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Mañana será otro día

01/06/2020

Escritor Español Petrusvil

Poeta, escritor, divulgador y analista.
Tiempo de lectura 4 minutos.

Mañana será otro día

No les quepa duda de que mañana será otro día.

El día 17 de abril de 2020 en plena pandemia fue mi cumpleaños. Con motivo de tal efemérides tuve la ocasión de hablar con muchos amigos algunos empresarios; otros directivos o autónomos y percibí en muchos de ellos un profundo pesimismo. Una desesperanza punzante, en algunos hasta una rendición, una aceptación de la impotencia ante un amargo destino.

Por eso me veo obligado hoy a trasmitiros lo que logré decirles, haciendo acopio de mi naturaleza optimista que me ha acompañado siempre; también algo tocada no lo duden. Hoy quisiera aportaros una visión más positiva, más esperanzadora. Lo más importante en la economía es la confianza y junto con ella, de la mano, las expectativas. Ahora la confianza está devorada por los acontecimientos y las expectativas son negras, las de un futuro desconocido, triste y distópico.

Cuando uno está metido dentro una vorágine dramática, esto es, dentro de esta pandemia sobrecogedora y aplastante, se pierde la perspectiva. Es como si, sumergidos en el agua, no atináramos a nadar para salir a la superficie porque nuestros sentidos están embotados por la losa de los hechos. Es como si estuviéramos dentro del ojo de un huracán y no pudiéramos ver lo que hay fuera. Pero inevitablemente, por mucho que ahora les parezca la contrario, como en muchas otras cosas que nos han sucedido y nos van a suceder en la vida, la epidemia terminará. No existe ninguna epidemia eterna ni cuerpo que lo resista.  

Recuerden a sus padres cuando, en su juventud, estando presos de una desazón, de una tristeza sin límites – así se viven las cosas a esas edades, todo es sobremanera emocional- les decían: Mañana será otro día. Pues para nosotros dentro de una semana será otra semana de olor a tierra mojada y arco iris. Y este mes venidero será otro mes nuevo y lleno de exuberancia vital. Ahora no vemos cuando pero esos días, semanas o meses nuevos y repletos de oportunidades, confianza y expectativas, llegarán. Retornarán, no les quepa duda y hay que estar preparados para recibirlos como se merecen.

Hay que empezar a planificar la vuelta. Esto acabará más pronto que tarde y conviene que no nos pille desprevenidos, la reapertura, el recomienzo –mejor que desescalada ¿verdad?   Las actividades irán abriéndose paulatina y lentamente. Nuestras capacidades, nuestra productividad, nuestra inventiva tienen que estar en su punto máximo para cuando esto empiece a terminar, porque vamos a necesitar muchas ideas, mucha imaginación para el comienzo después del caos.  

No en vano está en nuestra naturaleza que lo mejor de nosotros aflora bullicioso ante la necesidad y la apretura. Recuerdo muchas veces lo que me solía decir mi padre: ¡Una experiencia más! Con ese vitalismo, que parecía rodearle como un aura, resumía en esa frase la naturaleza del hombre cabal que saca partido de sus experiencias; fueran estas las que fueran. Así de esta experiencia sacaremos muchas cosas positivas. El trasfondo humano vital de la supervivencia y el amor a la vida lo llevamos en la impronta genética.   Está en nuestro temperamento indócil y batallador, no podremos evitar salir de esta.

Esto acabará, esta enfermedad cómo tantas otras que han asolado a la raza humana y fueron vencidas, la terminaremos combatiendo eficazmente con vacunas y medicamentos.   Si algo ha sido el hombre es exitoso en su lucha contra las enfermedades de la mano de nuestra portentosa ciencia y nuestro afán de lucha. Terminaremos conviviendo con ella como convivimos con todas las que la precedieron; como hacemos con la gripe estacional o la viruela, la varicela e incluso el VIH; que parecía que no iba a ser posible contenerlo y vencerlo. Una gran parte de la población la pasará y quedará inmunizada – los casos de recaída han sido poco significativos-.

Protegeremos a los más débiles con vacunas estacionales y dentro de unos años el recuerdo de estos tristes días será vago y desdeñado; excepto en lo que a la merecida memoria y a la honra debida de nuestros seres queridos fallecidos respecta.   Por lo pronto, a mí ni se me ha pasado por la cabeza que no pueda volver a ir a la playa este verano. Que no pueda volver a disfrutar de una buena comida o cena con mis amigos en un restaurante y, por supuesto, en nuestras casas. No habrá ningún problema volveremos a disfrutar de veladas inolvidables. Debemos de quitarnos de la cabeza la malsana idea una vida distópica. Con mascarillas y prevenciones autototalitarias. Durarán estas lo que tengan que durar pero terminarán guardadas en el cajón de los trastos.

Volveremos a desayunar en nuestro bar preferido sin prevenciones, sin miedos. Volveremos a abrazar a nuestros amigos, a nuestras familias, a nuestros compañeros de trabajo. Volverán los ósculos amorosos a anidar en las mejillas y en los labios, y las manos a estrecharse, apretadas y firmes.   Volverán los conciertos, los teatros, el fútbol, los eventos multitudinarios que tanto disfrutamos a posarse en nuestras retinas y pabellones auditivos. Volveremos a comprar en los supermercados sin vestirnos de payaso, sin miedo al enemigo invisible. Olvidaremos la desafectiva distancia que guardamos ahora obsesivamente y nos arrejuntaremos con la habitualidad de siempre, y bailaremos pegados y sueltos otra vez. 

Llegará un día, en que como tantas otras cosas que nos pasaron habremos olvidado lo que pasó y haremos nuestra vida cotidiana de siempre. Si, tendremos un recuerdo de aquel año tan dramático, tan inesperado. Esa tragedia que casi acabó con nosotros. Pero la raza humana tiene la magnífica manía de luchar siempre por su supervivencia, por la vida; por la sociabilidad que nos impulsa a aunar esfuerzos, por los logros, por mejorar la existencia. Eso seguirá estando ahí porque nada puede cambiarnos, está en nuestros genes.   Está en el corazón del hombre vivir con toda la intensidad, con todo su amor, este hermoso regalo que es la existencia. También hay muchas cosas que cambiarán, claro está, pero el cambio está sanamente integrado en nuestra vivencia porque la metamorfosis es consustancial con la vida  

Mañana será otro día

FIN    

Mañana será otro día

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