guerra civil española. Sea como sea, una cosa es cierta. Cada vez que, el fondo de mi soledad, consigo que surja de mi cerebro una idea genial o logro dar una pincelada arcangélicamente milagrosa, oigo la voz ronca y suavemente sofocada de Lorca gritándome: iOlé!»

FiN
El mito poético de las dos Españas